

La consecuencia directa del cubismo que le sirve de plataforma son tres corrientes vanguardistas europeas:


El Futurismo italiano con toda su red internacional de sucursales, la del Suprematismo y Constructivismo ruso y la del Neoplasticismo holandés.

El primero en salir al redo es el Futurismo creación del escritor Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944) que publica el primer manifiesto futurista en el periódico francés Le Figaro el 20 de febrero de 1909, una proclama de defensa de la modernidad, entendida como dinamismo, velocidad y maquinismo.


Con grandes dotes para la organización, publicidad y autentico talento para la agitación, pronto logra aliados para su encarnizada lucha contra el pasado y sus caducos valores, cuya formulación recuerda mucho al sentido profético de Nietzsche.


A este primer manifiesto se le añade un segundo, esta vez firmado por artistas plásticos que serán los protagonistas del arte futuro.
Son Umberto Boccioni (1882-1916), Giacomo Balla (1871-1958), Luigi Russolo (1885-1947), Carlo Carra (1881-1966) y Gino Severini (1883-1966).

Artísticamente el Futurismo es como un cubismo dinámico, lo cual es interesante porque el cubismo es un arte inmóvil o inmovilizado.


No es fácil por otro lado dinamizar algo que tiende a lo estático e inmóvil, y de alguna manera es la gran traba del futurismo.


Los futuristas para lograr esa animación, esa sensación de movimiento convierte la trama de la retícula cubista en algo atravesado por una lluvia de ideas diagonales, y toda suerte de figuras geométricas que expresan movimiento, como la espiral.



Aprovechan también las vibraciones cromáticas y simultaneas, como las experimentadas por esa época por Delaunay y algunos de sus compañeros del Orfismo.
También buscan temas por las que en el fondo o en la forma, se hagan mas palpables los presupuestos que defienden, como manifestaciones políticas multitudinarias, carreras de coches, vuelos etc.


El futurismo es mas eficaz como plataforma de agitación que por sus realizaciones artísticas, que son mas convincentes y brillantes en la escultura y arquitectura que en la pintura.

Por la gran capacidad de publicitarse y movilización el Futurismo consigue afianzarse internacionalmente, destacando sus sucursales británicas y rusa, en la británica con el nombre de Vorticismo y destacando entre sus artistas Wyndham Lewis (1882-1957) y Henri Gaudier-Brzeska (1891-1915).





En la rusa con el nombre de Cubofuturismo y Rayonismo destacan Mijail Larionov (1881-1964) y Natalia Gonrcharova (1881-1962).







Con anterioridad a la Revolución de Octubre de 1917, Rusia vive en medio de tremendas tensiones internas que son un perfecto caldo de cultivo para la agitación artística de vanguardia.


He citado un temprano grupo de implantación futurista que es una de las puntas de lanza de posteriores experiencias, cada vez más independientes e interesantes.
Entre estas ultimas destacan El Constructivismo que arranca del lenguaje del Cubismo sintético y la fascinación por la ingeniería además de por el maquinismo con excepcionales artistas como Vladimir Tatlin (1885-1953), Antoine Pevsner (1886-1962) y Naum Gavo (1890-1977), y la del Suprematismo una creación de Kasimir Malevich (1878-1935) que defiende un arte no objetivo que deriva pronto en la abstracción total, representada por la experiencia del Cuadro en blanco (1918) que es un punto de no retorno.






La vanguardia rusa entre 1910-1920 que en su totalidad vive con pasión el proceso revolucionario y que participa muy activamente en las primeras etapas del régimen soviético antes de ser reducidos al silencio.






Hay que rememorarlo al margen de estos grupos porque lo destacado de esta vanguardia es su pasión y frenesí creativo general que se produjo al margen de la ilusión revolucionaria, aunque hasta hace poco no se pudo conocer el enorme caudal de ideas creativas producidas en estos años por este grupo de artistas pletóricos de ilusión de futuro.




Citar por último al movimiento Neoplasticista, etiqueta inventada por el pintor holandés Piet Mondrian (1872-1944) que evoluciona desde el Cubismo analítico a una abstracción geométrica de absoluto rigor.


El movimiento se crea en 1917 cuando Mondrian junto con Theo van Doesburg (1883-1931) publican la revista De Stijl, que se convierte en el órgano teórico del arte neoplástico, que se basa en el uso de formas regulares, los tres colores primarios mas el negro, el blanco y el gris.










