Juan Bautista Maíno de Castro, Recuperación de Bahía de Todos los Santos, 1634

Recuperación de Bahía de Todos los Santos, 1634

Aunque cuando pinta el cuadro ya ha pasado un siglo y medio desde la llegada de Colon a América, el lienzo sirve como excusa para tratar el importante arte iberoamericano que comienza inmediatamente después del descubrimiento.

La producción artística de la era colonial es un producto hibrido de mestizaje no solo antropológico sino estético.

A pesar de la importancia que la metrópoli otorga al descubrimiento, son muy pocas las manifestaciones artísticas de rango realizadas en España por maestros españoles con temática americana.

Cuando empiezan a abundar las pinturas que alaban la gesta es en el XIX.

En el XVI, XVII y XVIII, es que se genera un flujo migratorio de artesanos y artistas españoles con destino a las nuevas posesiones americanas, así como los talleres de nuestro país trabajan mucho con vistas a la exportación de obras para las nuevas fundaciones, las cuales no cesan de acrecentarse.

Por lo demás el valor estratégico y económico de las posesiones americanas hasta el XVIII el teatro de operaciones esta en Europa, lo que explica la escasez de grandes obras españolas dedicadas a esta temática.

En el cuadro se celebra la recuperación de la ciudad de Bahía por obra de una fuerza expedicionaria hispano-portuguesa mandada por Fadrique de Toledo, que se la arrebata a los holandeses.

El pintor nace en España aunque de origen italiano, es uno de los mejores pintores españoles de la primera mitad del XVII, contando entre sus méritos el haber introducido en nuestro país la novedad del Naturismo caravaggista, en versión light.

Autorretrato

Pero si su talento es indiscutible, la influencia modernizadora se puede precisar en esta obra, porque de moderno tiene el que emplace una mujer atendiendo a un soldado herido, lo que no supone un rasgo de corte Naturista, sino una nueva manera de representar lo épico.

De esta forma Maíno resulta muy innovador junto a otros grandes cuadros que lo acompañan en su instalación en el Salón de los Reinos.

 Nace en Pastrana, Guadalajara, en 1578 (vive 71 años).
Primero se forma en Toledo, pero con un progenitor milanés, viaja a Italia, donde hasta 1611 mejora su formación artística.

En Milán inicia el periodo italiano, ciudad en la que aprende de la Escuela de Brescia, en particular de Girolamo Savoldo.

Tiene una larga estancia en ­Roma, donde analiza las novedades que en ella se están desarrollando durante la ­primera década del XVI, es decir el Naturismo y el Clasicismo.

Es grande la influencia de Caravaggio aunque opta por un Naturismo de formas suaves, luces claras y transparentes, e intenso cromatismo, cercano a Orazio Gentileschi y de Carlo Saraceni.

Los cuadros de pequeño formato de cobre son de los pintores nórdicos que residen en Roma.

Adam Elsheimer, entre ellos, con quien comparte el gusto por los paisajes umbríos, húmedos y con luces filtradas, aunque en ellas está también la huella poética de Annibale Carraci y Domenichio.

1611 de vuelta a Pastrana, pinta un retablo en el convento de las Franciscanas Concepcionistas.

Una Trinidad y una Encarnación, obras descubiertas hace poco y restauradas.

1611 está documentado que se establece en Toledo, donde confecciona obras para la Catedral (todas extraviadas).

1612 firma un contrato para el convento dominico de San Pedro Mártir, en el que pinta los lienzos del retablo mayor, 10 telas que se conservan en el Prado.

En este convento, erige frescos con escenas y alegorías en el coro alto y bajo, técnica que trae de Italia.

1616 acompaña a Madrid al padre Antonio de Sotomayor, quien en 1613 le admite en la Orden de Predicadores, con motivo de su nombramiento como confesor del  príncipe Felipe, que sera Felipe IV.

Es nombrado entonces, Maestro de pintura del mismo príncipe con un sueldo de 200 ducados anuales.

Por orden del padre Sotomayor pinta para la Sala Capitular del Convento de Atocha, donde vive, el altar de Santo Domingo en Soriano, cuyo lienzo se extravía, aunque se conservan 2 copias autógrafas en museos extranjeros.

1626 adjudica a Diego Velázquez la pieza de la Expulsión de los moriscos, cuadro para el que se convoca un concurso público.
1635, le es encargado pintar el cuadro de tema histórico, La recuperación de Bahía de Todos los Santos, para el Salón de Reinos del Buen Retiro.

Aunque el historiador Jusepe Martínez asegura que pinta poco, ya que no lo hace por necesidad, sino por placer, aparecen obras suyas, aunque  son muchas más las ­documentadas y ­las extraviadas.

Confecciona infinidad de cuadritos sobre cobre, que le dan la fama, de los que han sobrevivido algunos, ­como los de San Juan Bautista, conservados alguno en la Catedral de Málaga y otro en una colección particular

También hace retratos en miniatura y ya de mayor tamaño, el del ­jurista Diego Narbona, en el Museo del Prado, y de un fraile dominico, posiblemente un autorretrato, actualmente en el Ash­molean Museum de Oxford.

1649 fallece en Madrid.

Calvo Serraller Francisco, Juan Pablo Fusi, El espejo del tiempo, Taurus, Madrid 2009.

https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/maino-de-castro-juan-bautista/4703b4dc-3fe0-416b-bd4d-77b8cf954149

Algunas fotografías Trianart

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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