
En Delfos seria la gran maga adivina en el ombligo de la tierra, tan temida como deseada.

En ónfalos, ombligo del mundo.
Cuenta la leyenda que Zeus manda volar a dos águilas desde dos puntos opuestos del Universo. Las águilas llegan a encontrarse aquí, en Delfos, donde el ónfalos señala el lugar.

Como una odalisca, me recostaría con desdén e indolencia, oyendo a Apolo tocar la lira, en mi reciento sagrado consagrado a él, en el valle del Pleisto, junto al monte Parnaso, mientras las musas junto a las ninfas de las fuentes, harían los coros.

Pita, la gran serpiente dragona, guardaría mi puerta con celo.

Me purificaría en la fuente Castalia.

Después, los sacerdotes verterían agua fría sobre una cabra. Si esta tiritara, sería la señal de que Apolo es receptivo a las consultas. Entonces haría un sacrificio en su altar.

Mis consultantes serian reyes y gente común, que se purificarían con agua de las fuentes de Delfos y establecerían un orden.

Después pagarían y ofrecerían un sacrificio a Apolo en el altar que hay delante del templo.

Se presentaría ante mí, la gran Pitia y me preguntaría.
¿Oh gran Sibila ganare la batalla o la perderé?

A lo que, sentada en mi trípode en el espacio sagrado, respondería ambigua de forma poética.

Si los hados te son favorables, puede que si, si Apolo no te ayuda, puede que no. Tu suerte está en manos del destino.

El gran sacerdote interpretaría mis exabruptos de forma poética, para que el cliente saliera satisfecho después de donar una contribución económica al santuario.

Otros me preguntarían mientras mastico una hoja de laurel que me permitiría llegar a una alteración de conciencia:
Oh gran Sibila ¿Cómo puedo pasar el resto de mi vida en armonía?
Conócete a ti mismo y realizaras la travesía felizmente.

Mi santuario estaría ubicado en un perímetro sagrado, lleno de olivos, capillas y un anfiteatro.

Trascurriría cada día, en la brecha profunda de la tierra respirando etano, metano y etileno, que me ayudarían a entrar en trance, y atendería con solicitud e inspiración, cuantas preguntas me hicieran sondeando el futuro y el presente.

Mis profecías se cumplirían. Y un halo de dignidad y misterio rodearía mi persona, la mayoría de las veces en trance.

Me gustaría haber sido sacerdotisa, eso si, hubiese cambiado los sacrificios por sonrisas. Quizás en vez de sacrificarlos hubiese salvado los animales.
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Yo también, que tenian la mano larga para cargarse bichos. Yo creo que era parte de la puesta en escena, a fin de cuentas era un servicio, aunque suene mal.
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