
Es un concepto histórico y religioso reduccionista y engañoso además de simplificador.
De hecho la Contrarreforma, la respuesta católica a la Reforma protestante, es un movimiento muy complejo, no una mera reacción dogmática contra la herejía y el error.
La reforma católica es en realidad un largo proceso de reforma espiritual cuyas primeras realizaciones son anteriores a Lutero y que se prolonga hasta mediados del siglo XVII.

En España la reforma católica comienza a finales del XV y principios del XVI con Francisco Jiménez de Cisneros (1433-1517`) franciscano, confesor y consejero de la reina Isabel la Católica, arzobispo de Toledo (1495-1517), regente del reino en 1506-1507, cardenal e inquisidor general de 1507-1517.

Cisneros reforma las órdenes religiosas, prohíbe las indulgencias antes que Lutero las ataque en Alemania, refuerza la Inquisición -Tribunal creado a instancia de los Reyes Católicos en 1480 para perseguir el judaísmo y los conversos- y crea en 1499 la Universidad de Alcalá de Henares al servicio de una mejor formación religiosa de la Iglesia, cuya primera gran obra es la Biblia Poliglota (seis volúmenes 1514-1517) que incluye junto a los textos hebreos, traducciones revisadas en griego y latín y un diccionario hebreo-caldeo.

En Italia el rigor religioso de Girolamo Savonarola (1452-1498), el dominio que entre 1494 y 1498 establece en Florencia una republica teocrática, genera un espíritu profético y místico que luego inspira alguno de los movimientos mas radicales de la Reforma.

Savonarola denuncia al papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia, padre de Cesar y Lucrecia Borgia y Papa entre 1492 y 1503) como simoniaco, herético e infiel, y posiblemente llevara razón total tuvo 7 hijos entre otras siendo Papa.


Es revelador también la creación en Roma en 1511 del Oratorio del Amor Divino, una fraternidad de sacerdotes laicos para fomentar la piedad y las buenas obras.
Son miembros Cayetano de Thienne y Gian Pietro Caraffa, el futuro Pablo IV, Gian Mateo Giberti, mas tarde obispo de Verona, el futuro cardenal Gaspar Cortarini y Jacobo Sadoleto después obispo de Carpentras.
Todos ellos hombres piadosos, de profunda religiosidad trabajan por limpiar la Iglesia de vicios y abusos y por devolver el sentido autentico a su misión, la pasión y la excelencia espiritual.
Los cardenales John Fisher, el principal enemigo a la reforma anglicana de Enrrique VIII, como Tomas Moro decapitado por ello y Reginal Pole, pariente cercano del rey de Inglaterra y arzobispo católico de Canterbury durante el reinado de María Tudor, son igualmente humanistas cultos, sinceramente religiosos y decididamente reformistas.
Pole estudia en Oxford y Padua y es amigo de Erasmo y Moro.

El Concilio de Letran (1512-1517) que se hace antes de la ruptura protestante, condena la simonía -comprar mediante sumas de dinero- en las elecciones pontificias y plantea algunas reformas del clero y la curia romana.



Cayetano de Thienne y Gian Pietro Caraffa crean en 1524 la Orden de los Teatinos, la primera orden de clérigos regulares que practican como ejemplo la pobreza evangélica.
Mateo de Bascio reforma en 1528 la orden de los franciscanos creando los capuchinos.
Antonio María Zacarias funda en 1530 los barnabitas, una orden de predicadores con base en Milán.
Ignacio de Loyola, un vasco rectilíneo, tenaz y taciturno, crea el 15 de septiembre de 1534 en Montmatre la Compañía de Jesús, aprobada por el papa Pablo III, uno de los pilares de la Contrarreforma, una institución disciplinada y jerarquizada, puesta al servicio del Papa y guiada por una espiritualidad pragmática y culta, guiada por el rigor intelectual y filosófico y no por la piedad o la liturgia.
Angela Merici funda a su vez en 1535 la Compañía de las Ursulinas, orden dedicada a la enseñanza femenina, con éxito temprano en Lombardía y Francia.
La reforma de la Iglesia está en marcha.
Con todo Roma está gobernada hasta mediados del XVI por papas desastrosos Julio II, Clemente VII, el único que no lo fue es Adriano VI, un buen teólogo y un prelado de moral estricta, solo gobierna entre enero de 1522 y septiembre de 1523, opta ante el desafío protestante por una definición amplia y oficialista y debidamente publicitada de sus doctrinas, de sus prácticas litúrgicas y devociones y de su aparato institucional y de poder.
Esa es la obra del Concilio de Trento (13 de diciembre de 1545 a 6 de diciembre de 1563), uno de los mayores acontecimientos del catolicismo convocado por Pablo III, un Farnesio astuto y duro que antes de reunir el Concilio aprueba la Compañía de Jesús y el restablecimiento de la Inquisición romana e impulsa el papel diplomático del papado y el embellecimiento del Vaticano (es él quien incorpora a Miguel Ángel a la Capilla Sixtina y a las obras del edificio.
Trento aprueba una masa de legislación importante.
Fija el canon de las Escrituras, declarando la Vulgata, la traducción y revisión de los Evangelios hecha en el siglo IV por San Jerónimo, texto autentico de la Biblia frente a otras producciones, por supuesto la hecha en alemán por el propio Lutero en 1524.
Reafirma frente a los protestantes la teoría del pecado original y de su rescate por el bautismo.
Contra la doctrina luterana de la salvación solo por la fe y la gracia, el Concilio perfila la teoría católica de la salvación: pecado, redención, justificación por Cristo, vida de la gracia, méritos, buenas obras.
Reafirma la vigencia y obligatoriedad de todos los sacramentos (en su mayoría negados por los protestantes) como bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia -contrición, confesión y absolución-, extremaunción.
Desarrollado en tres periodos bajo cuatro Papas (Pablo III, Julio III, Pablo IV, Pio IV, a lo largo de 25 sesiones y con participación de 300 prelados y teólogos.
Trento reafirma el poder del Papa y la disciplina interna de la Iglesia (obispos, párrocos) y confirma toda la vigencia de la cuestión doctrinal y liturgia cristiana: la misa como sacrificio de Cristo, el purgatorio, la invocación y veneración de los santos y de sus imágenes, el sacerdocio como orden y sacramento (no como contrato), los votos de religiosos y de monjas.
Trento reafirma la Iglesia católica.
La hace más rígida e intransigente en su doctrina, mas aparatosa e imponente en su liturgia, mas uniforme, beligerante contra la herejía y el error, más absolutista y centralizada.
Pablo IV publica el primer índice de libros prohibidos y hace de la Inquisición uno de los primeros elementos de la Contrarreforma.
Humanista y reformista en su juventud, el Papa se instala ahora en el fanatismo y la violencia.
Detesta España y a la Compañía de Jesús, excomulga y encarcela a algunos de sus anteriores colaboradores, como el cardenal Givanni Morone, uno de los hombres de Trento y piensa en perseguir a Carlos V y Felipe II.
Pero el Concilio de Trento rehace el mundo católico y le da instrumentos, valores y principios que le van a permitir sobreponerse con éxito considerable a la gran crisis que es la ruptura de la cristiandad por el protestantismo.

Pio V que es un dominico que fue Inquisidor general, publica el catecismo romano, los nuevos breviarios y misal aprobados en Trento y proclama a Santo Tomas de Aquino como el pensador oficial de la Iglesia.
Excomulga a Isabel I de Inglaterra e inspira la cruzada contra los turcos que lleva a la victoria de Juan de Austria en Lepanto (1571).
Sixto V un franciscano autocrático, austero y firme, un gran gestor y posiblemente el gran Papa de la Contrarreforma, reforma la curia y todo el gobierno de la Iglesia, afirmando el poder papal sobre cardenales, arzobispos y obispos a los que obliga a acudir regularmente a Roma para informar sobre su diócesis.
Reurbaniza y embellece Roma y el propio Vaticano, a la vez que sanea la ciudad y pone fin a la violencia y a la delincuencia en sus calles.
Anima a España a enviar la Armada Invencible contra Inglaterra y afirma la reafirmación y extensión del catolicismo en Francia y Polonia.
La Contrarreforma que cuenta con excelentes obispos y arzobispos a nivel local, tiene el apoyo del Imperio de Carlos V, Fernando II, Maximiliano II, de la España de Felipe II y de Maximiliano I de Baviera.
En España se asocia con la teoría escolástica, Melchor Cano, Domingo de Soto, Benito Arias Montano, Francisco Suarez, con el colosal esfuerzo del Escorial, con la mística de Santa Teresa y San Juan de la Cruz y la literatura de ensayo religioso, Fray Luis de Leon, Fray Luis de Granada, con el teatro de Temas sagrados como Calderon de la Barca y la pintura y escultura religiosas y devocionales del XVI y XVII como El Greco, Zurbaran, Murillo, Pedro de Mena, Gregorio Fernandez etc.
Carlos Borromeo cardenal y arzobispo de Milan hace de su ciudad bajo dominio español entre 1535-1713 el modelo ideal de la ciudad de Dios, una vía a la Contrarreforma asociada por el propio cardenal y su sobrino, Federico Borromeo, también arzobispo de Milan a la espiritualidad, el arte y la cultura.
El jesuita Francisco Javier compañero del fundador inicia en solitario la evangelización de la India, Ceilan, Malaca, Las Molucas y Japón antes de morir de agotamiento cerca de Cantón.
Pedro Clacer otro miembro de la Compañía de Jesús acomete en América, en Cartagena de Indias la evangelización de esclavos negros de los que bautiza unos 300000.
Felipe Neri vive en Roma donde funda la Congregación del Oratorio dedicada a las obras de penitencia y caridad.
La Francia del XVII, la de Richelieu y Luis XIV no solo es la Francia del Clasicismo sino la de San Francisco de Sales, obispo de Ginebra que escribe Introducción a la vida devota y Tratado del amor de Dios, y de San Vicente Paul, el aposto del misionerismo rural que en 1625 crea los lazaristas o sacerdotes de la misión, para evangelizar las parroquias abandonadas y que multiplica las cofradías de caridad por toda Francia.
Hay también una Francia que expulsa a los hugonotes y que persigue el janseanismo, que es un movimiento puritano cristiano basado en la creencia de la predestinación cuyo símbolo y epicentro es el convento de Port Royal.
Urbano VIII e Inocencio X son los últimos grandes papas del XVII, no por su religiosodad o por su labor frente a la diplomacia vaticana, al contrario Urbano VIII, indeciso entre España y Francia no sabe mediar en la Guerra de los Treinta Años e Inocencio X no sabe defender los intereses católicos en la Paz de Westfalia de 1648.
Su importancia radica en que con ellos se completa la definitiva transformación de Roma en la capital espiritual del mundo.
Aunque tras Westfalia deja de ser un poder en el mundo, cerca de 700000 peregrinos acuden a Roma en 1650 para hacer la visita a todas sus grandes basílicas.