
La primera mujer que puede vivir y mantener a su familia como escritora es Christine de Pisan.
Vive en Francia en una etapa de transición, cuando termina la Edad Media y empieza el Renacimiento.
1405 un miniaturista la representa dos veces.
La imagen forma parte de su Libro de la ciudad de las damas.

Christine aparece en su estudio como en una casa de muñecas abierta.

Lleva un vestido azul, su mano reposa en un manuscrito y recibe una visita de alto rango: tres damas coronadas.

Los objetos que sostiene en sus manos permiten identificarla fácilmente Doña Razón, un espejo, Doña Honestidad, una vara de medir y Doña Justicia, una probeta.
Las visitantes ordenan a la escritora combatir la misoginia.

Debe escribir un libro de defensa para su sexo:
Cava profundamente con las layas de tu razón, construye con la paleta de tu pluma.
En la escena aparece Christine ayudada por una de las damas y trabajando en el verde campo de la literatura.

Ambas utilizan paleta y argamasa para levantar un muro de piedra.

Tras ellas se observa un muro alto.

En su época todo el mundo desea contar con una barrera defensiva, pues mientras la autora y el miniaturista están en el escritorio, Francia se encuentra en plena guerra de Cien Años contra Inglaterra.

Su rey esta loco, los príncipes se disputan el poder y desencadenan una guerra civil que no tarda en llenar de sangre la capital. Christine vive una época horrible.

En las miniaturas, Christine de Pisan se distingue por su vestido sencillo y azul y por el atavio blanco de su cabeza, consistente en un velo que cubre también el cuello y el pecho.

Forma parte del vestuario de una viuda y la autora lo lleva a lo largo de 40 años.

A los 25 años pierde a su esposo y no vuelve a casarse y la tristeza y la soledad atraviesan su obra como motivos centrales.

Estoy sola y quiero estar sola / Sola me dejo mi dulce amigo.

Así comienza su poema mas bello, todavía recordado en Francia

Aquella mujer joven se ve obligada a hacerse cargo de su vida, algo para lo que ni su origen ni educación la habían preparado.

1364 nace en Venecia, llega a Paris cuando todavía es una niña.

Su cultísimo padre es natural de Pizzano, pequeña población cercana a Bolonia y es nombrado por Carlos V de Valois medico de cámara y astrologo.

Christine vive su juventud en el ambiente de la corte francesa y a los 15 años se casa con el notario real Etienne Castel y es un matrimonio feliz.

1398 cuando su marido muere repentinamente ha de hacerse cargo de su madre, tres hijos y dos hermanos mas pequeños y de una sobrina.

Los ingresos de la corte son inexistentes pues además su padre, muere el rey protector.

Christine que no tiene ninguna experiencia en los negocios se ve envuelta en varios procesos con los clientes de la notaria y a merced de asuntos de abogados.

Dios mio ¿Por qué no quisiste que naciera hombre?

Defiende sus derechos ante los tribunales durante 14 años, vende poco a poco los restos de su patrimonio paterno y probablemente trabaja como copista.

Además de aportarle dinero este trabajo le ofrece la oportunidad de seguir formandose, pues en su niñez y a instancias de su madre tuvo que dedicarse a hilar en vez de acudir con sus hermanos a las clases de su padre.
Pero ahora se retira a su cuarto.
Cerre la puerta y me hice con estos hermosos libros.
Para estudiar ciencias de su tiempo.
Así desarrolla su propio talento.
En su juventud ya recita versos suyos ante reducidos ambientes de certámenes cortesanos.
Ahora escribe poesía ateniéndose a las formas rigurosas y a los géneros tradicionales de amor cortesano y de la poesía bucólica, pero aporta un toque personal y evoca tristeza y soledad.
1399 puede ofrecer a su amigo 100 baladas y a partir de entonces aborda tanto en prosa como en verso los temas literarios y políticos de su tiempo.
Escribe 40 obras, lo que induce a Gustave Lanson (1857-1934), el papa de la critica francesa a denostarla como una autentica sabionda y primera de una serie insoportable de autoras que en toda su vida no tienen otra cosa que hacer que ofrecer muestras de su inagotable actividad y de su mediocridad universal.

1404 Christine recibe el encargo de escribir la biografía del protector de su padre, el difunto Carlos V, por orden del Duque de Borgoña.
Para dicho cometido, inaudito para una mujer de su tiempo, le sirve de ayuda el hecho de proceder de una familia culta, la proximidad a la corte parisina y el trato personal de los poderosos y ricos a cuyas bibliotecas tiene acceso.

Por su parte dispone de habitación propia que diría Virginia Woolf.

Christine Pisan tiene su cuarto gótico estrecho con pocos muebles y suelo de baldosa de colores que aparece en varios manuscritos suyos.

En ocasiones un perro blanco le ofrece compañía.
Los primeros poemas de Christine aparecen en forma de modesto cuaderno de papel, pero pronto puede copiar, ilustrar y encuadernar lujosamente sus textos en caros pergaminos, similares a los manuscritos que hay sobre su mesa.
Aunque de cada uno de ellos hay 4 o 5 ejemplares.
Medio siglo antes de descubrirse la imprenta, los libros con su valiosas presentaciones, estaban reservados a los bibliófilos.
En aquella época en Francia no había más imágenes que las de las iglesias y los manuscritos ilustrados ofrecían al propietario la posibilidad de admirar motivos distintos a los religiosos a través del nuevo modo de representación.los príncipes sustituyeron a la Iglesia como clientes de artistas.
Les encargaban tapices, esculturas, objetos de cristal de colores o de oro para exhibir su poder y libros para su disfrute personal.
Carlos V instala en las 3 plantas del Louvre, una biblioteca de mas de 1000 obras, entre las cuales no solo hay devocionarios y libros de horas, sino también traducciones ilustradas de Aristóteles, tratados de arte cinegético y el primer manual de cocina del que se tiene noticia.

Christine puede supervisar rigurosamente la confección de su manuscrito.

En algunas hojas aparecen incluso correcciones de su propia mano, con la que la autora encubre con esmero los fallos y rasguños del pergamino.

Dispone que la confección se efectue no en los monasterios, como es habitual, sino en escritorios parisinos donde los artesanos comparten el trabajo.

Cada uno de los cuadernosde pergamino de 8 hojas llegan primero al copista, después el rubriquista que realiza los rituales y las iniciales y finalmente el miniaturista que se encarga de adornar e ilustrar el texto.

Están bien pagados y en algunos casos Christine los censura por sus excesos y la lujuria
La autora aparece representada una y otra vez en sus manuscritos de la misma manera que esta presente en sus textos.

Por el contrario no se conoce ni siquiera el nombre de sus copistas e ilustradores.
Únicamente se conoce los artistas que como los hermanos Limburg, están al servicio personal del príncipe y de los que queda constancia en los libros de contabilidad.
El responsable del taller cuyo estilo define la mayor parte de sus obras es conocido con el apelativo de maestro de La ciudad de las damas.
Natural de Italia o tal vez de Flandes, incorpora elementos estilísticos de los pintores del Treccento italiano y de los realistas neerlandeses, experimenta con el espacio y la perspectiva y en torno a 1400 crea con sus colegas el estilo designado como Gótico internacional.

En palabras Christine, todos ellos convierten Paris durante un breve periodo de esplendor en el centro de los mejores ilustradores del mundo.

El miniaturista representa escombros o pisadas polvorientas en el césped a los pies de la autora.

Christine alisa con la paleta la argamasa preparada en una artesa de madera mientras una de sus ayudantes coronadas le acerca la piedra siguiente.

Trabaja en la construcción de una ciudad de las damas, ficción que Christine mantiene a lo largo de todo el libro, continuando al igual que con la personificación de los conceptos abstractos (razón o justicia) los procedimientos medievales.

El famoso Roman de la Rose de Guillaume de Lorris, del siglo XIII, esta también concebido como alegoria.

La conquista de la mujer ideal y perfecta por un caballero sublime como la búsqueda poética de una flor.
Su obra queda inacabada y termina siendo escrita por un profesor universitario en forma de tratado contra el lubrico y falaz sexo femenino.
Se inicia entonces una disputa de mas de un siglo de duración entre misóginos y defensores del amor cortes en la que la primera mujer que interviene es Christine.
Lo hace en una carta abierta en 1402 y en su Ciudad.
Contra las abominables tesis del profesor y sus partidarios, Christine pone en liza a sus tres damas, la Razón , la Honestidad y la Justicia.
Elige como sillares a mujeres famosas que están a la altura de los hombres.
Doña razón cita a las valientes amazonas y a la reina pagana Semíramis, que gobierna un enorme imperio con mano de hierro.
También se nombra a mujeres de profundos conocimientos y grandes dotes intelectuales como Safo.
Doña Honestidad puede construir casas sobre estos fundamentos con mujeres castas, esposas fieles, viudas tenaces y buenas madres.
Doña Justicia, competente para los asuntos superiores embellece la ciudad de las damas con almenas y torres y entroniza a la Virgen María con su sequito de mujeres santas.
La autora toma sus ejemplos de la historia, los mitos y las leyendas y los multiplica porque de acuerdo con la dialéctica medieval, la simple acumulación de exempla es una demostración de su verdad. Actualmente la lectura resulta pesada.
En cualquier caso lo que todavía interesa es su visión pragmática, en vez de dibujar como en Roman de la Rose medieval, una imagen ideal auya afirma que por su propia naturaleza la mujer es tan inteligente y capaz como el hombre.
Christine interviene a favor de las viudas y de las mujeres maltratadas por sus maridos y defiende el derecho femenino a los placeres carnales y se rebela contra la jactancia masculina de la presunción de que las mujeres solo aspiran a ser dominadas.
En el siglo XX todo ello llega a sr reconocido por el feminismo que la celebran como una pionera.
Ahora bien, cuando se le pregunta porque las mujeres inteligentes no estudian para estar presentes en todos los campos, Doña Razón responde que
A la sociedad no le interesa que se ocupen de los asuntos de los hombres.
Tienen que darse por satisfechas con sus tareas habituales al servicio de su esposo y su familia que se la han confiado
La utopía de Christine capitula ante la realidad social.
1400nadie cuestiona el orden supuestamente querido por Dios.
El éxito de las obras de Christine entre sus contemporáneos se explica también por el hecho inaudito de que proceden de una pluma femenina.
La ciudad de las damas llega a Milán y a Londres.
El exorbitante precio de los manuscritos y circunstancias de que solo una minoría exigua de la población sepa leer determinan que su publico se reduzca a la nobleza o a la burguesía urbana acomodada.
En francés el libro se titula La ciudad de las damas, no de las mujeres.
Las tres visitantes, increíblemente bellas y con sus lujosos vestidos, su noble actitud y su digna presencia, responden a sus lectoras.
Crhistine dedica varias obras a Isabel de Baviera (1371-1435), esposa del enajenado Carlos VI y le confecciona un ejemplar de La ciudad de las damas.
Es posible incluso que participe en la miniatura en la colocación de las piedras.
En otra ilustración la autora hace entrega del solemne manuscrito a la princesa, pues los libros no son vendidos sino que se regalan en las fiestas de año nuevo a un protector, que corresponde adecuadamente con pensiones y valiosos objetos.

El duque de Borgoña que como su hermano CarlosV y el duque de Berry, son muy aficionados a los manuscritos, regala a Christine una copa de plata y acoge a su hijo en la corte en calidad de paje.

El verdadero destinatario de La ciudad de las damas es el duque de Berry, quien aunque de tacañería reconocida, se muestra agradecido a Christine.

Por el contrariohay que recordar repetidamente a la reina Isabel que abone finalmente las sumas prometidas a la autora.
El pueblo la califica de puerca y la odia por su prodigalidad y sus amoríos.

En la lucha por el poder entablada entre los duques hostiles de Borgoña y de Berry y sus secuaces, Isabel toma partido indistintamente por uno o por otro pensando en su provecho.

En vano la patriótica Christine pide a la reina una epístola que interviniese a favor de la paz y en vano pone en 1413 en manos del duque de Berry el Libro de la paz, un manuscrito sin ilustraciones ni ornamentación, pues los artistas emigran y los mecenas tienen otras preocupaciones, han muerto o han sido ejecutados.

Ante la escalada de la guerra civil, Christine deja de escribir y vive retirada en el campo durante 11 años bajo la protección de un monasterio, institución no muy diferente a la ciudad ideal de las mujeres.
Entretanto los partidos franceses enfrentados entre si dan paso a la intervención del enemigo ingles que los aniquila.
1420 los victoriosos ingleses entran en Paris y la reina francesa entrega Francia y la mano de su hija al monarca ingles Enrique V.
Parece todo perdido, pero en 1429 a través de los muros conventuales de Christine llega la noticia de que una joven francesa arrebata la ciudad de Orleans al enemigo y corona al heredero del trono.
Poco antes de morir Christine empuña por ultima vez la pluma y escribe un poema en honor de Juana de Arco.
Para ella es grato celebrar las hazañas de una mujer valiente y contemporánea suya.
http://www.ub.edu/cdona/lletradedona/la-ciudad-las-damas
AA.VV. (1992),A Selective Bibliography of Christine de Pizan Scholarship, circa 1980-1987, University of Georgia Press, 1992.
Dulac, Liliane (1978), «Un mythe didactique chez Christine de Pizan, Sémiramis ou la Veuve héroïque», Mélanges offerts à Charles Campoux, I, Montpellier: 315-343.
Ibeas, Mª Nieves (1990), «Christine de Pizan: una actitud crítica frente a las lecturas misóginas de la época», Estudios históricos y literarios sobre la mujer medieval, Mª Nieves Ibeas et al., Málaga, Diputación: 71-94.
Kennedy, Angus J. (1984), Christine de Pizan: A bibliographical Guide, Londres, Grant and Cutler.
Oteri Vidal, Mercè (1997), «Christine de Pizan y Marie de Gournay. Las mujeres excelentes y la excelencia de las mujeres», Mujeres en la historia del pensamiento, Rosa Mª Rodríguez Magda (ed.), Barcelona, Anthropos: 77-93.
https://jimenadelaalmena.blogspot.com/2017/11/resena-la-ciudad-de-las-damas.html
http://abmusicaymas.blogspot.com/2018/03/la-ciudad-de-las-damas-feminismo.html
Brown-Grant, Rosalind. Christine de Pizan y la defensa moral de la mujer. Cambridge University Press, 1999.
«Christine de Pisan». Museo de Brooklyn, //www.brooklynmuseum.org/eascfa/dinner_party/place_settings/christine_de_pisan
«Biografía de Christine de Pizan». Biografía, //www.biography.com/people/christine-de-pisan-9247589
Lunsford, Andrea A., editor. Reclamando la retórica: las mujeres y en la tradición retórica. Prensa de la Universidad de Pittsburgh, 1995.
Porath, Jason. Princesas rechazadas: cuentos de heroínas, demonios y herejes más audaces de la historia. Nueva York: Dey Street Books, 2016.
