Es una pieza que el pintor flamenco Jean van Eyk hace a inicios del XV por encargo de Giovanni Arnolfini, un rico mercader italiano afincado en Brujas. Detrás de este aparentemente simple retrato de una pareja acomodada de Flandes se esconden símbolos y referencias de gran realismo y minuciosidad por los detalles.
Se aprecian guiños a la última moda entre las clases pudientes de la ciudad, al matrimonio y a la descendencia o, incluso, el propio autorretrato del artista escondido al fondo de la sala. Un verdadero ejercicio de virtuosismo pictórico.
Son os protagonistas Arnolfini y su segunda esposa Giovanna Cenami, que se establecieron y prosperaron en la ciudad de Brujas, hoy Belgica, entre 1420-1472
El título completo de esta obra es Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa. Ambos posan cogidos de la mano en lo que parece una actitud de cariño y respeto.
Durante años se cree que la pintura es una ceremonia de matrimonio, aunque esta idea se descarta en la actualidad. Parece que tan solo quiere reflejar la felicidad de la pareja. Según una leyenda popular, el retrato habría sido encargado con motivo del embarazo de la esposa de Arnolfini. Por ello se ha querido ver en la mano sobre la barriga de la mujer un símbolo de su estado de buena esperanza. Pero parece que tan solo sostiene su voluminosa vestimenta, a la manera de las damas de esa época.
Cada detalle de la obra destaca la prosperidad de la pareja. Él lleva un sombrero de paja trenzada y un largo abrigo oscuro, de terciopelo de seda. Debajo, un jubón negro, también de seda, con puños plateados.
La mujer viste un fino sobrevestido de lana verde con elaboradas mangas deshilachadas y una larga cola que cae en gruesos pliegues alrededor de sus pies. Está adornado con un pelaje blanco, posiblemente armiño o vientre de ardilla.
Van Eyck pinta una habitación real, pero coloca cada objeto con minuciosidad para destacar la riqueza y el estatus de la pareja. Una vidriera como la de las catedrales, que ilumina la lujosa araña o una alfombra importada de oriente. Aunque el mueble más lujoso de la habitación es la cama, grande y lujosa, cubierta con un costoso paño de lana roja.
La prosperidad y la riqueza de la pareja puede observarse hasta en el más simple de los detalles de la obra, como los zuecos, la última moda entre las personas ricas de la época. Madera, cuero y hebillas de metal que parecen reales.
Pero lo que demuestra el nivel de riqueza de la pareja son unas simples naranjas al lado de la ventana, pintadas con un sorprendente nivel de detalle que llega hasta a representar su sombra. Es una fruta exótica en la Brujas de la época y debe ser importada de climas más cálidos, por lo que es muy cara.
La llama del amor prende en la vela de la lámpara encendida sobre Giovanni. Pero según otras interpretaciones más atrevidas, el retrato de la pareja sería una especie de homenaje póstumo a la mujer de Arnolfini. En este sentido, la llama de la vela sobre Arnolfini representa al marido, todavía vivo, y la vela apagada encima de la mujer a su esposa fallecida.
En este sentido, la interpretación tradicional de la figura del perro retratado por Van Eyk, es un símbolo de fidelidad. Pero siguiendo la hipótesis luctuosa, el animal estaría ahí situado en condición de guía al más allá a los fallecidos, según una tradición romana.
Otro detalle es la decoración del espejo que cuelga de la pared, con escenas de la pasión de Cristo. Las imágenes del lado del marido muestran a un Jesucristo vivo, mientras que las que están más cerca de la mujer pertenecen a momentos posteriores a la crucifixión.
El reflejo del espejo es una muestra del virtuosismo de Van Eyck, es un cuadro dentro de otro cuadro. En 5 cm de diámetro refleja la cara oculta de la escena: la pareja de espaldas y frente a ellos, van Eyk y su ayudante. Incluso se intuye una vista de Brujas por la ventana. El realismo del reflejo deformado por la forma convexa del espejo es interesante.