Siglo XVIII. Pintura galante, El drama sentimental y el Naturalismo

Tiene un espíritu desinhibido con respecto a tabúes sexuales y sociales en la vida diaria.

Esta pintura muestra la sensualidad en una vida ociosa que se abre a lo informal.

Después de un rígido y profundo moralismo, en un proceso de descomposición se pasa a una época hedonista, en un contexto Rococó en Paris, emerge la pintura galante cuyo tema es la seducción y el erotismo.

El Rococó muestra esa sensualidad con un redondeo y retorcimiento que retrotraen a un placer inmediato.

La corte le da valor al cortejo y la ligereza, a lo liviano en arte y en las relaciones sociales.

Las aventuras amorosas son la forma de conjurar el aburrimiento y una manera de fantasear, de conjurar a la muerte.

Todo eso se muestra en la pintura donde hay un mundo idílico que refleja ideal y una manera de escapar a las preocupaciones políticas, que cada vez son mayores.

 El prestigio intelectual que antes se le concede a la historia ahora se le otorga al teatro, donde la tragedia es sustituida por la comedia, convirtiéndose en una revolución respecto a los criterios tradicionales del Clasicismo.

Producto de una sociedad aristocrática que con su discurso leve de ligereza y despreocupación, sin darse cuenta inicia la transformación hacia tiempos modernos con la Revolución Francesa.

El comienzo de la pintura galante coincide con la Regencia, pero su influencia se prolonga hasta finales de siglo.

Abarca tres generaciones de pintores diferentes que son Jean Antoine Watteau, Francois Boucher y Jean Honoré Fragonard.

La etimología de galante procede del antiguo francés galer, que significa ser valiente, divertido o capaz de disfrutar.

Remite a caballeros antiguos tan capacitados para el amor como para la guerra, como el perfil de Baltasar Castiglione renacentista, ora la pluma, ora la espada (o de nuestro Garcilaso de la Vega).

En el XVIII esa voz toma la acepción de alguien sociable, cortes y dedicado por entero al cortejo de la dama, la protagonista de este tiempo, gracias a los niveles de libertad que alcanza en esta época.

La mujer en este tiempo impone a la sociedad valores femeninos como la cortesía, la sensibilidad y el sentimiento.

Estas libertades y sistema de valores solo afectan a la aristocracia y la burguesía, no a todos los estamentos.

Estas formas se implantan como reacción al sistema de valores de la época de Luis XIV ya que la sociedad francesa se cansa del raído espíritu heroico, varonil y jerarquizado, contra el que reacciona aburguesándose y buscando placer.

Esta pintura es una síntesis de dos corrientes dentro de la pintura francesa, entre la tradición más fría y realista del norte y la sensualidad del sur.

El centro de este arte es la mujer y su excusa el amor, aunque hay que subrayar que nunca se cae en la chabacanería ni en la vulgaridad, a pesar de que su búsqueda es la del erotismo y el juego amoroso

El drama sentimental y el Naturalismo

Paralelo a la pintura galante hay otras notables corrientes destinadas a tener una gran influencia posterior, como la del género sentimental de Jean Batiste Greuze (1725-1805) o el naturismo de Jean Batiste Simeón Chardin (1699-1779).

Ambos hacen cuadros de género a los que les dan un aire moderno en los que abundan escenas populares o bodegones tipo los flamencos y los holandeses.

Greuze muestra sus escenas populares a la misma altura que la pintura histórica.

Greuze hace un guiño al espectador para buscar complicidad con un toque sentimental, para eso busca a los niños y muchachas adolescentes por lo general campesinas a las que idealiza.

Es a su vez un guiño a Rousseau que defiende la bondad natural frente a la corrupción social.

Destacan El amor filial, El cántaro roto, El fruto de la buena educación y La boda del pueblo.

Chardin tiene menos ambición que el anterior, solo pretende hacer bodegones a la manera holandesa.

 Pero gana un enorme prestigio, gracias a la opinión que Diderot le dedica.

Su origen es modesto y su formación de artesano, algo que marca su laboriosidad concienzuda y honesta.

1728 llama la atención una pintura denominada La Raya y es animado por varios académicos a que se presente ante la Academia.

Es admitido el mismo año en la Academia como pintor de categoría menor de animales y frutos, siendo esa obra una de sus obras de recepción.

Logro más admirables en esa línea, al principio por gusto por la anécdota como es común en este género y con el tiempo gana en calidad.

Destacan La raya (1728), El lavamanos de cobre (1734).

La representación que hace en su pintura retrotrae a la infancia, al orden equilibrado del hogar, y a la formación del hombre de provecho, muy del gusto de la emergente clase burguesa que ya no está monopolizado por la aristocracia, sino que tiene un criterio propio.

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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