
La incógnita de si los libros de Voltaire y Rousseau hacen o no revoluciones es una cuestión falaz, ya que los libros son la revolución.

Lo fueron en el Renacimiento y lo son en el Siglo de las Luces.
El féretro de Voltaires es depositado en el Panteon de hombres ilustres creados por la Revolución el 11 de julio de 1791.

Cuatro años más tarde en 1794 los de Rousseau.
La Revolución Francesa declara a los filósofos Ilustrados del XVIII como sus promotores intelectuales, un argumento del que primero se apropia el pensamiento ultracatólico y contrarrevolucionario y mas tarde la propia historiografía de la Revolución.
La asociación Ilustración/Revolución Francesa es errónea.
El pensamiento ilustrado es una revolución cultural, pero a medio y largo plazo.
Su influencia inmediata y directa sobre los acontecimientos de 1789 es mínima.

Las ideas de la Ilustración influyen en círculos minoritarios de la aristocracia y la nobleza rural europea, en los salones y medios literarios -muchos de ellos sostenidos por aristócratas o por comerciantes y hombres de negocio enriquecidos- y en medios profesionales de las ciudades (abogados, funcionarios, profesores, publicistas, médicos).

La Revolución Francesa, honra a Rousseau en muchas ocasiones y en diferentes formas.
Pero la idea de la Ilustración tiene escasísimas, si no nula relevancia en la conciencia popular parisina que estalla en 1789.

Rousseau por ejemplo detesta la violencia.
Voltaire 1694-177, Françoise Marie Arouet, es quien mejor encarna el perfil de la Ilustración.

Con sus virtudes, pero también con todas sus contradicciones.

Es ante todo un polemista, pero no un gran pensador como Montesquieu, ni mucho menos un filosofo como Hume o Kant.

Es un escritor y un intelectual especialmente brillante e ingenioso, pero no excepcional.

No todo en su vida y en su carácter es irreprochable.

Es un hombre valeroso e intelectualmente honesto pero también un individuo caprichoso, ávido de dinero y a menudo seducido por los monarcas absolutos (supuestamente ilustrados) y por los halago del poder.

En su relación con Catalina de Rusia y Federico II de Prusia puede ser hasta en determinados momentos servil y el valor de las propiedades y fortuna que adquiere -especialmente su finca de Ferney en Suiza y de las rentas anuales que le proporcionaron es inmenso.

Su obra poética y teatral envejece rápido.

Sus estudios históricos como Historia de Carlos II, El siglo de Luis XIV, Ensayo sobre las costumbres y espíritu de las naciones, Historia del Imperio de Rusia bajo Pedro el Grande, son al contrario excelentes.

Crea una nueva forma de interpretar la historia, que es una interpretación filosófica de la historia pero con una base de erudición extraordinaria y un sentido crítico agudo y certero, historia como explicación (no como crónica narrativa) y como contribución positiva a la creación del pensamiento más racional e inteligente.

Sus narraciones breves y sus novelas son excelentes.

Cándido (1759) es un prodigio de mordacidad e ironía, de precisión y rapidez narrativa de Voltaire (a quien una ficha policial de 1748 describe como alto, seco y con aire de sátiro) satiriza despiadadamente el optimismo filosófico, la religión la guerra, la nobleza, las artes y los clásicos.

Voltaire es sobre todo el símbolo de la fuerza y la verdad de la razón frente al fanatismo y la injusticia.

Sus dos contribuciones a la humanidad es la defensa de la tolerancia frente al fanatismo religioso (resumida en su eslogan Ecrasez l´infame, Aplasten al infame aparecido en 1762 y argumentada en su Tratado sobre la tolerancia en 1763 y su pasión por la libertad de expresión, por la libertad de pensamiento.

Greuze, La boda de pueblo

Paralelo a la pintura galante hay otras notables corrientes destinadas a tener una gran influencia posterior, como la del género sentimental de Jean Batiste Greuze (1725-1805) o el naturismo de Jean Batiste Simeón Chardin (1699-1779).
Ambos hacen cuadros de género a los que les dan un aire moderno en los que abundan escenas populares o bodegones tipo los flamencos y los holandeses.
Greuze muestra sus escenas populares a la misma altura que la pintura histórica.

Greuze hace un guiño al espectador para buscar complicidad con un toque sentimental, para eso busca a los niños y muchachas adolescentes por lo general campesinas a las que idealiza.

Es a su vez un guiño a Rousseau que defiende la bondad natural frente a la corrupción social.
Destacan El amor filial, El cántaro roto, El fruto de la buena educación y La boda de pueblo.
La boda de pueblo es un óleo sobre lienzo de 1761.
Es una pieza del gusto cortesano de la época que presenta escenas idílicas.
Los delicados gestos de los personajes son el reflejo de esta corriente artística.
El lienzo puede ser dividido en dos: las mujeres a la izquierda con sus vestimentas de colores brillantes, representantes del mundo de la aristocracia provinciana.
A la derecha, con ropajes oscuros, está el mundo masculino de la administración, las leyes y un estado que intenta expandirse hacia el mundo rural.

Nace en en 1725 en Tournus, Borgoña, a orillas del Saona, en una de familia de clase media, se forma en Lyon a finales del 1740 con Charles Grandon.

1750 se muda a París, donde entra en la Real Academia .
Durante esta etapa, desarrolla una pintura de arte sentimental.
Es aceptado como miembro asociado de la Academia después de que presenta Un padre leyendo la Biblia a su familia, el Blindman yerra, y el Colegial de albergue.
Estas historias moralizantes recuerdan a William Hogarth que 20 años antes, estan de moda entre la clase trabajadora.
El discurso de Greuze es este género costumbrista.

Se esfuerza por ser pintor de genero de historia (que en su época es el rango más alto del arte).

Pero, la Academia no acepta su afán de medrar.

Este rechazo le incomoda tanto y se niega a presentar más obras a la Academia.

La boda pueblerina o Acordée de village presentada en el Salón de 1761, muestra dos mundos enfrentados.

A la izquierda de la composición el mundo femenino de la intimidad y en la parte derecha el universo masculino de las leyes y los negocios.
Como ya he indicado antes, una vez alcanzado el éxito entre el público y sus pares con estas pinturas de género se embarcó en la búsqueda de un rango superior en la jerarquía pictórica, iniciándose en la pintura de historia, género de mayor rango dentro de la pintura oficial.
Su primera obra en este orden es la llamada Séptimo-Severo reprochando a Caracalla el haber atentado contra su vida, que presenta en 1769. la cual le acarrea la enemistad y críticas demoledoras de Denis Diderot hasta entonces su defensor.
Años más tarde Jaques Louis David, el pintor de la revolución, toma la idea y la desarrolla con exito.
La importancia de la clase media, y de la moralidad, juega un papel importante en el éxito de la pintura de género de Greuze.

Sus pinturas fomentan las virtudes ordinarias de la vida sencilla, es una llamada a la vuelta de la tranquilidad.

Mejor dibujante que pintor, la fama de Greuze disminuye final de su vida y durante la primera parte del siglo XIX, pero revive brevemente después de 1850, cuando la pintura del siglo XVIII vuelve a florecer.

El advenimiento de la modernidad en las primeras décadas del siglo XX, ponen de actualidad a Greuze.

Greuze sobrevive a la Revolución Francesa, pero su fama no.

Muere en París el 21 de marzo de 1805, en la miseria

Sus pinturas están en el Louvre (París), en la colección Wallace de Londres, en el museo Fabre Montpellier y en el museo de Tournus, su ciudad natal.
