Mas Duchamp

El MMK o Museum für Moderne Kunst en Fráncfort, muy posmoderno tiene una arquitectura retorcida.

Claes Oldenburg dice que desde fuera, parece un cacho de pastel.

Diseñado por Hans Hollein, tiene una de las colecciones más completas de arte pop y minimalista norteamericano.

Alberga las obras de Marcel Duchamp (1887-1968) reunidas en una de las mayores exposiciones retrospectivas del artista.

Hay 700 piezas de 1902-1968 que ocupan los tres pisos, y no solo las paredes, también los techos.

Considerado uno de los más influyentes creadores del XX, hace más de 20 años que su trabajo no se reune en su totalidad.

Sus revolucionarias ideas y su inteligencia iconoclasta son todavía hoy referencia en el arte.

Su trayectoria es excepcional, un discurso en la que el arte se concibe como mental, fiel al espíritu de Leonardo da Vinci. 

Plantea que el arte debe tener una realidad propia alejado de la mimesis.

A ello se vuelca esta exposición. La comisaria, Susanne Pfeffer, la plantea con sencillez y elevan la materialidad de los objetos al ámbito de la experiencia estética.

El montaje también es radical.

Los objetos aparecen desnudos y sin apenas interpretaciones. Los ready-mades dan la bienvenida en la primera sala.

Con ellos, termina con quinientos años de arte occidental.

Son obras que recogen el intento de crear arte sin obras de arte, o más allá de las bases de juicio convencionales.

Un gancho para sombrero, Porte-chapeaux (1917), una rueda de bicicleta sobre un taburete, Roue de bicyclette (1917) y el famoso urinario titulado Fountain (1917) se colocan en el suelo, se apoyan en la pared o se cuelgan del techo acompañados de una sutil sombra pintada en la pared.

El triángulo de la sala no se abre a la exposición, sino que apunta hacia Porte Fradiva (1937), una doble puerta que Duchamp diseñó como entrada de la galería de Andre Breton en París, y por la que el visitante no puede pasar.

Recuerda a la puerta que el artista instaló en su apartamento parisino, en el 11 de la rue Larrey, en 1927, y que utiliza para dos tránsitos: entre el estudio y el dormitorio, y entre el estudio y el baño.

 La puerta esta siempre abierta y cerrada al mismo tiempo, lo que proporciona tanto una paradoja casera como una solución para ahorrar espacio.

La salida de esta planta es lateral. Allí se proyecta Screen Test, la película de Andy Warhol de 1966, con primeros planos de Duchamp nerviosos y juguetones.

El carisma es palpable en alguien que no hizo el menor esfuerzo por promocionarse, ni a sí mismo, ni su obra y, cuando la fama le elige, no una vez, sino dos, durante dos períodos distanciados en el tiempo, le da la bienvenida con una sonrisa irónica. Duchamp coloca el arte al servicio de la mente y es ese deseo el que estimula por su particular uso del lenguaje, el azar, la óptica, las películas y demás técnicas meta visuales.

Las referencias a la biografía dan paso a una sala dedicada íntegramente a la obra mítica El gran vidrio (1915-1923), en la reproducción de Richard Hamilton de 1965-66 (y que suele albergar la Tate Modern).

Las interpretaciones no son nuevas, pero a diferencia de otras exposiciones, esta no conduce a un discurso profundo sobre el papel del espectador, sino que se centra en la relación del artista con su obra.

Hay muchas fotografías de Duchamp trabajando, en un intento de trascender las limitaciones de la definición cultural de la identidad del artista.

 Man Ray también aparece aquí como un amigo cercano.

 En Obligation pour la Roulette de Monte-Carlo (1924), Duchamp aparece lleno de espuma de afeitar.

La puesta en escena no solo capta la conmovedora identidad del artista, sino que da testimonio de la entrada de Rrose Sélavy, el alter ego de Duchamp.

Imágenes que revelan un compromiso por darle la vuelta a lo que culturalmente entendemos como lo masculino o femenino.

En tiempos de reivindicación de la identidad no binaria, la posición del artista no puede ser más actual.

La repetición es un elemento importante en la exposición. Se muestran varios ready-mades en varias ediciones y las exposiciones portátiles con réplicas de su obra, Boîte-en-valise (1935-41) dan fe de la conocida crítica de Duchamp a la importancia del original para la obra de arte.

De ese recurso se sirve la comisaria para lanzar una exposición que propone pensar, actuar e ir más allá de todas las categorías y convenciones.

Sorprende que un año en que coinciden en Alemania la documenta 15 de Kassel y la Bienal de Brlín, el MMK apueste por esta audaz exposición.

En diálogo con esos dos eventos artísticos, el legado de Duchamp reverbera aún más en el arte contemporáneo.

 Gracias a él sabemos que todo puede convertirse en arte y que el pensamiento no conoce fronteras, temas centrales en Kassel y Berlín.

Duchamp que defiende procastinar, consigue lo contrario.

 Asombra ver la cantidad de objetos no vistos antes hasta por los ojos de los expertos. Parece haber trabajado sin parar y de un modo tan inteligente como para verlo a posteriori.

 Como si creara para que nosotros lo descubriésemos mucho tiempo después.

Es lo que consigue esta magnífica exposición.

https://elpais.com/cultura/2022-08-01/una-obra-de-arte-llamada-marcel-duchamp-el-artista-que-defendio-a-ultranza-la-vagancia.html

https://elpais.com/cultura/2022-04-06/luis-gordillo-duchamp-se-esta-comiendo-a-picasso.html#?rel=mas

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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