
Despreciado por ser heraldo del nacionalismo alemán, hasta hace muy poco es un pintor desconocido internacionalmente, de hecho en 1960 no se cita en ningún manual de historia del arte del siglo XIX que no fuera alemán o en letra pequeña es nombrado con ironía y desprecio, pero por suerte el tiempo todo lo pone en su sitio.



Una vez calmado el indiscriminado odio hacia todo lo alemán a partir de 1970, por suerte se produce una exaltación hacia este artista a través de exposiciones antológicas por todo el mundo y catálogos monográficos que llega hasta hora mismo.

Es el sexto de 11 hijos de un modesto fabricante de jabón y sebo, de ferviente creencia religiosa, que nace en Greifswald, puerto pomerano del Báltico, que culmina su formación artística en la Academia de Copenhague.


Hay que subrayar que Friedrich carece de militancia alguna y que es inaceptable todo lo que le ocurre durante bastantes años.

Su iniciación al arte viene de Johann Gottfried Quistorp, más arquitecto que pintor que le inicia en el dibujo topográfico y le inculca algunas nociones del emergente nacionalismo alemán.


El pensamiento de Friedrich es tan importante o más que su formación por como repercute a su pintura y se hace a la sombra del pastor protestante y poeta Gotthard Ludwig Kosegarten, defensor de una religiosidad emocional panteísta, para que dios se revele a través de la naturaleza.


Centra sus temas en los parajes naturales recónditos donde halla la huella divina.



Tras su formación se instala en Dresde y solo se mueve de allí para sus excursiones campestres que suelen terminar por las montañas de alrededores.



La primera transgresión es el cuadro que realiza para un altar que contraviene todas las convenciones protestantes, lo que genera gran polémica pero le permite adentrarse en la pintura romántica, representa una crucifixión en el pico mas elevado de una cumbre.

Reconocido u olvidado, Friedrich, solitario místico y melancólico continua su camino sin alterarse, a excepción de su boda con 40 años con una joven dependienta y el ataque cerebral que lo invalida al final de su vida.

Prácticamente la totalidad de su obra es paisaje, salvo algún autorretrato a lápiz, pero su perfil no responde al modelo de paisajista de corte realista que triunfa en nuestra época a pesar de iniciar su carrera como topógrafo y usar vistas panorámicas y detalles insignificantes con un esmero y minuciosidad grande.




El escandalo al principio de su carrera se produce porque inserta motivos religiosos en medio de la naturaleza, pero es que para él toda la naturaleza visible es una escenificación de lo trascendente, un memento mori, que nos revela la gloria del mas allá.


Eso explica la obsesión por mostrar las luces rasantes del crepúsculo y la aurora, el que aparezca una figura solitaria en el paisaje casi siempre de espaldas.

Otras veces repite escenas nocturnas bañadas por la luz de luna llena en medio de un bosque o en la entrada de un cementerio.


También son recurrentes las visiones del mar, también las ciudades avistadas en la lejania y las torres góticas de las iglesias.

Como todos los artistas smbolicos tiene una representacion casi siempre condicionada por la simetría.


Nunca nadie ha conseguido generar un espacio mas metafisico de puras sensaciones como las que hay en sus cuadros

