
En el panorama internacional el deconstructivismo pronto se ve frenado por la simplicidad que emerge al calor del debate sobre la reconstrucción de Berlín reunificado.

Los 80 son para España un periodo excepcional que culmina con grandes obras en los 90
Este renacer se retrotrae a la tradición moderna de épocas anteriores.
Tras el aislamiento de la posguerra, el espíritu moderno se recupera en los 50 gracias a la sensibilidad plástica de José Antonio Cordech y a la pureza estructural de Alejandro de Sota.






En los 60 la corriente orgánica se plasma en obras de José Francisco Sainz de Oíza y el debate cultural se anima con las aportaciones criticas de Oriol Bohigas en Barcelona y Fernández Alba en Madrid.













Las ideas de Venturi y Rossi tienen impacto en los 60 y son refundidas por Rafael Moneo cuyo Museo de Mérida se convierte en el emblema de la nueva arquitectura española.


La década de los 80 esta marcada por la renovación política y el auge económico y el dinamismo cultural, lo que supone la construcción de numerosos edificios públicos, encargados a muchos arquitectos jóvenes que saben combinar las tradiciones locales con los edificios modernos.
Barcelona se convierte en un modelo de regeneración urbana, tanto en el centro como en la periferia.
Dirigida por Bohigas, la transformación comienza con el diseño de pequeñas plazas y culmina con la reordenación metropolitana para los Juegos Olímpicos de 1992.

Se abre la ciudad al mar, se integra la nueva Villa Olimpica en el tejido existente y se añaden piezas de arquitectos foráneos como Foster, Isozaqui, Rossi etc.

Destacan el Palacio de los Deportes de Badalona (1987-1991) de Esteve Bonell y Francesc Rius.

Las instalaciones de tiro con arco de Enric Miralles y Carmen Pinos, que destacan también en El Parque Cementerio de Igualada.

El otro evento importante es la Expo de Sevilla del 92.

Como parte de esta se construye la Estacion de Santa Justa de Antonio Cruz y Antonio Ortiz, un edificio publico que pretende ordenar un entorno periférico.

Madrid es en 1992 capital europea de la cultura, destaca la transformación de Moneo de la Estacion de Atocha (1984-1992).

Muchos arquitectos ubicados en esta ciudad diseñan edificios institucionales para otros lugares como Juan Navarro Baldeweg autor del Palacio de Congresos de Salamanca.

Mientras Europa se debate entre la vanguardia de la experimentación y el retorno a la disciplina.
Renzo Piano diseña el aeropuerto de Kansai construido sobre una isla artificial en la bahía de Osaka (1988-1994).




Una operación similar esta prevista para Norman Foster en Hong-Kong.
Lo que demuestra que los aeropuertos recuperan su relevancia arquitectónica.
En occidente sigue viva la polémica de la congestión del centro urbano frente a la dispersión de la periferia.
Rem Koolhaas tiende un puente entre las concepciones europeas y americanas.




Apologista de la densidad urbana de Manhatan, los proyectos para la Office for Metropolitan Architecture (OMA) combina rasgos de los 50 con rasgos de los constructivistas rusos de los 20.



Sus ideas audaces se refieren a un tratamiento de las periferias urbanas basado en la concentración de las funciones y en el tamaño de las formas.
Paradigma de todo ello es el conjunto de Eurolille, desarrollado en torno a la estación de Lille, el centro neuralgico de toda la red ferroviaria europea de alta velocidad.
Tras ganar el concurso urbanístico de 1998, Koolhaas construye el Congrexpo (1990-1994), un gigantesco ovalo cortado en tres partes, un auditorio de música, un palacio de congresos y una zona de exposiciones, individualizada en el exterior gracias al uso de diferente uso de materiales.

Destaca también en esta década, la nueva Biblioteca Nacional de Francia (1989-1995) de Dominique Perrault que son bloques acristalados como inmensos libros abiertos.



Hay una propuesta del critico Vittorio Magnano Lampurdani de volver al orden de la composición tradicional y a la austeridad de la arquitectura anónima.

En el extremo opuesto esta Daniel Libenskind, deconstructivista que considera esa postura como un autoritario intento de encorsetar la libertad individual.

Ambas concepciones se enfrentan abiertamente en el concurso para la ordenación de la Alexanderplatz (1993) decantado finalmente en favor de una manzana cerrada, a los rascacielos escalonados y al lenguaje convencional de la arquitectura neutra que gana Hans Kollhoff.

Daniel Libeskind es uno de los artistas mas controvertidos de finales de los 80 y de la década de los 90 y su obra provoca discusiones, porque solo realiza una parte mínima de sus proyectos.

Es quizás la obra más emblemática y seguramente póstuma del Deconstructivismo
Entre las pocas obras realizadas destacan el Judisches Museum de Berlin, inaugurado el 30 de enero de 1999.

Es el primer proyecto que logra realizar el más intelectual del deconstructivismo.

No hay nada en él de posmoderno, este museo solo trata de reflejar la historia de la comunidad judía en Berlín.

El mismo Libeskind define la obra como un museo construido en torno al vacío originado por la perdida de la vida de tantos judíos y que da lugar al Holocausto.



El edificio adquiere una significación mas profunda por incorporar visiblemente una estrella de David rota, relacionada con los lugares en los que en otro tiempo transcurre la vida de los judíos berlineses.


La arquitectura con sus avances y retrocesos, se cierra a la accesibilidad fácil de visitantes y espectadores y reclama el carácter de escultura arquitectónica.



Los 80 se hacen grandes complejos museísticos, una época desbordante, con cultura festiva, los 90 son una cultura del recuerdo de carácter más reflexivo.

El enfrentamiento con la historia y con el recuerdo de personajes y acontecimientos históricos es uno de los temas centrales de la década en los monumentos, exposiciones y lugares conmemorativos.
El fin de milenio supone reflexión sobre pasado y futuro, pero el aniversario de los 50 años del fin de la II Guerra Mundial en 1995 deja huellas claras.
Muchas de las arquitecturas construidas entonces, pueden interpretarse como esculturas monumentales.
Eso puede decirse de la obra de Daniel Liveskind, que se presenta como un compromiso con la historia del lugar.
Da la impresión de que los limites entre la escultura y la arquitectura se borran.
Como en el Pasaje conmemorativo que Dani Karavan hace en 1994 en Port-Bou.
En un momento de total desesperación Walter Benjamín se suicida en 1940 en este lugar costero cuando huye del régimen de terror impuesto por el nacionalsocialismo.
En el pasaje conmemorativo, Karavan reviste el acontecimiento con una imagen sensible.
Entre las dos paredes de acero de 2,35 metros de altura y de color rojo de herrumbre, una estrecha escalera desciende desde el cementerio de Port Bou.
En la parte superior 87 peldaños de acero están cubiertos, pero en la parte inferior se abre sobre ellos el cielo, antes de que la escalera se detenga súbitamente.
Bajo el llano hay más que un precipicio sin salida, al final del cual retumba el mar, es el precipicio que descubre Benjamín al descubrir que su huida no le conducía a ninguna parte.
Para Jochen Gerz, el régimen nacionalsocialista alemán de entre 1933 a 1945, es el tema del artista.
Destacan entre sus piezas el monumento en la Schlossplatz de Saabruken de 1993, en cuya parte inferior hay 2146 adoquines con los nombres de todos los cementerios judíos existentes en Alemania antes de la II Guerra Mundial.
En La encuesta de Bremen (1995) es un voladizo con vista panorámica ubicado en el puente sobre el Weser.
Una placa con instrucciones invita al transeúnte a imaginar su propio monumento y a pensar en el tema del mismo.
En Hamburgo hace un pilar cuadrado recubierto de plomo de doce metros de altura que va hundiéndose poco a poco.
A quienes durante años pasan por allí se les invita a formular por escrito su opinión sobre el fascismo en la blanca superficie de plomo, antes de que el pilar con los escritos se hunda en el suelo.
Así Libeskind en su arquitectura aborda la historia de modo sensorial, Karavan y Gerz invitan a analizar intelectualmente sus temas.
Ambas formas de interpretar acontecimientos históricos suponen una nueva vía.
En este periodo de 1990-2000 hay una preocupación en la arquitectura por la construcción de proyectos sostenibles como se muestra en el proyecto de casa ecológica de Thomas Spiegelhalter de la Casa Breisach.
Es una casa autárquica que no se abastece de corriente de la red publica ni utiliza mas agua que la que le proporciona directamente la naturaleza.6
Excelente síntesis!
Como profesora de Filosofía, que gusta de la Arquitectura, me ilustró mucho este trabajo.
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Gracias por ser tan amable.
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