
Considerado uno de los mayores representantes del modernismo catalán, que tiene más representación arquitectónica que pictórica, de un movimiento artístico finisecular internacional, el barcelonés Ramon Casas i Carbo (1886-1932) se forma en un principio en su ciudad, en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja, bajo tutela del pintor Juan Vicens, para después en 1881, viajar a Paris donde completa su aprendizaje con Carolus Duran, un excelente pintor naturalista muy próximo a Manet y sobre todo como este, con gran amor por la Escuela Española y Velázquez.

1885 Casas pasa por Madrid para profundizar en su conocimiento de Velázquez, dedicándose a copiar sus obras en el Museo del Prado.

En 1877 abandona la escuela para estudiar arte en el estudio de Juan Vicens Cots.
1890 se instala de nuevo en Paris esta vez en compañía de Santiago Rusiñol y Miguel Utrillo, centrando su atención en temas urbanos dentro de una visión naturalista.

Además del desarrollo de la pintura, cultiva la ilustración gráfica y el retrato.

Aunque sea difícil deslindar que implica el Modernismo en el terreno pictórico, Casas simpatiza con los ideales estéticos y culturales.

En este sentido secunda con entusiasmo la iniciativa de su colega y amigo Santiago Rusiñol de las fiestas modernas en Cau Ferrat (Sitges) y participa activamente de la formación y desarrollo del grupo de Els Quatre Gats, así llamado por el nombre de la cervecería donde se reúnen sus miembros.

Ramon Casas aparece vinculado a mucha de las mejores revistas culturales de vanguardia de la Barcelona de estos años, como la también llamada Els Quatre Gats, Pel Ploma y Forma, en las que colabora como ilustrador.

Tuvo una gran amistad con Santiago Rusiñol, Eugène Carrière e Ignacio Zuloaga.
Inquieto, no se conforma con rentabilizar su talento como retratista, faceta de la que obtiene un gran éxito, recibiendo encargos por doquier en la medida que consigue dar un aire moderno a un genero muy anquilosado, sino que sigue viajando por todo el mundo, incluido el cada vez más pujante mundo americano.

1908 viaja a Cuba y EEUU, país este ultimo que gracias a su estrecha amistad con el millonario Charles Deering, se hace con una importante clientela.

Asentada su posición no para de viajar por Europa donde además de Francia, visita Italia, Austria, Hungría y otros países.

Muchas de estas visitas tienen el añadido de poder exhibir su obra en los centros artísticos mas relevantes, lo que le vale un importante reconocimiento internacional.

Casas pertenece a la generación de artistas que empiezan a hacerse valer sin complejos fuera de su país natal, una generación compuesta por Sorolla, Zuloaga, Anglada Camarasa, Rusiñol y tantos otros a quien corresponde ser pioneros de una actitud generalizada en generaciones sucesivas.

Pictóricamente Casas es naturalista en la estela de Manet, Whisler, Degas, Toulouse Lautrec, Caillebote…

Su óleo de una Ejecución mediante El garrote vil gana uno de los premios principales en Múnich en 1901.
Como ocurre con la mayor parte de estos pintores, su temática consiste en escenas de la vida moderna urbana, aunque con marcada predilección por los interiores.

En 1902 doce de sus obras quedan expuestas de forma permanente en el Círculo del Liceo, club exclusivo asociado al Teatro de la Ópera barcelonés.
Uno de sus mas apreciables rasgos de modernidad es su pasión y talento para la ilustración grafica, lo que le conduce al terreno del cartelismo, donde logra estampas diseñadas con un espíritu innovador en la estela de Toulouse Lautrec.

Tan extraordinaria son sus dotes de dibujante, que no sabe entender bien el calado moderno de esta pericia, algo que se le sigue reprochando hasta después de su muerte.

La carga, el cuadro con el que consigue una de las primeras medallas de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904, a pesar del escabroso tema que lo inspira, contiene de forma magistral todas sus mejores virtudes.

Representa la violenta represión con que la guardia civil a caballo arremete sin contemplaciones contra una manifestación obrera, que discurre como se ve en el fondo, sobre un paisaje de fábricas, vecino a la basílica de Santa María del Mar.

Aunque se permite licencias del paisaje urbano, a nadie que conozca el lugar le cuesta trabajo identificar el paisaje con Barcelona, incluso a mas de un siglo de los hechos narrados.

Estos dejan una profunda huella en la historia del país, pero al ser pintados muy poco después de producirse, la tela esta dedicada a la terrible represión a las violentas algaradas populares con motivo de la huelga general que paraliza Barcelona el 17 de febrero de 1902.

Se puede entender el efecto polémico que produce la pintura, polémica apenas encubierta por el galardón oficial que sorprendentemente recibe.

Tras el ingreso en las colecciones del Estado no solo es exhibido, sino confinado como deposito en el Museo de Olot, hasta fechas recientes ha permanecido a buen recaudo de una mirada masiva.

En 1913 compró una vivienda en Barcelona, una torre en el barrio de Sant Gervasi. En 1915 realizó expuso conjuntamente con Rusiñol y Clarassó en la Sala Parés, conmemorando así el 25º aniversario de su primera exposición conjunta.
Pero el interés de La carga no se agota solo en el hecho de haber sido un valiente testimonio histórico de un tema conflictivo y candente, ya que el cuadro esta repleto de otras aportaciones muy interesantes.

Desde mitad del XIX Gustave Courbet sorprende a todo el mundo con el tratamiento de monumentalidad de episodios cotidianos de intrascendente vulgaridad, que insinúan un trasfondo de conflictividad social.

Murió el 29 de febrero de 1932, siendo enterrado en el Cementerio de Montjuïc de Barcelona.
Pero la aplicación de este recurso por parte de Casas es un reportaje gráfico de inequívoco cariz de militancia política.
Trianart foto
CALVO SERRALLER FRANCISCO, FUSI AIZPURUA JUAN PABLO, El espejo del tiempo. Taurus. Madrid 2009.
Siempre he pensado que nadie pinta tan triste París como Casas y Rusiñol. Si comparamos el cuadro que pones del Moulin de la galette con los franceses de esa época… Qué les debió pasar allí a los dos…
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Que bonita la apreciación que haces, que poética. París aunque es una ciudad de aluvión, como ninguna otra, también devoraba, se tragaba a la sabia nueva que allí llegaba, como toda gran ciudad, quizás mas. Los cuadros de ambos han resistido muy bien el paso del tiempo.
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