
Lorena es un pintor amado por los pintores, y hay gran consenso al respecto, pero poco amado por los críticos.

Un pintor secreto para el público muy poco conocido.

Es elogiado por los pintores más diversos, y personajes antitéticos lo consideran una figura central.

Me refiero un siglo después en Gran Bretaña a Joshua Reynolds y a los grandes introductores del paisaje moderno como Johns Constable y Joseph Mallord William Turner.



Es increíble cómo se puede llegar a hacer una obra tan extraordinaria con unos antecedentes biográficos tan deficientes, como falta de estudio, ejercicio de oficios menores, formación artística por los caminos más irregulares, la respuesta es solo a través de la pintura y en concreto del paisaje.

El paisaje es un tema moderno e inconcebible para alguien que no sea moderno.

Sobre todo, porque el paisaje tiene que ver con la naturaleza y es prácticamente hasta el XV el diablo, lo más temible, lo que impide al individuo sobrevivir.
Esto sorprende en una época de respeto al entorno y ecología, pero la naturaleza ha sido la maldición del hombre que solo ha podido bendecirla cuando ha estado protegida por ella, cuando no ha amenazado su supervivencia, lo que no ocurre hasta la época moderna.

De ahí que antes no proliferen los elogios a la naturaleza salvo en la ribera del Mediterráneo, en la que se encuentra más dulce.

Pero el mundo natural se convierte en una obsesión para el mundo moderno y mas para el mundo contemporáneo, lo que explica la importancia del paisaje para Lorena.

El paisaje no tiene un pleno reconocimiento como genero digno de aprecio hasta la época de Lorena, en el XVII.

En el Medievo el paisaje es un mero escenario simbólico o un decorado para las figuras.

Lo que se produce en el XVII con los holandeses, los italianos o con Lorena es la reivindicación de la contemplación de la naturaleza.

Pero la percepción que se tiene entonces es diferente a la actual, así lo que hace Lorena que es su aportación, es presentar el medio natural como ideal, como escenario donde se insinúan intuiciones, sueños y aspiraciones.

Para ello Lorena fusiona dos corrientes antitéticas en el XVII -el paisaje del norte y del sur-, el paisaje de hechos y de fantasía, a lo que añade el influjo que sobre él ejerce la obsesión por la luz que muestran pintores del norte muy anteriores como el alemán Albrecht Altdorfer.

Cuando Lorena llega a Roma ya están las bases para el paisaje clasicista.

Es un paisaje que actúa como escenario de una narración generalmente mitológica o pastoril en que se fusionan los planos de significación temática como la naturaleza y la arquitectura.

En ese instante y en ese género se produce una síntesis perfecta entre el hombre y su medio, que hace que el ser humano no sienta extraña su propia historia respecto al paisaje natural.

Para ello el artista busca la armonía.

Lo que singulariza a Lorena y lo hace diferente a los pintores contemporáneos como Nicolas Poussin y demás paisajistas de su epoca, es que convierte en protagonista a la naturaleza y sobre todo a la luz.

Fusiona el espíritu romántico del norte y su sensibilidad para la luz.

También dos características que luego amaran los románticos y es la luz crepuscular y el sentido elegiaco de la arquitectura como ruina.

Claude Gellee a quien con el tiempo se conoce como Claudio de Lorena en honor a su origen, por entonces independiente de Francia, nace en 1600 en una familia de clase media.

1612 huérfano de padre y madre, marcha hacia Friburgo con su hermano Jean experto en marquetería que se supone lo inicia en ese oficio.

1613 se establece en Roma con un pariente, no como pintor sino como aprendiz de pastelero.

Entre 1613-1618 entra a trabajar con el pintor Agostino Tassi como criado, después como ayudante, iniciándose en la pintura por la puerta falsa y teniendo un maestro carne de presidio que viola a Artemisa Gentileschi y esta involucrado en procesos de asesinato, violación y sodomía.

1619 marcha a Napoles para estudiar con Goffredo Wals, uno de los numerosos pintores que llegan a Italia del norte y tiene una visión naturalista que por entonces esta todavía de moda, Pero no permanece demasiado tiempo allí.

1623 vive en Via della Croce en Roma.

1625 vuelve a su tierra La Lorena, a Nancy donde trabaja con el pintor oficial de la corte de Lorena, Claude Deruet en los frescos de la bóveda de las carmelitas hoy destruido.

1626 vuelve a Roma y desde entonces vive en esa ciudad.

1629 es la fecha de su primer cuadro y al año siguiente ya participa en encargo importantes en Roma como los frescos del Palacio Muti Papazzurri -hoy Palacio Balestra-, y del Palacio Crescenzi..

1632 publica su Liber veritatis o Libro de la Verdad, un cuaderno con el que Lorena trata de defenderse de los falsificadores y que se compone de los dibujos de sus propios cuadros, copiados con una precisión exacta que permite reconocer los originales.

Lo que indica que ha alcanzado el suficiente gran éxito como para necesitar elaborar un catalogo personal para evitar los fraudes con su nombre.

1633 Otro indicativo de su éxito artístico, es el nombramiento como miembro de la Academia de San Lucas.

Pronto es el protegido del Papa Urbano VIII, su fama traspasa fronteras y es recibido como miembro de la Congregazione dei Virtuosi.

A partir de aquí transcurre una vida llena de logros y reconocimientos que termina el 23 de noviembre de 1682 cuando tiene 82 años.
Es el ejemplo de como alguien solo pintando puede pasar a la historia.
El embarco en Ostia de Santa Paula Romana

Hacia finales de la década de 1630 Lorena -que a diferencia de otros pintores el paisaje no es un mero decorado, sino un vehículo privilegiado para expresar la significación espiritual del hombre y de la historia-, logra convertir en un prodigio de armonía ese caos que es la naturaleza, dominando la técnica y creado un estilo y un discurso original.

1640 es reclamado por su fama que cruza fronteras por un coleccionista de gustos refinados como es Felipe IV quien le encarga obra para el palacio del Buen Retiro.

Uno de ellos es el paisaje con El embarco en Ostia de Santa Paula Romana de la primera época, prefiguración de otros paisajes portuarios posteriores del pintor.



Añade poética al ideal clásico que se reformula en el XVII por medio de luces rasantes, una atmosfera lirica y dramática, casi prerromántica, protagonizada por pequeñas figuras, envueltas en un marco natural donde se minimiza la acción de la obra.

La historia de Santa Paula es la de una matrona romana que al enviudar parte en el 385 a Tierra Santa para reunirse con San Gerónimo.

En el puerto de Ostia, la santa vive el trance de separarse de su hijo mayor para embarcarse con sus hijas con tan piadoso e incierto destino.

La obra esta hecha con el sol naciente cuyos rayos barren toda una arquitectura de edificios renacentistas que se escalonan formando un ángulo recto, consiguiendo un pasillo de luz.

Hay una transición de planos.
El escenario tiene una disposición teatral y nace de la superposición artificiosa de la arquitectura clásica que encuadra la escena y un lecho marítimo que sirve de lecho para la explosión de luz.
Todo esta dispuesto para lograr que la luz sea la protagonista de la escena como luego hacen los impresionistas.
La pintura para Lorena es un lenguaje a tono, algo muy diferente del clasicismo que era un mensaje de transmisión de un mensaje moral, con ella Lorena consigue transmitir un sentimiento de la naturaleza que por su profundidad y originalidad nada tienen que envidiar a Virgilio, Horacio o Teócrito o sus contemporáneos Jacopo Sannazaroo Torquato Tasso, todos los cuales aluden a un pasado mitológico en el que el hombre está en perfecta armonía con la naturaleza
