Rembrandt van Rijn (1606-1669) y Betsabé en el baño con la carta de David

Contemporáneo de Velázquez, Poussin, Claudio de Lorena, Andrea Sacchi y Antón van Dick, heredero directo de una fuerte convulsión artística, Rembrandt tiene que negociar con la viabilidad de sus propios impulsos.

Todos estos pintores naden cerca de 1600, comienzan su trayectoria saludando a la vez a un naturalismo y un clasicismo que chocan, y han de responder con sus síntesis muy jóvenes.

Rembrandt nace en Leiden, Holanda y en él el proceso es más difícil y más original, pero como los anteriores pintores vive con ansiedad la década de 1620 y se encuentra a si mismo la siguiente.

Lo que lo separa de sus contemporáneos de profesión es que es el primero que se enfrenta a un mercado artístico puro y duro.

Penúltimo hijo de una familia con muchos hijos, cuyo padre es un acomodado molinero de fe calvinista, tiene una formación humana esmerada, asiste un tiempo a la Universidad de Leiden, aunque en 1621 con 15 años se inscribe como aprendiz en el taller de Jacob van Swanenburgh (1571-1638) que esta años en Italia, como también pasa un tiempo por el taller de Jacob Pynas (1585-1648) y completa su periodo de formación con Joris van Schooten (1587-1651).

Pero su maestro mas importante es Pieter Lastman (1583-1633) en cuyo taller de Amsterdam esta seis meses en 1624 y de quien tiene las primeras noticias de Caravaggio, además de ser en este momento el pintor mas cotizado de historia holandés.

1626 trabaja en Leiden asociado con Jan Lievens (1607-1674) al que conoce en el taller de Lastman.

Debe de existir entre ambos buena química pues durante un lustro de colaboración, logran llamar la atención de personajes importantes como el sabio y coleccionista Constantijn Huygens que hace una visita a su taller en 1628.

Aunque genera una obra abundante y singular durante estos primeros años no hay duda de que es decisivo su salto o asalto a Amsterdam, donde se instala entre 1631-1632.

Alcanza un éxito asombroso de forma súbita, producto de su talento y ambición.

En esta ciudad comprende la importancia y la rentabilidad del género artístico que practica en todas las modalidades, individuales y grupales, imprimiendo en todas ellas un sello de singularidad.

1630 encadena multitud de retratos, alguno de los que tienen novedad compositiva y habilidad técnica notables, como La lección de anatomía del doctor Nicolaes Tulp (1632).

Le llueven los encargos y rápido se hace rico y famoso, una carrera fulgurante que corona con su matrimonio en 1634 con Saskia van Uylengburgh, prima de uno de los principales marchantes de arte de la ciudad, con el que hace muchos negocios.

La boda consolida su posición y le da estabilidad y felicidad.

Gana muchísimo dinero, pero es un manirroto como acredita la adquisición y decoración de su fastuosa mansión donde acumula obras propias y ajenas, junto a la más variopinta colección de objetos curiosos, cachivaches y objetos exóticos.

Poco a poco comienzan a ocurrirle desgracias, primero con la muerte de todos los hijos que concibe en el matrimonio salvo Titus y después con el fallecimiento de su adorada esposa Saskia en 1642.

Cuando muere tiene 36 años y en solo 10 ha llegado a una cumbre de éxito y solvencia que sus compañeros de profesión de la época no tenían ni de lejos.

Aun le quedan por vivir 27 años más, pero su estrella deja de ser rutilante y a veces casi se apaga por completo, deja de estar de moda.

1656 es declarado insolvente y se subastan sus bienes y en 1660 no solo abandona su lujosa mansión, sino que tiene que mudarse a un barrio pobre, donde sobrevive de mala manera.

Entre tanta desgracia es bendecido por una compañera adorable, Hendrickje Stoffels, con la que vive sin poder casarse durante ese periodo aciago.

Pero su genio no decae, produciendo cada vez más obras maestras.

Tiene una gran ambición por el papel artístico a desempeñar.

Elige modelo y referente a Rubens.

Pero no para seguir su estela pictórica ni para parodiar su éxito material, sino para desafiar y superar sus increíbles dotes en todos los campos.

De tal manera como Rubens, aborda todos los géneros y técnicas, pues hace pintura de historia, sacra o profana y todos los géneros menores que por entonces se multiplican, como el retrato, el paisaje, el bodegón, las escenas de costumbres, además de ser un dibujante o grabador como pocos.

En todos estos campos realiza piezas magistrales e innovadoras.

Usa el claroscuro y el naturalismo mas crudo, pero su luminosidad dorada y atrevimiento de sus contraluces no tienen paragón.

Sabe dotar de efectos dramáticos la acción mas vulgar de un acontecimiento, trastocando con ello el orden de atención del espectador.

 Este es un recurso inventado por los manieristas, como también estos son los creadores del claroscuro, pero una cosa es inventar y otra que sea operativo, es decir que sea dramáticamente rentable.

La obsesión de Rembrandt por acreditarse como un gran narrador de historias llega al punto de renunciar al muy rentable genero alimenticio de los retratos de encargo, justo en el momento de crisis económica personal a partir de 1650, para dar libre curso a su capacidad de invención.

Aun así, es difícil encontrar un retratista de su talla y menos que emprendiese una sistemática serie de autorretratos desde su primera juventud hasta su último suspiro.

Lo hace no por narcisismo sino por hacer mano y por estudiar la fugacidad del tiempo, rasgo de extrema modernidad.

En cuanto a los retratos de grupo, sabe dejar un sello personal, sometiendo la escena a los rigores de la composición, por encima del reconocimiento simplón de las individualidades que forman parte de ella y pagan el encargo como se ve en La Ronda Nocturna.

Por lo demás es precoz mezclador de géneros como se muestra en El buey desollado (1640) en el que un animal abierto en canal se muestra como una crucifixión.

Destaca su revolucionaria insolencia al tratar la materia pictórica, muy empastada y atrevidamente surcada con violentas grietas producidas por el mango del pincel, lo que convierte su factura en una acción gestual y táctil, justo la antítesis de la higienizada y vítrica tradición en la creación de los pintores holandeses de la segunda mitad del XVII.

Betsabé en el baño (1654)

En la tradición occidental de cuño clásico, el desnudo significa mas que un simple tema erótico.

No lo es desde el punto de vista simbólico, pues hasta la Contrarreforma es una forma de mostrarse como se es humanamente, es decir mostrarse sin mascara, una despojada acción virtuosa, pero también desde el punto de vista formal pues el desnudo se usa como canon de proporciones como cualquiera de las artes.

La afición de los venecianos por el desnudo desde el siglo XVI supone un cambio de orientación, ya que, a diferencia del desnudo masculino, no solo trastoca el orden simbólico, sino el formal al cambiar la recta por la curva.

Aunque Caravaggio no aborda nunca el desnudo integral, masculino o femenino no solo por respetar su moralización contrarreformista sino también por enfrentarse con la tradición académica del clasicismo, es difícil ignorar su contribución para despojar la figura humana de cualquier velo idealizador, y hay que considerarlo el virtual inductor del replanteamiento del desnudo.

Pero es Rembrandt quien aplica por primera vez esta versión naturalista al desnudo femenino quizás teniendo en mente contrarreplicar al bello desnudo estatuario de Rubens.

Sus descarnados desnudos femeninos más allá del naturalismo abren una nueva vía estética de la belleza de la imperfección, que es la fuente del erotismo, por el que el deseo emerge por lo irregular, lo insólito.

David sorprende un día desde un rincón de su palacio a Betsabé desnuda que va a bañarse asistida por una doncella, creyéndose a resguardo de cualquier mirada.

Betsabé esta casada con un hitita Urías, un aguerrido soldado de su propio ejército.

Pero no le detiene al lujurioso David el adulterio y aun peor, habiendo preñado a Betsabé, en ausencia de su marido provocar la muerte de este y tomar como esposa a esta mujer.

Para representar esta historia, Rembrandt elige el momento en el que le es entregada a Betsabé la misiva, casi una orden, de que franquee su intimidad, pero fusionando los dos pasos de esta dramática narración, el del espiado baño de Betsabé y el de la recepción de la carta incitadora.

El cuadro centra la atención sobre el objeto de deseo, abarcando con ello, el cuerpo y el alma de Betsabé, convertida en protagonista de la acción representada.

Para ello elige como modelo a Hendrickje Stoffels cuyo cuerpo no tiene para él secretos y puede así mostrar la imagen deseada.

Betsabé esta absorta, replegada en su pensamiento, ensimismada, expresando en su cara un pliegue de duda e inquietud, de zozobra.

Ese ensimismamiento junto al aire ausente de la criada multiplica el efecto de soledad y desamparo, generando Rembrandt una síntesis entre cuerpo y alma de Betsabé, a quien de pronto se le ha abierto un abismo a sus pies, por el que puede ser lapidada, cómplice de un homicidio o reina.

Jamás un desnudo se muestra tan tentador y a la vez en una manifestación angustiosa de desamparo.

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

Deja un comentario