El inquietante espacio donde Picasso pinta Las señoritas de Avignon

Pablo Picasso: Las señoritas de Avignon. 1907. Óleo sobre lienzo. 243.9 cm × 233.7 cm. Museo de Arte Moderno. Nueva York, EEUU.

Las señoritas de Avignon, más que un cuadro es un acontecimiento

En lienzo con una superficie de 243.9 × 233.7 cm, representa cinco mujeres desnudas.

Estudio de Picasso para Las señoritas de Avignon.

Picasso no deja que ningún visitante de su estudio vea su cuadro durante el proceso de elaboración. Excepto sus colegas pintores, de quienes espera apoyo. Pero, la mayoría lo critican:

Matisse, en su irritación, piensa que el cuadro era un ultraje y una burla al arte moderno, y Georges Braque dice el siguiente comentario:

es como si quisiéramos cambiar nuestra comida actual por otra de estopa y petróleo. Apollinaire… afirma que son como prolongaciones de la Naturaleza… y no pasan a través del intelecto.

Pero Kahnweiler y Wilhelm Uhde, le dan un espaldarazo al pintor.

La primera exposición es en 1916 en el Salón de Antin, París. No tiene título, aunque parece que Picasso la llamaba El burdel filosófico.

El nombre Las señoritas de Avignon (Les Demoiselles d’ Avignon) se lo adjudica el pintor y crítico André Salmon, pues le recuerda un prostíbulo de la calle Avinyó en Barcelona, en el cual las mujeres se presentan desnudas.

En aquella exposición, celebrada en plena Primera Guerra Mundial, el lienzo pasa inadvertido y es necesaria la intervención de figuras como Bretón y Aragón para que Jacques Doucet lo compre en 1921.

En 1937 se exhibe en la Exposición Internacional. Finalmente, en 1939, es adquirido por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), en Estados Unidos, donde permanece.

Pinta la obra entre junio de 1906 y julio de 1907 y marca el comienzo de su Periodo africano o Protocubismo.

Hay cuatro influencias para su desarrollo para romper con la profundidad espacial, la anatomía y romper con la tradición de lo sublime:

Cezanne (bañistas), El Greco (Visión del Apocalipsis) y el arte primitivo expuesto en el Museo Trocadero de Paris con sus máscaras africanas, además de las esculturas iberas.

En su interior ardías de calor en verano y te helabas de frío en invierno.

Era una antigua fábrica de pianos en la que su propietario, buscando aumentar su fortuna, divide en pequeños y numerosos estudios para alquilar a todo aquel que soñase con ser un artista en París y no tuviera ni para pagarse las pinturas. Esta sucio, olía mal, sólo hay un caño de agua, una letrina para la veintena de estudios y demasiada gente para tan poco espacio.

El Bateau Lavoir (nombre que se le ocurre a Max Jacob al recordarle a las lavanderías flotantes que recorrían el río Sena) se encuentra en uno de los distritos de París, en el 18, que hasta no hace muchas décadas era un pueblo de las afueras de la ciudad. Allí, en Montmatre, en aquella residencia- taller, se creó el primer cuadro cubista. Las señoritas de Avignon se pintan en este lugar en 1907, tres años después de que Picasso llegase a la capital francesa con poco dinero, mucha angustia y cierto miedo.

Como él muchos antes y muchos después acuden al número 13 de la calle Ravignan para hacer del arte una vida. El precio por vivir allí es el equivalente al sueldo de tres días de un obrero, un alquiler irrisorio para artistas que teniendo muy poco dinero prefieren gastarlo en alcohol y mujeres que en comida o una cama decente.

El primero que llega es Maxime Maufra, en 1892, y el que más la visitaría sería Paul Gauguin. El postimpresionista, que muere un año antes de que Picasso se instala en París, es en gran parte el que da fama al lugar entre los artistas más jóvenes y el que condiciona el arte de todos lo que vinieron después y que le veneran más muerto que vivo.  

Porque no sólo Pablo Picasso se siente atraído por este lugar, cuando él llega allí ya están desde Juan Gris a Modigliani o Max Jacob. Todos los que años después son grandes artistas o escritores son en algún momento parte de esta residencia y centro de reunión de los intelectuales que se reúnen en torno a ideas, tragos y fiestas en los que crean los movimientos de principios y mediados de siglo.

A él, a Picasso, le abre la puerta Paco Durrio, el escultor de Valladolid que encabezado a los españoles que llegan en 1900, en una tanda conjunta con pintores italianos.

En cuanto entra a vivir le cambia el ánimo. El pintor malagueño llega con la etapa azul, un color que le inunda tras el suicido de su amigo Casagemas. Pero al llegar al taller, que en aquel momento se llama La casa del trampero, el rosa lo llena y los circenses le dan vueltas en la cabeza. También Fernande Oliver, su primera musa.

Aquel lugar es el centro de la vanguardia artística y es el germen de lo que estemos celebrando al pintor 50 años después de su muerte. Allí en 1907, ante la atenta mirada de Von Dongen, de Gris, de Jacob… Se exponen por primera vez Las señoritas de Avignon, el primer cuadro cubista y el que le transforma como artista.

Es el momento en el que todo cambia. Ya no veremos cuadros como El entierro de Casagemas ni Mujer con mantilla negra, ya será, como dicen algunos, la competición por innovar, por la originalidad, por la genialidad lo que mueve al pintor y a todos los de la época.

Picasso deja la residencia, a Fernande y al rosa y al negro por completo, en 1909 aunque conserva un pequeño taller hasta 1912. Allí se quedan muchos otros aunque la I Guerra Mundial desplaza el espacio hacia Montparnasse dejando casi vacío aquel lugar de hongos, talento y, como diría Picasso, de enorme felicidad.

Porque allí no sólo estan los que no pueden sino los que ya lo tienen todo. Aparecen Guillaume Apollinaire, Georges Braque, Jean Cocteau, Henri Matisse o Gertrude Stein. Es ella la que apuesta por la obra de Picaso en la época cubista en la que los compradores habituales se inhiben.

A día de hoy solo queda la fachada porque el interior quedo completamente destruido durante los años 70 por un incendio. Justo un año antes lo habían declarado monumento histórico por todo lo que aportó a la cultura francesa, europea e internacional.

La residencia de pobres y locos donde Picasso pintó ‘Las señoritas de Avignon’ y nació el cubismo (msn.com)

Se desata la ‘Picassomanía’, pues el pintor sigue siendo un «imán» 50 años después de su muerte (msn.com)

Picasso: en la muerte del minotauro eterno (msn.com)

https://www.culturagenial.com/es/cuadro-las-senoritas-de-avignon-de-pablo-picasso/

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: