Cada 12 de diciembre, en el cerro de Tepeyac, millones de devotos se reúnen para reverenciar a la conocida como madre de Latinoamérica». Su santuario convierte a México en uno de los países mas visitados del mndo por turismo religioso, y su rostro ha sido grabado en todo tipo de superficies: desde piedra y barro hasta cáscaras de coco. Hablamos de la Virgen de Guadalupe, la máxima personificación del catolicismo en el continente.

Santuario de la Virgen de Guadalupe en Extremadura
La santa mujer ha sido símbolo de México desde tiempos de la colonia: el mito guadalupano, sitúa sus primeras apariciones en 1531 -poco más de diez años después de la conquista de la Ciudad de México- frente al azteca Juan Diego Cuauhtlatoatzin, y representa un momento de fusión entre las cosmovisiones prehispánica y católica.

Santuario de la Virgen de Guadalupe en Mejico
Sin embargo, el registro histórico revela que la Virgen de Guadalupe ya existía mucho antes de esta fecha: en un monasterio ubicado en la provincia de Cáceres, en España, una estatua tallada en madera de cedro y datada del siglo XIII lleva su nombre. Esta misma, de hecho, fue testigo del encuentro entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón que dio lugar, meses más tarde, a la conquista de América.

Aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego. Fresco en la iglesia de San Francisco Javier en Tepotzotlán. 1756. Granger / Album
Se han escrito bibliotecas enteras sobre la Virgen de Guadalupe, y en lo que coinciden la mayoría de textos es en que su figura fue clave durante el proceso de evangelización del Nuevo Mundo. Su éxito en América, en efecto, se relaciona estrechamente con la manera en la que concentró las tradiciones indígenas y cristianas: es un claro ejemplo de sincretismo religioso, y de ello da cuenta el propio aspecto de la santa, no casualmente conocida como virgen morenita.

Con respecto a su nombre, Guadalupe, la teoría más respaldada -no solo por etimólogos, sino también por la evidencia de la virgen en territorio español, anterior a la mexicana- defiende que proviene del árabe Wādi al-lub, que se traduce como río de lobos o río oculto. Este primer término es el que dio denominación a topónimos de origen árabe como Guadalquivir, Guadiana o Guadarrama. Por su parte, en México gusta otra versión que asocia el nombre de la santa con la palabra náhuatl coatlallope: es decir, la que aplasta a la serpiente.

Este tríptico ejecutado por el valenciano Senén Vila a finales del siglo XVII representa las distintas apariciones de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego. La obra se exhibe en el Museo de América, en Madrid. Oronoz / Album
En cualquier caso, si nos remontamos a la época de la colonia, es indudable que los religiosos españoles conocían bien las costumbres y prácticas de aquellos a quienes deseaban evangelizar, algo clave para encontrar puntos en común entre ambos sistemas de creencias: por ejemplo, más allá del nombre de la virgen, no es de extrañar que su aparición se diera en el cerro del Tepeyac, un lugar sagrado para los antiguos nahuas, donde desde antes adoraba a la diosa madre Tonantzin.

La figura tallada en el Monasterio de Guadalupe, en Cáceres, también está envuelta en leyenda: las fuentes indican que fue realizada en Palestina por Lucas el Evangelista en el siglo I, pero no hay registro de una aparición hasta el siglo XIII, cuando a un vaquero llamado Gil Cordero (sí, la versión española de Juan Diego) se le perdió una vaca y, tras horas buscándola, la encontró muerta.

Primera página del Nican mopohua en náhuatl.
Library of Congress
Así, el hombre decidió aprovechar su piel y, en línea con el procedimiento habitual, cortó una cruz sobre su vientre. Según la leyenda, el animal resucitó y al mismo tiempo una milagrosa mujer apareció a su lado: era la Virgen de Guadalupe, que insistió en que el vaquero comunicase al clérigo de la ciudad lo que había visto.

Litografía del pueblo de Guadalupe tomada desde un globo. Hacia 1869.
Alamy / Cordon Press
Cuando Gil Cordero contó la historia a los clérigos, no le creyeron. Sin embargo, pronto lo hicieron al ver que el hijo del hombre, que había muerto ese mismo día, resucitó durante su misa y narró que una mujer le había ayudado a despertarse. Una leyenda que, nacida siglos antes de la conquista de América, no por casualidad recuerda a la de la virgen más venerada en México y en parte del mundo hispano.

Altar de la antigua basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, reconstruida en el siglo XIX y que en la actualidad es un templo expiatorio dedicado a Cristo Rey.
Robert Wyatt / Alamy / Cordon PRess
