Aprender a mirar

Para explicar como referencia un cambio de sensibilidad es muy arbitrario utilizar pautas cronológicas como ahora en 1901.

Aunque la explicación de cualquier fenómeno cultural exige una sistematización, una convención, un protocolo y este de utilizar cifras.

Dos de los conceptos, vanguardia y moderno, se asocian a una época y a una concepción cultural basada en un periodo de tiempo, en los cambios en las modas y la necesidad convulsa de promoverlos de forma acelerada que ha sido el designio de las vanguardias, un término militar desafortunado que arraiga y que alude a la acción de choque, ruptura y exploración de las tropas en avanzadilla.

En el paso del XIX al XX no se produce un cambio importante como no sea el de una mayor aceleración dentro de la dinámica de modernización cultural y artística que se emprende desde inicios de la época contemporánea, pero si hay una diferente orientación de esa dinámica a principios del XX.

Me refiero a que se centre más los esfuerzos en la forma de la obra, que en el contenido de está.

Esta obsesión por lo formal por la forma, por lo que el lenguaje artístico tiene en sí de especifico, de autónomo ya empieza con el Impresionismo, pero el crear un lenguaje artístico alternativo, distinto del tradicional, es el tema central de las vanguardias del siglo XX.

Ellas son las que se plantean una relación totalmente diferente entre arte y naturaleza, haciendo que aquel no dependa de la imitación o relación literal de esta, sino que se convierta en una especie de producción propia o autónoma.

La sociedad -debido a que los hábitos pesan en el individuo- rechaza cualquier cambio profundo en el orden de lo simbólico, y por consiguiente que se resista en aceptar como artístico algo en contra de lo que se realiza durante siglos y se presente sin contenido ni significación.

Se entiende así la actitud de disgusto del público ante una obra en la que se pregunta el significado y al no encontrarlo, la rechaza como no arte, pero en efecto una obra de vanguardia no significa nada, pero no porque carezca de significación alguna sino porque emplaza el significado en otra dimensión diferente al tradicional que no es lo mismo.

Mirando en perspectiva, no es el arte la única creación contemporánea que transgrede la forma de expresión tradicional, ni tampoco estos cambios rotundos se pueden limitar al terreno de la cultura humanística, ya que la ciencia también vive tiempos de mudanza.

El escenario cambia, la matemática axiomática no funciona desde el plano euclidiano, y la física tras la teoría de la relatividad de Einstein, liquida los conceptos clásicos de espacio tiempo como entidades absolutas.

Esto hace comprensible el cambio de sensibilidad en la realidad que supone un cambio de panorama.

Así los nuevos horizontes que se plantean a través de estas nuevas perspectivas científicas no confrontan con la realidad sino con nuestros prejuicios basados siempre en nuestra previa falta de información.

Lo que no implica que el arte de vanguardia del siglo XX, ni la cultura ni la ciencia de nuestra época sean mejores, ni más verdaderas que las de épocas precedentes.

Uno de los hallazgos o si se quiere una de las características del mundo moderno es precisamente la de reconocer lo relativo del conocimiento humano.

En esa realidad, esas formas de expresión artística no son más que fiel reflejo de cómo somos nosotros, aunque en épocas de cambios acelerados nos cueste trabajo reconocernos en ellas.

Calvo Serraller dice que para enfrentarse al arte de nuestra época recomienda el mismo consejo que da Spinoza para orientar el verdadero conocer, es decir ni amar ni detestar, sino comprender.

Ortega y Gasset escribe acerca de la dificultad que comporta la comprensión del arte de Velázquez desde presupuestos simples, afirmando que en pintura a diferencia de lo que ocurre en matemáticas, el signo es evidente, pero el significado recóndito.

Lo que implica que progresar en arte sea complejo y exija más que mera información técnica y quizás lo que requiera sea experiencia.

Pues bien, esa experiencia genuina en un arte de la mirada, en pintura, escultura, instalaciones, performance, happening, land art etc supone experiencia visual, horas y horas de mirar.

Ese requisito es tan imprescindible que no puede ser sustituido por ninguna fórmula aprendida, ya que una persona puede informarse de cuales fueron los presupuestos doctrinales del Cubismo lo que no sirve para distinguir su calidad ni lenguaje propio de cada autor.

La calidad de una pieza no se aprende, sino que se experimenta y se experimenta con horas de contemplación directa de lo que se trata de apreciar, como dice Eugenio D´ors.

Ese es el secreto de cualquier persona que este cualificada o sepa un poco de arte, el aprender a mirar, da igual que sea una pintura del XV o del XX.

Hay que insistir en el concepto vanguardia histórica para delimitar que se refiere a la que se produce en el arte del siglo XX hasta la Segunda Guerra Mundial, mientras que vanguardias ultimas o recientes, son las que acontecen a partir de esta Guerra Mundial.

Hay que subrayar también que la primera parte de la vanguardia histórica hay que distinguir dos etapas, el primero hasta 1920 que es en realidad el que mantiene vivo el espíritu vanguardista y su lucha por inventar un nuevo lenguaje artístico, mientras que el segundo abarca desde 1920-1940, lo que motiva que se le denomine arte de entreguerras.

Se trata de un periodo que conviene calificar de crisis de vanguardia o si se quiere del espíritu vanguardista, porque en efecto el espíritu formalista de la primera etapa se pone en cuestión hasta por parte de quienes continúan denominándose vanguardistas o están adscritos al movimiento de vanguardia.

Hay que ser cuidadosos con la selva de información, cuando se lee posvanguardista o posmoderno, ya que lo que se entiende como crisis de vanguardia en los años 30 del siglo XX, nada tiene que ver con las etiquetas actuales, entre otras porque el contexto es diferente.

Las vanguardias en su momento agotan experimentando las fórmulas de la pintura escultura etc, y la difusión social que tiene en un periodo de entreguerras mundiales es mínimo, solo una minoría de personas accede a esa información, en esa situación crítica de escasa información social no hay comparación con lo que ocurre en la actualidad con el arte que es un producto de consumo masivo además de que ha dejado de tener sentido ese sentido de estar en vanguardia y más enfrentarse o trasgredir socialmente.

Muy al contrario, tiene una gran demanda comercial y un gran alcance, por no comentar las cifras de facturación que mueve el mercado del arte mundial.

En la actualidad vivimos de manera diferente el arte, con una actitud más ecléctica, libre y respetuosa de las diferencias y no solo porque han cambiado los medios de producción y difusión de lo artístico, y eso es lo apasionante precisamente, sino porque ya nada trasgrede y los soportes son otros distintos como la luz y el espacio.

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

2 comentarios sobre “Aprender a mirar

  1. Magnifico trabajo y muy trabajado; es cierto que no debemos fijar una fecha de inicio, pero un punto de
    Partida a tener en cuenta es 1917, cuando Duchamp envió “La Fuente” a la Sociedad de Artistas Independientes para ser expuesta. ¿Te parece?

    Le gusta a 1 persona

    1. Hay un vínculo entre el urinario y el nacímiento del signo de Saussure, es el nacimiento del concepto y del arte conceptual, realmente Duchamp que es un Dada no es elevado a los altares hasta el Pop de los 50. Disculpa que no te haya contestado hasta ahora, no había visto la misiva, besos

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