
1588 el fallecimiento de Sánchez Coello abre el paso a una nueva generación de retratistas españoles oscurecida hasta entonces por la poderosa figura de este pintor.



Juan de Austria. Obra atribuida a Pantoja de la Cruz.
Ninguno de los cuales altera el modelo de cortesano fraguado en la época de Felipe II por Sánchez Coello a partir de los precedentes de Antonio Moro y Tiziano.


Es el caso de Juan Pantoja de la Cruz que no empieza a firmar los retratos oficiales hasta la muerte de Sánchez Coello, de quien es colaborador.


Retrato del conde de Villalonga Pedro Franqueza (Igualada 1547 – León 1614), secretario del Consejo de Estado. Obra de Pantoja de la Cruz.

Emmanuel Philibert, Duke of Savoy, painting in El Escorial. Obra de Pantoja de la Cruz.
Con respecto al modelo establecido, este pintor no aporta absolutamente nada desde el punto de vista iconográfico



Margaret of Austria, Queen of Spain. 1605. Obra de Pantoja de la Cruz.
El modelo consiste en exaltar la majestad de la persona real retratada, mientras que se obvian sus peculiaridades sus cualidades psicológicas, pero nunca la calidad y significación de los atavíos.

Un caballero santiaguista, óleo sobre lienzo, 51 x 47 cm, firmado, 1601. Obra de Juan Pantoja de la Cruz.

Obra de Pantoja de la Cruz.

Doña Ana Mauricia princesa de España, c. 1614. Obra de Pantoja de la Cruz.
Pantoja de la Cruz retrata al ultimo Felipe II y es nombrado pintor de cámara en 1596 y es el mejor de los continuadores de Sánchez Coello.


Obra de Pantoja de la Cruz.

El entorno artístico de Felipe III baja de nivel bastante, según Rubens en su viaje a Valladolid que no disimula su desencanto230.

La infanta Isabel Clara Eugenia. 1599 (Alte Pinakothek de Múnich, Alemania). Obra de Pantoja de la Cruz

Obra de Pantoja de la Cruz.

Juan Pantoja de la Cruz además de ser el perpetuador del modelo de retrato oficial, destaca por los detalles y sabe tratar con refinamiento el diseño de los trajes.



El Infante Don Felipe con armadura. 1594. Óleo sobre lienzo. 150 x 174 cm. Kunsthistorisches Museum. Viena. Austria. Obra de Pantoja de la Cruz.

Obra de Pantoja de la Cruz.

Catalina de la Cerda y Portugal, duquesa de Lerma. Obra de Pantoja de la Cruz.

En cuanto a las figuras además de hacerlas envaradas, su patrón geométrico les da fuerza y rotundidad, aunque ejecuta el encuadre los principios de perspectiva.

Esculturas orantes de Carlos V y su familia, 1599. Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. El Escorial. Madrid. Obra de Pantoja de la Cruz

Inmaculada. 1603. Óleo sobre lienzo. 244 x 162 cm. Museo Nacional de Escultura. Valladolid. Obra de Juan Pantoja de la Cruz.

Aunque su obra se dedica al retrato oficial, también acomete piezas de carácter religioso, como lo acreditan las obras que acomete en 1603 para el oratorio de la Reina en el Palacio Real de Valladolid.


Muestra ahí, las influencias de los maestros que trabajaron en el Monasterio del Escorial, pero también una interesante deriva naturalista, que demuestra el afianzamiento en España del realismo de inspiración contrarreformista.


San Nicolás de Tolentino, 1601, óleo sobre lienzo, 261 x 133 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Pantoja de la Cruz.
Pantoja cultiva otros géneros como el fresco, el bodegón o la miniatura, sin que hasta el momento haya sido posible encontrar ninguna pieza conservada.


Obra de Pantoja de la Cruz.


Infantin Isabella Clara Eugenia von Spanien. 1599. Obra de Pantoja de la Cruz.
La necesidad de marcar distancias que impone la retratística de la familia real de los Austria, obliga a Pantoja a reforzar el hieratismo solemne de sus modelos, a los que no puede perfilar psicológicamente.

La reina doña Margarita de Austria, óleo sobre lienzo, 207 x 122 cm, firmado, 1606. Museo del Prado. Obra de Juan Pantoja de la Cruz.

Obra de Pantoja de la Cruz.

Francisco de Sandoval y Rojas, Duke of Lerma. Obra de Pantoja de la Cruz.

Así y todo, logra algunos retratos que rozan la excelencia como el que pinta a Felipe II en 1590, o el de Isabel de Valois de 1608.


El de Felipe III es igualmente maravilloso, pero quizás por el menor interés y garbo de este monarca, mas propicio a los placeres cinegéticos que a las artes de gobierno, el efecto resulta más neutro y convencional.

Si se compara la calidad de Pantoja de la Cruz con sus sucesores inmediatos como Bartolomé González, Santiago Moran, Rodrigo de Villandrando o Francisco López, no solo Pantoja es superior a todos ellos, sino que es fácil comprender que sirven de puente o enlace del retrato español hasta Velázquez.


Felipe III, príncipe. 1590-92. Obra de Pantoja de la Cruz.

Calvo Serraller Francisco, Juan Pablo Fusi Aizpurúa, El espejo del tiempo, Editorial Taurus, Madrid 2009.
