
De Valladolid, miembro de una numerosísima familia, formada por Gregorio González y la malagueña Isabel Pérez, José Victoriano Carmelo Carlos González Pérez (1887-1927) conocido como Juan Gris, nace y se forma en Madrid.

Alumno de la Escuela de Artes e Industrias, es significativo que en sus primeros estudios tuviera relación con el dibujo técnico.
Después termina su formación en el taller del pintor, José Moreno Carbonero.
1902 cuando sube al trono Alfonso XIII, Juan Gris tiene 15 años.
1927 un cuarto de siglo después fecha de su muerte en Boulogne Sur Seine, en España sigue reinando el mismo rey aunque a punto de abdicar y exiliarse al extranjero.
1906 instalado en Paris, Juan Gris fragua allí su importante papel en la vanguardia internacional como uno de los representantes mas decisivos del Cubismo.

Esto es por completo de espaldas a la realidad artística y social de España.
Casado con una francesa, a Juan Gris le es denegada la nacionalidad en el país de acogida, lo que no solo aclara cual era su voluntad personal al respecto, sino en general la situación de los artistas españoles verdaderamente integrados en los cenáculos de la vanguardia internacional.
El momento mas importante en su evolución artística se produce a partir de segunda década del siglo XX, cuando ocupa un lugar de liderazgo entre los primeros cubistas, del que no se apea hasta su declive físico y fuerte crisis que asola a la vanguardia en la década siguiente.

Salvo Picasso, 12 años mayor que él, que le precede casi otros 12 en su instalación en Paris, hay que esperar a los años 20 para encontrar a otros artistas españoles que puedan rivalizar con ellos en cuanto a asumir un crédito semejante en la vanguardia internacional.
Antes de adoptar los presupuestos del Cubismo, esta a la expectativa.
Tiene muy claro que tiene que ir a Paris, donde además marcha para evitar el servicio militar español.
Una vez instalado allí, sin definirse artísticamente en el hervidero de novedades que es Montmartre, sabe que hay que mirar lo que hace Picasso y su sofisticado entorno vanguardista, en el que se integra sin problemas.
Sobrevive como antes en Madrid, sacando provecho de sus dotes caricaturescas.

En este privilegiado contexto, comprende de inmediato la importancia del cubismo, afiliándose a su revolucionaria doctrina, fruto de lo cual es su participación en el grupo de Puteaux, también conocido como La Section d´Or del que forman parte Leger, Gleizes, Metzinger, Archipenko y los hermanos Duchamp.
Bien arropado, no tarda en despertar admiración entre la elite vanguardista y sus mas cualificados portavoces, como Apollinaire, Kanhweiler, Gertrude Stein, Maurice Raynal o Pierre Reverdy.

1911-1915 la obra que realiza dentro de lo que se denomina Cubismo Sintético es de una relevancia que le hace ser considerado ya entonces como uno de los grandes.
Se suele decir que al principio de su trayectoria esta muy integrado en el modelo de Picasso, lo que es indudable y que el propio Gris no oculta, pero es evidente que su sensibilidad y su concepción artística es muy diferente de la del genio malagueño.

También lo es su mentalidad, porque Gris tiene un espíritu mas racionalista, analítico y controlado, algo que explica bien su manera de congeniar con el modelo francés.
Muy apegado a antiguos maestros franceses como Fouquet, Philippe de Champaigne, Chardin, Ingres, Corot, Cezanne o Seurat.

El maestro español que mas le seduce es Zurbaran, quien se sale de la impronta impresionista española más característica.
En ese sentido, se entiende que el aprecio de los vanguardistas españoles por Gris, salvo el que le profesa Picasso, es nulo.

Ni lo entendieron en vida, ni tampoco después, dando la impresión que tenia que ser respetado un poco al dictado extranjero.
Y si los artistas de la vanguardia española afincados en Paris por aquel entonces no se lo tomaban en serio, no cuesta trabajo pensar en la nula proyección en los cenáculos locales del primer cuarto de siglo.

Aunque en España hay tempranas y aisladas manifestaciones en los comienzos de la revolución vanguardista del siglo XX, nada cuaja con fuerza hasta 1925.
1912 la exposición que se hace en la galería Dalmau de obras cubistas, entre las que se encuentran algunas de Juan Gris, no tiene resonancia, ni consecuencias locales.
1915 como la que patrocina en Madrid Ramon Gómez de la Serna, con el título Los pintores íntegros.

Por otro lado, cuando los jóvenes españoles interesados en la vanguardia comienzan a movilizarse, a finales de 1920, la intensa actividad política que genera la instauración de la II República, repatria a muchos que se han instalado en Paris, llegando algunos a abandonar temporalmente la actividad artística.
Tampoco se puede ignorar el llamado retorno al orden de la década de 1920 se transforma en una defensa del realismo político durante la de 1930.
Con lo que el entusiasmo de renovación vanguardista en España se termina justo cuando esta en trances de arrancar.

Con todo esto se comprende la indiferencia, e incluso la hostilidad que produce la figura de Juan Gris, cuya sensibilidad y pensamiento, esta en las antípodas de lo que tradición o vanguardia se considera como más característico del estilo español.
En De las posibilidades de la pintura, una conferencia pronunciada por Gris en la Sorbona y publicada después bajo ese título, insiste en su vocación analítica y deductiva, ilustrándola mediante el ejemplo de que a diferencia de Cezanne, quien convertía una botella en un cilindro, el parte de un cilindro para hacer una botella.

Sea como sea, juan Gris fue tan incomprendido por sus compatriotas, como estimado por sus amigos franceses y en general por todo el mundo de la vanguardia parisina, incluido por Modigliani.
La pintura de Gris elegida es la de su esposa y compañera hasta la muerte, la francesa Josette Herpin.

Gris, hombre guapo, divertido y encantador, demuestra tener una gran capacidad de seducción que sabe controlar a través de su espíritu reflexivo y de una extrema concentración en su trabajo.
No obstante, antes de su relación estable con Josette, tiene intensos amoríos con Lucie Belin, fruto de los cuales fue su hijo Georges, nacido en 1909.

De todas formas, la mujer de su vida, su musa, fue Josette, que le sirve de modelo para este retrato fechado en 1916, fecha de especial trascendencia para su existencia y su arte porque coincide con un momento especialmente dramático de la I Guerra Mundial, como con los primeros pasos del incipiente clasicismo posterior calificado como de retorno al orden.
Es Picasso quien primero intuye ese cambio en ciernes, pero Gris no tarda en darle la réplica con su interés por el decimonónico paisajista francés Corot.

En ese sentido la obra clave es la versión cubista que Gris hace del cuadro Muchacha con mandolina (1916) de Corot con el que su retrato de Josette guarda estrecha correspondencia.
El trasfondo para el cambio que se insinúa en estas obras es el muy difícil de la retaguardia en Francia para un joven extranjero procedente de un país neutral, sobre todo si tal joven es un pintor de vanguardia en un momento en el que a algunos exaltados les da por afirmar que el Cubismo es un producto alemán.

Al margen de esta absurda descalificación, lo cierto es que el Cubismo esta entrando en un impasse, lo que provoca la necesidad de confrontarlo con la tradición.
Volver sobre maestros como Ingress o Corot no solo es una decisión pictóricamente inteligente sino adecuada para contrarrestar suspicacias nacionalistas.
Por lo demás el retrato de Josette es un prodigio de síntesis entre toda la intensa experiencia cubista anterior y sin traicionar esta, la necesidad sobrevenida de encuadrarla en un orden histórico.

Foto Trianart
CALVO SERRALLER Francisco, FUSSI AIZPURÚA Juan Pablo. El espejo del tiempo. Taurus. Madrid 2009.
Graciasss, uno de mis artistas preferidos
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Menos mal porque casi todo el mundo lo detesta, pero incluso hoy día. Gracias por tu comentario.
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