
Aunque el autor nace 25 años después de los sucesos y pinta el cuadro 50 años después de lo ocurrido, en la que el general Castaño derrota al ejército francés y al invicto general Dupont, se convierte en uno de los iconos de la Guerra de la Independencia.

Se trata de la obra más importante del pintor José Casado del Alisal y representa uno de los acontecimientos históricos de la historia de España: la primera victoria de las tropas españolas frente a los ejércitos franceses durante la Guerra de la Independencia.
La pintó en París en 1863 mientras disfrutaba de una beca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para continuar sus estudios de pintura, donde Casado del Alisal pudo documentarse más fácilmente sobre los uniformes franceses.
El anacronismo queda compensado porque la pintura de historia se desarrolla en la segunda mitad del XIX, y porque en la representación de la gesta épica, lo que importa no es tanto el testimonio directo, sino su decantación ideológica.

Precisamente el desfase ideológico permite entre lo acaecido y lo pintado permite que Casado pueda interpretar el acontecimiento en la Escuela Española, cuyo precedente más ilustre, ética y estéticamente es La rendición de Breda, que casado intenta parodiar en más de un elemento al comparar los lienzos.


El más importante elemento que extrae de Velázquez es simbólico y es el sello de la firma que se ratifica con un apretón de manos caballeroso al vencido, quien responde con la misma cortesía.

El cuadro nos muestra dos momentos distintos de la batalla: la capitulación y la ceremonia de la rendición en la que Dupont y sus soldados rendidos desfilan ante el ejército español. El artista representa a ambos bandos uno a cada lado del cuadro encabezados por los respectivos generales al mando: a la izquierda el general Castaños lidera las tropas españolas y a la derecha el general Dupont hace lo propio con las francesas.
El gesto tiene más valor en el enfrentamiento de Bailén, pues en él, la lucha es cruenta, de resultado incierto y llevado a cabo en condiciones materiales muy penosas, en medio de un sofocante calor y con los combatientes de ambos lados muertos de sed.

Detalle de la obra que representa al general francés Dupont rindiéndose con los brazos abiertos al general Castaños
El semblante de ambos generales lo dice todo: los franceses, Dupont y Gobert, altivos y orgullosos se rinden, abriendo sus brazos en señal de sumisión máxima, mientras el general Castaños muestra sus respetos al enemigo vencido.
A ambos lados de la capitulación grupos de soldados de cada ejército componen el primer plano de la composición. Tras ellos Casado del Alisal nos muestra una panorámica del campo de batalla interrumpida únicamente por las banderas y estandartes que se interpretan como otro homenaje al cuadro de Velázquez.Este cuadro fue adquirido para sí por la reina Isabel II. Alfonso XIII lo donó en 1921 al desaparecido Museo de Arte Moderno, desde donde pasó a las colecciones del Museo del Prado.
Aunque las penalidades de los franceses es tan grande que prácticamente terminaron exterminados, lo importante del gesto inmortalizado a través de la representación artística no es tanto lo que refleja, como su verosimilitud.

2.- ¿Por qué parece más arrogante Dupont? Sencillamente porque mantiene con su cuerpo una postura más vertical. Es precisamente debido a este motivo por el que los críticos españoles lanzaron su furia contra el pintor. Aunque el general francés muestra la palma de la mano izquierda (ya hemos visto que se trata de un gesto con el que se quiere significar vencimiento) su postura hace invisibles los pequeños detalles.
3.- General Gobert, Jefe de la División de Coraceros. Cara de enfado, acaso de rencor (mentón bajado y ceño fruncido). En realidad, Gobert nunca estuvo allí, puesto que había muerto poco después de la batalla a resultas de una herida de bala en la cabeza.
4, 5, y 6.- Posiblemente los generales franceses Marescot, Charbert y Fresia. Sólo uno de ellos, el que se descubre, muestra su cortesía; el que se encuentra entre Gobert y Dupont mantiene un rostro totalmente inexpresivo, neutro. Un tercer general monta a caballo, casi con prisa por desaparecer de la escena. Entre los tres representan los tres únicos escenarios de intercomunicación entre los seres humanos: colaboración, indiferencia y confrontación. Las personas que son capaces de identificar la verdadera naturaleza del escenario en el que se encuentran sin dejarse engañar por las apariencias son la que habitualmente dominan todas las situaciones.
7.- Fijémonos ahora en el personaje que, todavía cubierto, y con una clara intención de no dejar de hacerlo, se encuentra detrás de Castaños. Es el general suizo Theodor von Reding, cuyo papel fue clave en el desenlace de la batalla y cuya antipatía hacia los franceses ya era manifiesta desde años antes de que tuviese lugar la batalla; ¿ven cómo también hace un paréntesis con su cuerpo, pero que lo hace en sentido inverso? Al arquear así su cuerpo tiene que tensar el cuello, su compostura trasluce severidad, intransigencia… y soberbia, con lo que se engrandece todavía más la imagen del amable, sexagenario y victorioso Castaños.
8.- General Manuel de la Peña, al mando de la Tercera División, la de los garrocheros de Úbeda, jinetes que nunca habían entrado en combate y cuya experiencia anterior consistía en guardar rebaños de toros bravos; desempeñaron un papel decisivo en la batalla. De la Peña mantiene una actitud muy similar a la de von Reding.
9.- Soldado regular del ejército español. Nótese su compostura en comparación a la de los legionarios franceses de la derecha (nº 14) no obstante su campesino tocado. La postura del cuerpo, tal como se ha visto anteriormente, puede salvar la proyección de la imagen personal prácticamente en todas las circunstancias.
10, 11 y 12.- Garrocheros y voluntarios de los alrededores.
El nº 11, que se cuida una herida, mantiene la mirada torva, con le cuerpo ladeado (rencor); el nº 8, quien empuña una enseña francesa, se muestra mucho más gallardo que el general Castaños; detrás de él, nº 13, otro volutnario vocifera a la española, rompiendo la solemnidad del acto.
13.- Posiblemente los generales Félix Jones (español de origen irlandés) y Tomás Moreno. No ofrecen ninguna expresividad en particular y acaso sólo su presencia solo cumplan la función pictórica de dotar con mayor volumen a la parte del cuadro correspondiente a los españoles.
El cómo pensamos o creemos que nos hubiera gustado que hubiera sido.
Casado se documenta al máximo de lo acontecido y el cuadro refleja lo esencial.
Así además de estar representado por dos generales enfrentados, el pintor incluye a otros dos que también intervienen en la contienda, aunque no estén presentes en el acto oficial de la rendición.
Esta no se produce en el campo de batalla cercano a Bailen, sino que es firmada en Andujar el 22 de julio, tres días después de la victoria de España, cuyo ejercito es una mezcla entre tropas regulares y guerrilleros populares, comandada también por otros generales.
Todos aparecen tras la figura del general Castaños, como los otros generales franceses lo hacen tras la figura del general Dupont, aunque ni los unos ni los otros estén presentes en el momento de la rendición formal.
Desde el punto de vista artístico Casado recrea la composición de Las Lanzas de Velazquez, de quien también toma otros detalles de menor enjundia visual.
Semejante motivo de inspiración enaltece por si el criterio de Casado, pues cuando pinta el cuadro en Paris, no se ha producido todavía el viaje de Manet a España de consecuencias tan increíbles para la repercusión internacional de Velázquez, cuyo punto álgido tiene que ver en los siguientes 20 años, sin decaer hasta hoy.
Hacia el cambio de siglo XX, en las dos primeras décadas es cuando se produce el descubrimiento de la Escuela Española a través de la reivindicación del Greco, pintor que entusiasma a las primeras vanguardias del XX, al primer Picasso, saturado de la consagración de Velázquez cuyo tercer centenario se celebra con boato en 1899.
De todas maneras, fijarse en Velázquez en a principios de 1860 dice mucho sobre Casado de Alisal, como sobre su coetáneo, Eduardo Rosales, pintor con mas potencialidades que aquel, cuya prematura muerte rompe las esperanzas que había sobre su persona.
Ni Casado ni Rosales logran extraer como si hace Manet, el enorme potencial modernizador de Velázquez, lo que no significa que no vigorizaran con su realismo el encorsetado y trasnochado panorama de la pintura española del momento.
Casado reinterpreta el genio de Velázquez, de manera mas superficial y limitada que Rosales, quien ahonda mejor en la factura velazqueña.
La rendición de Bailen es exhibido en el Teatro Real de Madrid antes de concurrir a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1864, en la que obtiene la primera medalla, lo que da cuenta del entusiasmo de publico y critica que suscita, sin mencionar que es adquirido por Isabel II.
Por lo que esta obra supone un hito en la pintura de historia española del XIX.
El cuadro además de la influencia de Velázquez, tiene influencias de la pintura romántica francesa.
CALVO SERRALLER Francisco, FUSI AIZPURÚA Juan Pablo, El espejo del tiempo. Editorial Taurus, Madrid 2009.
https://arsenallecomtearts.wordpress.com/2014/10/18/jose-casado-del-alisal-la-rendicion-de-bailen/
Foto Trianart
http://historiaenelaula23.blogspot.com/2012/06/la-rendicion-de-bailen-de-casado-del.html
