
Nunca escuché a nadie decirle que no a Picasso. De hecho, a mí me llamaba la mujer que dice no, porque cuando tenía que decir no, lo decía.
Así resume la artista Françoise Gilot lo que son los diez años de convivencia junto a Pablo Picasso, con quien tuvo dos hijos, Paloma y Claude, antes de decidir poner distancia entre ambos para no dejarse absorber por el minotauro.

Françoise Gilot con Picasso en 1952
Ella es la única mujer capaz de sobrevivir a la convivencia con el pintor una vez que el malagueño pasa a ser reconocido por su obra y talento.

Camino de cumplir 102 años, Gilot reside hoy apartada del mundo, en Nueva York, mientras contempla desde la vejez y la máxima discreción cómo su obra empieza por fin a ser reconocida en Europa, especialmente en Francia, su país, que hasta hace muy poco la marginó.

Adam forzando a Eva a comer una manzana, obra de François Gilot de 1946
A ella seguro que ya la han visto: su cuello largo, su lunar en la mejilla y una mirada penetrante protagonizan numerosos retratos femeninos de Picasso.
A diferencia de otras, tiene más suerte y no pasa a la historia como Mujer que llora, título con el que el artista retrata a Dora Maar.

Dibujo de Françoise Gilot en la India
Quizás precisamente por eso las élites de la pintura francesa no han sido tan benévolas con Gilot como lo han sido con Dora Maar.

Por su propia trayectoria, pero también por su condición de musa, Maar es una figura de proa en el surrealismo francés y ha sido objeto de numerosas exposiciones.
En cambio, Gilot, a este lado del Atlántico es poco más que un dibujo olvidado.

Pablo Picasso brindando Françoise Gilot en 1951. FOTO: GETTY
Dice la biógrafa y amiga personal de Gilot, Annie Maïllis:
Gilot es la única mujer que no se dejó romper por Picasso, salvo salvo Fernande Olivier y no me parece casual.
También Fernande escribió libros de sus recuerdos con Picasso. Él no la destruyó, pero tampoco hizo por salvarla, y murió en la miseria

Françoise Gilot conoce a Picasso en el París de la guerra, durante la ocupación nazi. Ella es entonces una joven artista con grandes aspiraciones.
Como ella misma cuenta en el polémico libro Vivir con Picasso, de 1964 junto al crítico literario Carlton Lake, que da forma a su testimonio, se cruzan por primera vez en el restaurante Le Catalan, punto de encuentro de artistas.

Añade Gilot en el libro de entrevistas Dans l’arène avec Picasso (En el ruedo con Picasso, en español), de Maïllis, reeditado en 2021. Era mayo de 1943, Picasso tiene 61 años, ella, 21:
Estaba con una amiga y el actor Alain Cuny, que cenaba con nosotras. Picasso vino a hablarnos, diciéndole a Cuny que lo conocía: ¿Me puede presentar a sus amigas?. Ella respondió sin miedo y le explicó que era artista. A partir de entonces, y aceptando la invitación de Picasso, empece a visitarlo en su taller de Grands Augustins por las mañanas. El día que me invitó a venir por la tarde entendí muy bien lo que quería decir

1966, François Gilot sentada entre los dos hijos que tuvo con Picasso, Claude y Paloma
Gilot y Picasso no tardan en enamorarse. La francesa cuenta en su libro lo que son los primeros meses de la relación, donde Picasso intenta atizar los celos de unas y otras, pues en realidad él esta entonces con Dora Maar, con la que había engañado previamente a Marie-Thérèse de Walter.
De Walter no acaba de superar los traumas de su relación y se suicida en 1977, cuatro años después de la muerte de Picasso.
Maar, por su parte, acabó en un psiquiátrico. Entre tanto, Picasso nunca puede separarse legalmente de su primera mujer, la bailarina rusa Olga Jojlova, que muere en 1955 de cáncer sin haberle concedido el divorcio. Picasso, con quien comparte un hijo, ni se molesta en ir al entierro.

El control que Picasso ejerce en sus amigos y parejas es motivo de controversia y foco de varios libros como El minotauro, de Sophie Chauveau, o Mi abuelo, de Marina Picasso, nieta del artista. En los años 60, el libro de Gilot ya sirve de testigo de lo que debe ser soportar al creador cada día.
También lo cuenta en sus diarios Jean Coucteau, uno de los pocos que permanece fiel a Gilot cuando ella deja a Picasso y tanto los amigos del pintor como las galerías de arte empiezan a darle la espalda.
Cocteau se encuentra con la pareja en el taller del español cuando escucha cómo Picasso le dice a su pareja:
No eres para mí más que el polvo de esta escalera.

Gilot le responde con retranca:
Yo no necesito que me barran, me habré ido antes.
Una de las numerosas anécdotas que han pasado a la posteridad, y que reflejan a un hombre indeciso hasta las trancas con las cuestiones más nimias y con un humor cuanto menos cambiante.

Dice Maïllis:
Lo de Picasso era sobre todo una tortura psicológica. No era un hombre violento ni un depredador como diríamos ahora. Tanto a las mujeres como a los hombres con los que tenía confianza los ponía continuamente a prueba. Pero ella era lo suficientemente fuerte para responder. Otros no lo fueron.

Como de Fernande, otra mujer libre, Picasso está profundamente enamorado de Françoise, pero no soporta que lo deje. El trauma del abandono, que arrastraba desde la infancia, resurge cuando en 1954, con dos niños pequeños, Françoise hace las maletas y se va de la casa que comparten en Vallauris, en el sur de Francia.

Nube blanca de François Gilot
Comenta Maïllis, que lleva treinta años compartiendo intimidades con Gilot y con sus hijos, con quienes ha podido también hablar largo y tendido sobre Picasso.

Estudio azul de François Gilot
Creo que lo que fascinó a Picasso de Françoise era precisamente que era una mujer fuerte. Hacía falta mucho carácter para dejar a Picasso. Él le decía a Gilot que nadie podría dejarlo, y eso era precisamente lo que no tenía que haberle dicho porque inmediatamente aumentó su deseo de dejarlo.

Lo peor para Gilot viene sin duda tras separarse del artista, con quien establece un interesante mano a mano pictórico durante los años que comparten. A diferencia de sus anteriores parejas, Gilot se niega a convertirse en una musa.

Ella no quiere ser la criatura de una de sus obras, sino la creadora y a menudo lo pintó a él. Tras la separación, Gilot empieza a tener problemas con sus galeristas, sobre todo a raíz de casarse con otro hombre y tener una hija, pero la publicación del libro en 1964 le vale en cierto modo el exilio.

Picasso trata hasta en tres ocasiones de vetar su publicación. Decenas de artistas, entre ellos Rafael Alberti, José Bergamín, Camilo José Cela, Michel Leiris y otros incondicionales de la libertad de expresión, publican una petición pidiendo la prohibición del libro en Francia.
No lo logran, pero Gilot se ve obligada a empezar una nueva vida. En 2019, durante una exposición que le dedican en Nueva York, la pintora insiste en que no puede vivir en Francia:
A la gente no le gusto, no se puede imaginar cuánto me odian
Gilot no vuelve a dirigirle la palabra a ninguno de ellos, si bien algunos tratan de disculparse.

Pero el vacío institucional en torno a la obra de Gilot, cuyas pinturas se venden en Estados Unidos y otros países por cientos de miles de dólares, ha sido una constante hasta esta década.

Explica Elisa Farran, directora del Museo Estrine, en Saint-Rémy-de-Provence, que acoge en 2021 la primera muestra sobre su obra, comisariada por Maïllis:

François Gilot en 2010
La motivación detrás de nuestra exposición es la injusticia que hay en el mundo del arte hacia las mujeres, y muy particularmente con el caso de Françoise Gilot,

La muestra tuvo una buena acogida, con más de 20.000 visitantes en los seis meses que estuvo abierta al público. Según Maïllis, en los últimos meses han contactado con ella para una posible exposición en España y una retrospectiva en una gran ciudad, aún sin confirmar.

La propia Farran se sorprende de no conocer a esta artista, que no aparece ni siquiera entre los nombres de las grandes artistas francesas del último siglo, y confiesa que hubo un punto de redención en tratar de acercar al público a la obra de Gilot.

Para mí lo importante era destacar que hablamos de una artista francesa, sabiendo que Francia la ha tenido siempre en su lista negra, y que la dejó fuera como si fuera una indeseable. Pero teníamos que mostrar hasta qué punto Gilot, formada en Francia y hasta mucho después de instalarse en Estados Unidos, guardó las características de una pintora francesa y europea

Los años franceses, el título de la muestra y del libro de la misma, reflejan precisamente el trabajo de Gilot en la figuración pospicassiana de los años 40, su camino hacia la abstracción, el peso del color –que aprendió de Matisse, su pintor favorito–, pero también la fuerza de sus dibujos.

Cuando Gilot conoce a Picasso ya es una artista con cierto dominio. La construcción de sus obras es muy sólida, gracias a la fuerza de sus dibujos. Ella se divierte retratando a sus hijos y dando una respuesta a su vida de pareja. No se puede comparar con Picasso, pero hay que insistir en que no fue una mera mano ejecutora, sino una artista de gran talento

François Gilot 2015
Gilot, que además de pintora es una testigo excepcional de los círculos artísticos del siglo XX, no puede asistir entonces a su primera exposición en Francia y, a sus 101 años, no sale de Nueva York si bien se encuentra en pleno control de sus facultades mentales.

Mantiene una firme discreción e inaccesibilidad en la segunda parte de su vida, y ya no quiere dar entrevistas ni ser molestada. Pero al menos ha llegado –casi de milagro– a presenciar cómo su país volvía poco a poco a interesarse por su trabajo.

La artista en Nueva York hace una semana


https://www.harpersbazaar.com/es/cultura/ocio/a38921097/francoise-gilot-picasso-artista-obras/
https://www.elcorreo.com/xlsemanal/personajes/picasso-mujer-francoise-gilot-abandono.html
Una nueva reivindicación de Françoise Gilot, la mujer que se hartó de Picasso (msn.com)