


Siempre Hitler abomina de la arquitectura moderna por lo que supone de ruptura.


Aunque durante la segunda guerra mundial lidera sus campañas aéreas relámpagos desde las entrañas de las estructuras de hormigón más radicales erigidas hasta ese momento.

En lo profundo del bosque polaco de Mazuria, la Organización Todt, denominada así por el ingeniero que confecciona las autopistas de Hitler, construye la Wolfsschanze o Guarida del Lobo.


27 acres de extravagantes edificios y búnkeres de hormigón.

Aquí es donde el coronel von Stauffenberg falla en su intento de asesinar a Hitler en 1944 y donde el Führer pasea a su pastor alemán Blondi, antes de las reuniones matinales.




El complejo incluye casino y sauna, viviendas fortificadas para Hitler, Goering y otros altos mandos junto con dependencias de oficiales y barracones, para 3000 personas.



Los propios colosales búnkeres de Hitler se parecen de manera inquietante a la arquitectura brutalista de los 50.

La SS electrifica el edificio para que se autodestruyan en caso de que la Guarida del Lobo sea invadida por el Ejército Rojo.

Al final los soviéticos llegan y el complejo es volado, pero es tal la calidad del hormigón armado de Todt que es casi imposible destruir la Guarida del Lobo.

En la actualidad sobrevive como un monumento a las fallidas ambiciones de Hitler y como prueba de la gran fuerza y cualidades duraderas de la construcción del hormigón.
