

Nace en Barcelona en 1923 en el seno de una familia de clase media, es uno de los artistas españoles de mayor relevancia y proyección internacional de la segunda mitad del XX.

Generacionalmente le tocan tiempos adversos y el que triunfara supone un mérito.

Antes de la adolescencia tiene que vivir la guerra civil y luego una interminable posguerra que con toda clase de miserias tiene un bloqueo y un total aislamiento del país hasta inicios de los 50.

También su delicada salud, tiene que superar una tuberculosis que lo tiene postrado el 42 y el 43.

Se afirma en su vocación artística y abandona sus estudios de Derecho y orientarse a la vanguardia, algo inconcebible durante la segunda década de los 40.

Conecta con otros jóvenes de similares inquietudes y con ellos funda el Dau al Set, que es una plataforma de renovación de la posguerra, al convertirse en reflejo del anhelo cosmopolita en un país aislado, y por otro por la voluntad de recuperar la memoria inmediata y la censurada memoria histórica.

Al comprobar los colaboradores está Arnau Puig, Joan Brossa, Tarrats, Foix, Cirlot, Santos Torroella, Sebastian Gasch, Gaya Nuño, Tomas Seral, Antonio Saura, Ricardo Gullon etc.

Uno de sus colaboradores es Tapies, que lo rememora en su autobiografía Memoria personal.

En este libro traza un valioso panorama de las circunstancias de esos primeros años, vividos a través de la mirada de un joven pintor con inquietudes que esta tratando de labrarse una formación intelectual en medio de una cultura oficial chabacana y de una información censurada.

Gracias al inventario de sus recuerdos, nos enteramos de su conexión con los grupos artísticos que se organizan, como Els Vuits, con los que expone en los Blaus de Sarria y con los colaboradores de la revista Ariel.

Nos enteramos de su redescubrimiento de las grandes figuras de vanguardia histórica como Picasso o Miro, mirados entonces con despectivo recelo por las instancias oficiales del franquismo.

De los libros hallados y sobre todo del contacto con figuras singulares como Joan Brossa, el también poeta J.V. Foix o Joan Prats.

Retrata su fascinación por Klee, Kurt Schwiners, Marcel Dushamp etc.

Todo eso fue un chorro de nuevas ideas que se ponían en marcha dentro de mi, aunque con mucho retraso, debido a los años de cerrazón de nuestro país.
Si hubiéramos vivido una situación normal tal vez las habríamos asimilado antes y con resultados más positivos.
Tanto el patrioterismo como el falso orgullo que pretendía el franquismo, nos había hecho progresar y nos había dado artistas que triunfaban por el mundo, pero olvidaba que nada se podía hacer sin el entroncamiento con las generaciones republicanas de antes de la guerra y las influencias que nos llegaban del extranjero.

Esta conclusión de Tapies sintetiza las dos preocupaciones de los artistas que entonces buscan intuitivamente una salida al cerco impuesto.

Por un lado la recuperación de la memoria histórica, yugulada por la guerra civil y la posterior represión.

Por otro el ansia cosmopolita más acentuada.

Estas mismas inquietudes se reproducen en todo el país en 1947-1948, en a la aparición del grupo Dau al Set, se suma la fundación del Grupo Portico en Zaragoza y el de la Escuela de Altamira en Santander.

Es el momento de arranque Eusebio Sempere, Millares o Saura.

Si bien la obra primera de Tapies, que la produce en la segunda mitad de los 40 y comienzo de los 50 refleja las circunstancias y las inquietudes de ese momento en España, cuya reanimación artística tiene en el unos de los primeros protagonistas, dicha obra no se puede circunscribir en ningún sentido a nuestro país.

1950 su etapa en París a partir de la que se relaciona con el informalismo francés y con la vanguardia internacional, es decisiva para madurar su propio lenguaje y ampliar su horizonte estético.

1953 abandona la figuración mágico surrealista y a partir de entonces emprende una trayectoria personal que pronto lo convierte en uno de los periodistas europeos mas relevantes de la segunda mitad del siglo XX.

Tapies supera los postulados de la Abstracción francesa, demostrando así una ambición distinta y mayor que la de la mayoría de los representantes de esa corriente.

Lo mas importante es la influencia del crítico francés Michel Tapie, autor de un ensayo de gran calado Un art autre (1952) que lo que por entonces hacen los pintores franceses.

La filosofía del existencialismo también le influye mucho, así como la fascinación por el pensamiento y la cultura oriental.

A mitad de los 50 ya se decanta por el uso personal de la materia, que despierta merecida atención internacional con numerosos premios.

Su estilo madura a los largo de los 50 y se corresponde con el informalismo matérico, que le lleva a experimentar con polvo de mármol, arenas coloreadas, resinas, etc.

Sobre eso despliega sus símbolos como la cruz que coincide con la letra inicial de su apellido y una forma de incidir sobre la materia.

Hay más economía de medios más interesante y eficaz en comparación con un tiempo antes.

Por otro lado su obra remite a la tradición artística desde Ribera a Miro, con todas las connotaciones que implica esta tradición, la muy peculiar sensibilidad mística de los escritores del XVI.

Pero por otro apunta al arte contemporáneo de la vanguardia internacional de aquellos años, cuyo interés no se circunscribe en Tapies solo al informalismo y al expresionismo abstracto, sino que los cuadros indican también una asimilación del espacialismo, del llamado arte de ensamblaje y de otros interesantes caminos frecuentados por el dadaísmo.

Esta ambición y riqueza de registros que demuestra Tapies en la década de los 50 no deja de acrecentarse en años posteriores, como lo muestra su sintonía con el arte povera y con Joseph Beuys a lo largo de los 60 cuando experimenta en tres dimensiones.

1980 en esta década vuelve al plano, pero lo hace con originalidad empleando grandes formatos, un usovirtuosos de los barnices y ciertos elementos figurativos eróticos.

Activo hasta el final de su vida es imposible hacer un balance de lo que aporta artísticamente.

1990 inaugura en Barcelona su fundación en el histórico edificio de la editorial Montaner i Simón obra del arquitecto modernista, Luis Domenech.

La fundación la dota de su biblioteca y su obra personal.


Es concebida no solo como un santuario personal sino como plataforma de exhibición del arte de vanguardia de las sucesivas generaciones emergentes, con lo que es un centro muy dinámico.