
En una zona pedregosa e inestable a la pisada, este tipo de zapatilla pesa poco y posee una huella que agarra como un neumatico nuevo.
Fabricado para corredores que van campo atraviesa, muy funcionales, carecen de atributo estético alguno.
Su mostrenco diseño me eleva como una diosa de la abundancia, a traves de la garganta intacta e inquietante que recorro, y me hacen fantasear con portales que de pronto emergen y me engullen.
Toda la grandeza del aedo me envuelve como a una troyana, que trascurre en silencio con un aura mística.
Andan inquietos los perros a mi paso porque huelen al jabali cercano, mientras desde los riscos nos observan las cabras salvajes, estos días son seducidas por la flauta de Pan.
Cuando calzo las trial soy Mercurio (y su epíteto) la de los pies alados, la mensajera de los dioses.
O Aquiles el de los pies alados destruyendo a Héctor, vengando la muerte de Patroclo, que con sadismo hace que su cuerpo sea arrastrado por un carro en el campo de batalla durante 10 días.
Que se compadece cuando el rey Príamo, llega suplicante ante sus pies para pedir el cuerpo sin vida de su hijo.
En ese instante su arrogancia y furia se doblegan, y se conmueve al ver el dolor lacerante de un padre, el rey de los troyanos, poderoso y temido, que aparca su grandeza y majestuosidad, para ser un humilde padre roto por la muerte de un hijo.
El rey Príamo aparece frente a él, como un hombre humillado que suplica que le sea entregado el cuerpo de su hijo para darle sepultura en la pira con una moneda viajera en la boca.
La furia de Aquiles se contiene y aflora piedad y misericordia.
¡Aquiles, el de los pies ligeros!
Guerrero del odio y del amor,
tus pasos levantaban huracanes
con olor a sangre y destrucción.
Volviste al campo de batalla,
ciego de furia, ahogado de rencor.
A veces hay que aguantarse cuando te niegan ver a quienes han fusilado.
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