1812, tras terminar el saqueo Partenón en uno de sus periplos por el Mediterráneo, Lord Byron dice:
Sombríos los ojos que no lloren al ver
Tus muros desfigurados, tus enmohecidos santuarios profanados
Por las manos británicas, que mejor hubieran obrado
custodiando esos ídolos que nunca serán restaurados.
Maldita sea la hora en que de su isla marcharon
Y una vez más tu desventurado pecho fue golpeado,
¡y arrastraron a tus sobrecogidos dioses a climas nórdicos odiados!



Los bronces de Benín es una colección de más de mil piezas conmemorativas que provienen del palacio real del reino de Benín.

Son creadas por los pueblos Edos desde el siglo XIII y, en 1897, los británicos se apoderan de la mayor parte de ellas.




200 de estas piezas son trasportadas al Museo británico, mientras que el resto se reparte entre otros museos.





Actualmente, una buena parte aún se encuentra en el Museo Británico, concretamente en la sala 25 (en la sección de África).

Otras piezas se hallan en los EE. UU. Alemania y otros países. Los bronces de Benín propician una mayor apreciación por parte de Europa de la cultura africana y del arte tribal.

Parece imposible e increíble que personas tan primitivas creen de objetos tan sofisticados.
Incluso se llega a la conclusión que han tomado el conocimiento metalúrgico de los portugueses.
Actualmente, se sabe que los bronces son fabricados en Benín desde el Siglo XIII y que buena parte de las colecciones datan del XV y XVI.
Se cree que los dos periodos dorados en la creación de bronces son el reinado de Esigie (c. 1550) y el de Eresonye (1735-1750).
Si bien el conjunto de piezas recibe el nombre de bronces de Benín, no todas las piezas son de este material.
También las hay de latón, o de una mezcla de bronce y latón; de madera, cerámica, marfil, etc.
Han sido producidas por la cera perdida y son consideradas como las mejores esculturas hechas con esta técnica.
El Reino de Benín, que entre el XIV-XIX ocupa el territorio de la actual Nigeria, es muy rico en esculturas realizadas con materiales diversos, tales como hierro, bronce, madera, marfil o terracota.
Se conserva un gran número de pequeñas copas o cálices tallados en marfil, los cuales son producidos por los bini, una etnia yoruba de la costa nigeriana.
Durante el XVIII, se recogen pocas piezas y en el XIX, cuando se inicia la colonización y, las misiones, llevan obras a Europa, donde son vistas como curiosidades de cultos.
Así, las primeras piezas que realmente llaman la atención occidental son aquellas enviadas por el Ejército británico a Londres en 1897, después de su expedición punitiva contra el reino de Benín.
Se trata de un tesoro formado por esculturas de bronce y marfil, entre las que destacaban cabezas de reyes, figuras de leopardos, campanas y un gran número de placas con bajorrelieves, todas ellas realizadas con sorprendente maestría con la técnica de la cera perdida.
1910, el investigador alemán Leo Frobenius llevó a cabo una expedición a Africa con el propósito de recoger obras de arte africano para los museos de su país.
El expolio es tan grande que actualmente solo quedan en Nigeria unas cincuenta piezas, mientras que las colecciones europeas y estadounidenses cuentan con unas 2400.
En el África tropical, en el centro del continente, pronto se desarrolla la técnica de la cera perdida utilizada en las pequeñas esculturas de bronce, como atestiguan las piezas encontradas en Benín.
Cuando un rey muere, su sucesor manda hacer una cabeza de bronce. Existen cerca de 160; y las más antiguas provienen seguramente del XII.
El Oba monopoliza los materiales más difíciles de obtener, como el oro, los colmillos de elefante o el bronce.
Estos reyes hacen posible la fabricación de los espléndidos bronces de Benín.
De esta forma, las cortes reales contribuyen de manera definitiva al arte subsahariano. 1939, se descubren cabezas muy similares a las de Benín en la ciudad santa de los yoruba, Ife, del siglo XIV y el XV.
Este descubrimiento confirma la tradición de Benín, que afirma que son artistas de Ife quienes les enseñan las técnicas de trabajo del bronce.
La sorpresa surge cuando estas son datadas de forma inequívoca en tales siglos: aquello significa que son anteriores a la primera escultura europea elaborada siguiendo la técnica de la cera perdida, creada por Bembenuto Cellini en su Perseo de mediados del XVI.
En el antiguo Egipto se esculpe con esta misma técnica y se transmite este conocimiento a la civilización greconubia.
1897, el vicecónsul general James Philips, junto a otros seis oficiales británicos, dos comerciantes, intérpretes y 215 porteadores, se pone en marcha hacia Benín desde el pequeño puerto de Sapele.
Aunque informan que aunque tienen previsto realizar una visita, debían esperar, pues estaban realizando unos rituales y ningún extranjero podía entrar en la ciudad de Benín mientras tanto.
Los británicos ignoran el aviso y continúan con la expedición. En el camino, son emboscados al sur de la ciudad por guerreros bini.
Como resultado, solo dos europeos sobreviven a la expedición.
Ocho días después, las noticias del incidente llegan a Londres e, inmediatamente, se organiza una expedición naval punitiva, dirigida por el almirante Rawson.
La expedición saquea y destruye por completo la ciudad de Benín.
Alemania devuelve a Nigeria un millar de estas obras de arte en un hito histórico para la restitución del patrimonio expoliado

A finales del siglo XIX, el reino de Benín tenía el monopolio comercial del delta del Níger y amenazaba los intereses británicos en la zona, así que un oficial de la Royal Navy, James Phillips, se propuso entrevistarse con el oba (rey) para convencerle de hacer hueco a los comerciantes de Londres.
Pese a ser advertido de que no era buen momento porque se estaba celebrando un festival religioso, se adentró con una expedición hacia Benin City. Nunca regresó.
Su asesinato dio a los británicos un pretexto para la invasión.
Un mes después, Londres envió 1.200 soldados que quemaron hasta los cimientos el palacio real, destruyeron la ciudad y saquearon la colección real: miles de colmillos de marfil, esculturas y magníficos objetos hechos de bronce, latón y madera acabaron en Gran Bretaña como botín de guerra.
Fue el final del poderoso reino de Benín.
Dos de aquellos objetos, la cabeza conmemorativa de un rey y un panel en relieve que muestra a otro monarca con sus cuatro asistentes, son las dos primeras piezas de los llamados bronces de Benín que este mes han partido de Alemania de vuelta a Nigeria. Después de décadas de hacer oídos sordos a las peticiones de restitución del arte expoliado, Berlín acaba de dar un paso de gigante.
La devolución de 1.130 piezas que atesoran una veintena de museos alemanes es un hito en el proceso de descolonización de los museos occidentales, una decisión emblemática que manifiesta que la resistencia a la restitución está llegando a su fin, asegura Souleymane Bachir Diagne, director del Instituto de Estudios Africanos de la Universidad de Columbia (EE UU).
Los bronces de Benín han sido históricamente el símbolo mismo del arte clásico africano saqueado del continente africano, explica Diagne a través del correo electrónico.
El tesoro fue expoliado en 1897 durante una expedición punitiva —así la describe en el libro La masacre de Benín un capitán de ejército británico— a este antiguo reino situado en lo que hoy es el sur de Nigeria.

Los objetos, que no eran solo decorativos, sino que reflejaban la historia y las costumbres del pueblo Edo, acabaron en el Museo Británico de Londres o fueron vendidos al mejor postor.
Desde entonces se calcula que entre 3.000 y 4.000 de estas piezas creadas entre los siglos XVI y XVIII forman parte de las colecciones etnológicas de museos de todo el mundo.
El expolio fue tan exhaustivo que solo medio centenar de estas esculturas pueden verse hoy día en Nigeria.
Se calcula que más del 90% del patrimonio cultural africano está fuera del continente.
Los bronces cambiaron la percepción de los europeos sobre el arte africano.
Los periódicos británicos solían describir la capital del reino de Benín como una ciudad de sangre violenta, atrasada y bárbara, pero cuando el Museo Británico organizó la primera exposición, las esculturas expoliadas fueron recibidas con adjetivos como sorprendentes y sobresalientes y alabada su gran perfección en el uso de la técnica de la cera perdida.
No hay duda de que la mayor parte de ellas formará una exposición permanente, acababa el diario The Times su crónica el 25 de septiembre de 1897.
Con su decisión, Alemania eleva la presión sobre otras antiguas potencias coloniales, opina Hermann Parzinger, presidente de la Fundación del patrimonio cultural prusiano y uno de los tres expertos que han liderado las negociaciones.
Los grandes museos occidentales llevan años debatiendo sobre la devolución de piezas relevantes para la historia o la identidad de un país que fueron botín de guerra, objeto de saqueos coloniales o de compras dudosas a lo largo de los siglos.
Pero les ha costado dar pasos relevantes.
Francia, por ejemplo, apenas ha restituido 26 obras de arte a Benín (el Estado africano actual; no el antiguo reino de Benín situado en lo que hoy es Nigeria) cuatro años después de publicarse el informe, encargado por el presidente Emmanuel Macron, que defendió una restitución generalizada de las obras expoliadas.
El paso dado por Berlín es histórico porque ha puesto de acuerdo a una veintena de instituciones culturales en un país donde las competencias de cultura y patrimonio corresponden a los 16 Estados federados.
El acuerdo transfiere la propiedad de todos los objetos a Nigeria, pero a la vez permite que algunos de ellos se queden en Alemania como préstamos a largo plazo y establece una colaboración a largo plazo entre ambos países.
Para nosotros lo importante es enseñar el arte africano aquí, y la cuestión de si es de nuestra propiedad o un préstamo es secundaria. Y para los nigerianos también es importante que su arte siga disfrutándose en todo el mundo, asegura Parzinger en una entrevista con EL PAÍS. La solución, añade, es modélica.
Aunque se podría decir que en este caso Alemania está reparando la rapiña de los colonizadores ingleses, el país se encuentra en pleno proceso de reflexión sobre su propio pasado colonial.
El año pasado reconoció por primera vez que cometio un genocidio en Namibia a principios del siglo XX.
No debemos olvidar que esto también es parte de la historia alemana, dijo la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, durante la firma del acuerdo político con el Gobierno nigeriano hace unos días en Berlín.

Estuvo mal llevarse los bronces y estuvo mal retenerlos durante 120 años, añadió, en un acto en el que, de manera simbólica, Alemania entregó físicamente los dos primeros objetos.
En el debate sobre qué objetos deberían ser restituidos a las comunidades que las crearon, los expertos coinciden en que los bronces de Benín son un caso claro.
Pero no todo el arte llegado a Europa en un contexto colonial es ilegal, explica Parzinger.
Lo que hay que determinar es cómo se han adquirido los objetos. Aunque los alemanes no los robaron, no hubieran podido comprarlos en Londres si los británicos no hubieran destruido el palacio del rey de Benín. Por eso lo consideramos arte robado.
Alemania está estudiando el contexto de violencia, fuerza o expediciones militares en la salida de otros objetos de sus antiguas colonias en Namibia y Tanzania, y prepara más devoluciones.
Pero también se empiezan a considerar otros aspectos a la hora de restituir el arte colonial. “
Aunque el contexto de adquisición no sea ilegal, en casos en que un objeto es muy importante para la identidad de una comunidad estamos dispuestos a devolverlo.
Así se hará con una escultura procedente del noroeste de Camerún, que representa a Ngonnso, fundadora del reino Nso y símbolo sagrado de unidad y paz para este pueblo, añade Parzinger.
Ahora hay una nueva conciencia del significado descolonizador de la restitución del arte africano, apunta Diagne.
El profesor senegalés relata que después de los años sesenta y setenta, cuando la restitución estuvo en la agenda de la Unesco, hubo una pausa y cierta indiferencia, pero que ahora los públicos africanos, en particular la juventud africanista y anticolonialista manifiesta con fuerza esa nueva conciencia frente a unos objetos que tienen un enorme valor simbólico para la memoria de un pueblo.
Nigeria está construyendo un museo en Benin City, en el actual estado nigeriano de Edo, para albergar los bronces y serán sus expertos quienes decidan cuándo y cómo se hará la repatriación y qué piezas se quedan en Alemania en préstamo.

El museo Foro Humboldt, construido en el mismo lugar del centro de Berlín que ocupó el palacio imperial prusiano e inaugurado durante la pandemia, albergará en septiembre una gran exposición de los bronces de Benín del Museo Etnológico, que con algo más de 500 piezas es la segunda institución con más piezas tras el Museo Británico.
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https://elpais.com/cultura/2022-07-18/el-largo-camino-de-vuelta-a-casa-de-los-bronces-de-benin.html
https://theartwolf.com/es/noticias/benin-bronces-recuperados/