
Es uno de los lugares más poderosos centros económicos que desde finales del Medievo retoman el comercio con oriente a través del Mediterráneo llegando a su cenit en el XVI.

Pero a pesar de todo este crecimiento Venecia decae en el siglo XVII en el que no solo se hace visible su ruina económica sino su cada vez peor calidad en el arte.

Y aunque la Republica Serenísima agoniza de forma repentina resucita artísticamente logrando de nuevo el mismo prestigio que en un tiempo anterior.

La causa es el turismo, un fenómeno de masas ya por entonces propiciado por el grand tour de los británicos del XVIII, los inventores del viaje por placer que convierte a esta ciudad en uno de los lugares que más polarizan el fenómeno.

Una ciudad con mucha influencia oriental, que al arruinarse no pudo seguir transformándose con lo que su aspecto de la época de esplendor queda intacto.

Los mejores talentos venecianos prosperaron en el XVIII al servicio del extranjero, fenómeno que acontece bien por los turistas que llegan a la ciudad y adquieren vedute o panorámicas venecianas o por el desplazamiento de los pintores locales a las mejores cortes de Europa, que sobre todo lo demandan para retratos o decoración.




