


La verdadera conservación es imposible en un planeta que reniega de la ciudad, pero la existencia de esta depende de la sensatez ecológica.

Tras estudiar en el politecnico de Turin, en 1947 emigra a EEUU, donde estudia con Frank Lloyd Wright.


Antes de volver a Italia erige la Dome House en Cave Creek, Arizona (1949, 1951) en colaboración con Mark Mills.
Es una casa de piedra enterrada en el suelo que se caracteriza por una cúpula de aluminio sobre la parte destinada a vivienda, una cúpula susceptible de abrirse parcialmente.
En Italia proyecta la empresa Cerámica Artística Solimene en Vietri sul Mare 81953-1954).
1955 se traslada definitivamente a EEUU.
1956 crea la Fundación Cosanti en Scottsdale, Arizona, para realizar su concepcion de la arquitectura y el urbanismo que el resume en el concepto de arcologi (arquitecture and ecology).

Su libro Arcology: the city in the image of Man aparece en 1969.

Desde 1970 trabaja en el desierto de Arizona en la ciudad piloto de Arcosanti, que aspira a la unión entre el hombre, la arquitectura y la naturaleza.


Sus imaginativos complejos destinados al trabajo, la vivienda y el ocio están concebidos de tal forma que en ellos se evita las materias primas y la energía de costes altos…

Arcología es la unión entre arquitectura y ecología como respuesta a las demandas de una epoca a los que Paolo Soleri se anticipa.

En los 70, erige Arcosanti, una utopía hecha realidad en Arizona.

La ciudad experimental de Arcosanti está en el corazón del estado de Arizona, a 110km de la ciudad de Phoenix.

Ejemplo de cómo las condiciones urbanas pueden ser mejoradas mientras se minimiza el impacto destructivo en el entorno.

Las ciudades se comparan a bestias que crecen de manera descontrolada.
2050 dos tercios de la población mundial habitara estos espacios, con lo que implica para el urbanismo, servicios o transporte.
Paolo Soleri erige en 70Arcosanti, un laboratorio urbano en el estado de Arizona, adelantándose de forma visionaria.

1970 el mundo todavía esta más cerca de la utopía de Zabriskie Point que de la distopía de la película Blade Runner.
Desarrolla los principios de la ecología con una filosofía humanista, Soleri propone una reformulación completa de la manera en que vivimos, pero concibiendo el espacio desde una premisa urbana.
Nace en Turín, trabaja con Frank Lloyd Wright en Arizona y Wisconsin, y comienza una relación con Estados Unidos que dura toda la vida.
En vez de la bestia de la megalópolis, la ciudad de Soleri es un organismo vivo a la medida del hombre, en armonía con el entorno.

No es un rechazo de lo urbano, sino una redefinición de su concepto.
Las ciudades son un instrumento necesario para la evolución de la humanidad”, decía, pero tal y como están concebidas, abarcando un terreno cada vez mayor, terminan transformando la tierra, convirtiendo granjas en aparcamientos, y derrochando enormes cantidades de tiempo y energía para transportar a la gente, a los bienes y servicios.
Mi solución es la implosión urbana, en vez de la explosión.
Este concepto holístico de la arquitectura se proyecta hacia el futuro, pero bebe de las fuentes del pasado.
Desde la Antigüedad, la humanidad desarrolla técnicas de construcción que en un momento parecen anticuadas, pero perciben otra percepción de los elementos, el terreno, la luz y las estaciones.
Soleri lleva este principio al espacio urbano, y lo llama Arcología, fusión entre arquitectura y ecología como respuesta a las nuevas demandas de la escasez de recursos.
La respuesta es el complejo de Arcosanti en el desierto de Arizona, iniciado en los años 70 como un laboratorio de construcción y reflexión.
Durante décadas muchos son los que pasan por allí para contribuir a su construcción y reflexionar con Soleri sobre el significado del proyecto.
Su trazado no incluye calles, con casas, oficinas, ruido y vehículos, pues está pensado para que sus habitantes se sientan parte de una comunidad construida a su medida, donde lo profesional y lo residencial forman parte de un todo armonioso.
El hormigón remozado de limo local hace que las formas de los edificios se fundan con el paisaje, construcciones orgánicas que están casi siempre orientadas al sur, aprovechando el calor en invierno y manteniéndose frescas en verano, y cuyos espacios comunes están ideados para una sociedad en la que sus miembros se encuentran, en vez de darse la espalda.
Una parte de la financiación para esta utopía proviene de la especialización de Arcosanti en la construcción de campanas de bronce y cerámica que suenan con el viento, una industria artesanal que inició el propio Soleri y hoy todavía se siguen produciendo, así como de los talleres y conferencias que atraen a gente de todo el mundo para conocer el proyecto de cerca y vivir la experiencia de una ciudad en la que todo está pensado para una economía circular, con la reutilización de los recursos, y para la mejora de la calidad de vida: desde las higueras que completan la arquitectura dando sombra y frutos, hasta los invernaderos donde los ciudadanos cultivan sus alimentos o su anfiteatro, centro de la vida cultural en el que actúan compañías de danza internacionales.
Estamos acostumbrados, en definitiva, a que la ciudad se coma terreno, flora y fauna para convertirlo en otra cosa, en tejido urbano.
Arcosanti se desarrolla incorporando todo aquello que la rodea para que no haya una ruptura entre el hábitat de los hombres y lo que les rodea.
Esta utopía de 1970 muestra antes que nada se debería concebir la planificación urbana, para que el resultado ayude a reflexionar sobre el futuro de la arquitectura.
Gössel, P. (2007). The A-Z of Modern Architecture (Vol. 1). Deutscher Taschenbuch Verlag
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