
Jakob Fugger el banquero del emperador Carlos V y el hombre mas rico de su tiempo, crea en 1521 en su ciudad natal Ausburgo, el Fuggerei, una colonia de viviendas para ciudadanos pobres y necesitados, con un núcleo urbano con 8 calles, 67 casas, 140 viviendas, iglesia propia, cerrada por murallas y puertas.







Luis Vives publica en 1521 en Brujas, De subventione pauperum (el socorro de los pobres), el primer ensayo donde plantea la necesidad de establecer un sistema público de beneficencia y sanidad para tratar el problema de la pobreza y la mendicidad

La belleza es la esencia de la Italia renacentista, la pobreza el problema social del Renacimiento en todas partes.

Pobreza y mendicidad no son hechos nuevos, son tan antiguos como la humanidad.

Ordenes religiosas, señores feudales y organismos locales hacen frente de distinta manera con asistencias caritativas a lo largo de la Edad Media.

Lo nuevo del siglo XVI es la conciencia de la pobreza y la mendicidad, entendida como la obligación (y necesidad) de los poderes públicos y de la Iglesia como institución y del cristiano en tanto que tal de atender al pobre, de responder institucionalmente al problema de la pobreza y al socorro individual de indigentes y mendigos.

Es un problema amplio y complejo.

La mendicidad, la pobreza, encubren situaciones lamentables, como ancianos, pobres, niños abandonados, vagabundos, maleantes, gitanos, picaros.

La esplendida Roma de Julio II y Leon X, tenia su lado oscuro, la Roma de La Lozana andaluza de Fernando Delicado (1528) una obra publicada en la propia Italia, en Venecia, una Roma marginal, llena de picaros y alcahuetas, prostitutas, vendedoras, lavanderas, costureras, tenderos…




El mundo del Lazarillo de Tormes (1554) publicada en Burgos, Alcala y Amberes, bajo una forma de una cruel, divertida y esperpéntica biografía.


La frontera entre la mendicidad y la delincuencia no esta clara y no lo es para las autoridades de la época.

A mediados del XVI un 10% de la población europea vive en condiciones deplorables de vivienda, higiene, alimentación y sanidad.

La peste negra no vuelve a repetirse, pero las hambrunas, epidemias de peste y fiebres, crisis de subsistencia y en la segunda parte del XVI elevación y carestía de los precios golpean en todas partes a los sectores marginados de las sociedades urbanas y campesinas renacentistas.

Inglaterra sufre crisis graves asociadas con malas cosechas, hambre y mortalidad en 1555-1556 y 1596-1597.

Su población pierde 200000 personas entre 1553 y 1558.

Francia en el que el XVI supone crecimiento y prosperidad, tiene también años de malas cosechas en 1513-1515 o de epidemias mortíferas como la peste a finales de 1520 o de grave crisis de subsistencia por el alza de precios y las hambrunas que provoca en 1562-63, 1573-74, 1586-87 y 1590-92.

Entre 1576-77, 35000 personas mueren de peste en Venecia, Tiziano entre ellas, y 100000 en toda Italia.

España padece crisis de subsistencia y epidemias en 1504-6, 1527-30, 1540-41, 1557-58, y la peor entre 1596 y 1602.

La pobreza como un tema recurrente de preocupación publica se muestra en las obras como Deliberación de la causa de los pobres (1545) del dominico Domingo de Soto, De la ordenación que se ha instaurado en las limosnas para socorrer a los verdaderos pobres en algunas ciudades españolas (1545) del benedictino Fray Juan de Robles o Discurso para la verdadera protección de los verdaderos pobres, la eliminación de los simuladores, la fundación y el refugio de los pobres (1598) de Cristobal Perez de Herrera.

Las iniciativas para encontrar respuestas al problema de la pobreza son comunes en toda Europa a lo largo del XVI.

En el caso de Londres las instituciones crean San Bartolome para enfermos y paralíticos, el de Santo Tomas para ancianos, el de Cristo para niños, y Bedlan para los locos, son ampliados y mejorados y reciben gran atención.

Se regula la atención a los pobres con leyes, pero también prohibiendo la mendicidad a partir de 1520 en ciudades como Brujas, Nuremberg, Norwich, Estraburgo o Venecia.

Son fundados hospitales, hospicios, albergues de beneficencias, asilos e instituciones similares tanto en ciudades católicas como protestantes, tal vez más en las católicas donde las buenas obras es una forma de redención y expiación del pecado.

En la España del XVI es enorme el volumen de donaciones y fundaciones en beneficio de los pobres, se hace por caballeros, mercaderes, viudas, eclesiásticos.

El agustino Santo Tomas de Villanueva que estudia en Alcala y Salamanca, profesor de teología, confesor de Carlos V, obispo de Valencia, hace de su vida un ejercicio continuo de caridad.



Murillo hace del santo mas de un tema de sus cuadros.
En Francia San Vicente Paul, limosnero real con Luis XIII y fundador de los misioneros paules, fomenta la creación de las cofradías de caridad y con su colaboradora Luisa de Marillac funda Las Hijas de la Caridad, dedicada a la asistencia espiritual de mendigos, enfermos, ancianos y niños abandonados.




En Venecia 35000 personas mueren por la epidemia de peste entre 1575-78.








Francia como consecuencia de las guerras de religión vive entre 1562-1598 las mayores crisis de su historia, que pone en riesgo no solo la monarquía sino Francia misma como nación.
Desde 1567 la monarquía española es desafiada por la rebelión de los Países Bajos que se prolonga hasta 1648.
Entra además en la guerra de religión de Francia en apoyo de La Liga Católica, se anexiona Portugal en 1580, encabeza la flota contra los turcos en Lepanto (1571, y esta en permanente guerra con Inglaterra desde 1584, que culmina con el intento fallido de invasión del país en 1588 con el envío de La Armada Invencible.



Cuando termina el siglo XVI, la civilización del Renacimiento, el mundo del Nacimiento de la venus de Boticelli, de la estatua ecuestre del Condotierro Colleoni de Andrea Verrocchio, de la Florencia de los Medicis y de la Roma de los papas Julio II Y Leon X, el mundo de Durero y el retrato ecuestre de Carlos V pintado por Tiziano tras la batalla de Mulberg, la civilización renacentista esta agotada.




La obra de Jean Bodin, Michel de Montaigne, Francis Bacon, William Shakespeare, Miguel de Cervantes, Justus Lipsius cuya obra seria inexplicable sin el Renacimiento y el dialogo con los clásicos es ya una mirada impregnada de excepticismo, pesimismo e incertidumbre.
Los temas de Montaigne, Cervantes o Shakespeare no son ya renacentistas o no característicamente renacentistas.
El Renacimiento a finales del siglo XVI esta agotado.
El dramatismo, la intensidad y la energía anticlasicista de la pintura de Tintoretto y el Greco o de las ultimas obras de Tiziano lo reflejan.
