
Ramsés II, es el tercer faraón de la dinastía XIX de Egipto, que gobierna entre 279-1213 (66 años).

Recordado como el faraón más grande, celebrado y poderoso del Imperio Nuevo que a su vez es el período álgido del Antiguo Egipto.

En sus 67 años de reinado, Ramsés II celebra en 14 ocasiones el jubileo o Heb Sed, una espectacular y compleja festividad dirigida a renovar sus fuerzas y continuar siendo el garante del orden y la justicia como faraón de Egipto

En 30 año de su reinado, Ramsés II celebra una gran fiesta cuyo eco se siente en todo Egipto: el Heb Sed, o jubileo real. El encargado de organizarla es el cuarto hijo del faraón, el príncipe Khaemuaset, sumo sacerdote de Ptah en Menfis, ayudado por el visir de Tebas, Khay. Khaemuaset anuncia la inminencia de la fiesta sed de su padre desde la ciudad de Menfis.

Un enviado real viaja a todas las capitales de provincia de Egipto para anunciar la celebración, dejando constancia escrita de la cita en templos y edificios civiles importantes. Una de estas inscripciones se halla en el muro exterior del templo erigido por Horemheb en Gebel el-Silsileh.

Allí, junto a la imagen de Khaemuaset, aparece un breve texto que dice:
Año 30: en la primera celebración de la fiesta sed del Señor de las Dos Tierras Usermaatre-Setepenre [Ramsés II], que vivirá para siempre, Su Majestad ha ordenado que la fiesta sed sea anunciada de un extremo a otro del país por el príncipe y sacerdote sem Khaemuaset.

La ceremonia del Heb Sed tiene lugar en Pi-Ramsés, la ciudad de Ramsés, una ciudad de nueva planta construida por el faraón en el sur de Egipto, en la parte oriental del delta del Nilo, y convertida en nueva capital del país en lugar de la milenaria Tebas.

Allí el soberano había ordenada erigir un espléndido salón de fiestas con gigantescas columnas de once metros de altura, mientras que en los otros grandes templos de Egipto, sobre todo en Menfis, sede del templo de Ptah, se celebran ceremonias paralelas.

La fiesta del Heb Sed era un acontecimiento excepcional. Dado que tiene lugar tras treinta años de reinado, pocos faraones tienen ocasión de celebrarla; entre ellos se encuentran Tutmosis III, Amenhotep III y, por supuesto, Ramsés II.

Bien es cierto que otros soberanos lo celebran mucho antes, incumpliendo la regla de los treinta años, ya fuese porque acceden al trono tarde o por motivos religiosos, como Akhenatón.

Tras el primer jubileo se celebraban otros cada dos o tres años de reinado, lo que hace que Ramsés protagonizara, a lo largo de sus 67 años en el trono de Egipto, un total de catorce jubileos, un récord en la historia egipcia.

Hacia 1279 a.C. Tras la muerte de Seti I accede al trono de Egipto como nuevo faraón su hijo Ramsés II.

Hacia 1249 a.C. A los 54 años, tras tres décadas de reinado, Ramsés II celebra su primera fiesta Heb Sed.

Hacia 1249-1224 a.C. Los siguientes jubileos de Ramsés se celebran cada dos años o anualmente.

Hacia 1213 a.C. Ramsés muere con más de noventa años. Su reinado es uno de los más largos de Egipto.

El significado de esta celebración está relacionado con la mitología y la religión egipcias. Según estas creencias, al principio de los tiempos Egipto estuvo gobernado por los dioses, quienes después transmitieron su poder a los gobernantes mortales. El faraón era elegido por las divinidades, y era el único intermediario entre la humanidad y el mundo divino, por lo cual debía garantizar la maat –el orden y la justicia– en el mundo y destruir todo lo que fuera isetef, es decir, caos y confusión. El origen divino del faraón se formula así en una inscripción del templo de Ramsés II en Abidos:
El propio Señor Universal [el dios Re] me ensalzó desde que era un niño hasta que me convertí en soberano. Me confió el dominio de la tierra cuando aún estaba en el huevo [en el vientre materno]. Los nobles besaron el suelo ante mí cuando fui elegido.

Tras la muerte del rey, el mundo podía quedar sumido en el desorden, aunque la coronación de su sucesor devolvía el orden a la creación.

La función real se «encarnaba» en el soberano en la coronación: cuando la doble corona del Bajo y el Alto Egipto se colocaba sobre la cabeza del nuevo faraón, este se convertía inmediatamente en un dios en la tierra. El soberano así coronado daba nueva vida al mundo iluminando el cosmos como el Sol. La función de la realeza era una especie de cadena infinita, ininterrumpida desde el principio de los tiempos, en la que cada faraón constituía un eslabón y se conectaba directamente con los dioses primordiales.

La realeza egipcia era, pues, de origen divino, pero también resultaba innegable que un faraón, por divino que fuera, estaba sometido a la vejez y a la muerte. Era en este punto donde intervenía el ritual mágico del Heb Sed, pues éste tenía como función renovar las facultades físicas e intelectuales del faraón reinante. El nombre sed significa «cola» y se refiere a la cola de toro, símbolo y atributo del soberano y de su fuerza, que el rey llevaba junto con la falda corta shendyt.

La fiesta sed constituía un verdadero rito iniciático en el que el rey, ya anciano y débil, moría simbólicamente para renacer después, rejuvenecido y más fuerte. El dios Ptah de Menfis, la antigua capital de Egipto, era el patrón de las fiestas jubilares.

La fiesta parece derivar de oscuros rituales que se remontan a la más remota prehistoria, en los que el soberano, cuando ya no tenía fuerzas para gobernar, era asesinado y sustituido por otro más joven. El rey encarnaba a la tribu, al clan, y sus males y sus defectos se habrían visto reflejados en toda la comunidad. Posteriormente se creó la fiesta Heb Sed, una celebración en la que en lugar de matar al gobernante se renovaban sus fuerzas mediante ritos mágicos y con una muerte simbólica.

Para reconstruir las etapas de la fiesta sed hay que recurrir a textos e imágenes fragmentarios que pertenecen a distintas etapas históricas. De este modo se pueden identificar algunos de los ritos que se llevaban a cabo, pero no su secuencia exacta.

Esta ceremonia puede esquematizarse en tres fases diferentes. Durante la primera, se repetía la coronación del soberano, que se sentaba en dos tronos, uno que representaba el norte de Egipto (Bajo Egipto) y otro el sur (Alto Egipto).

El faraón vestía un manto ceñido que le daba una forma parecida a la de una crisálida, quizá para acercar su figura a la idea de regeneración espiritual y física.

En la segunda fase también participaban en el ritual la Gran Esposa Real y sus hijos, exaltando así la herencia dinástica del pasado, simbolizada por la esposa principal del faraón, a través de la cual se transmitía la realeza, y los reinados del futuro, simbolizados por los hijos del monarca.

En la tercera fase, el gobernante se identificaba con Osiris y, con la ayuda de algunos sacerdotes, alzaba el pilar djed, símbolo de estabilidad y equilibrio. Durante la ceremonia, el rey debía realizar una carrera ritual, ataviado con el rabo de toro, sed, y con la falda corta shendyt, para demostrar su vigor. Finalmente, al término de la ceremonia, el faraón, fortalecido, visitaba a los principales dioses del país en sus correspondientes capillas.

https://es.wikipedia.org/wiki/Rams%C3%A9s_II
