La arquitectura en el presente

Hunde sus raíces en el siglo XVIII, coincidiendo con la Ilustración que refuerza en gran medida la importancia y la situación social del ciudadano, se registra un paso importante en política que supone el paso de las monarquías centenarias a las constituciones democráticas, cuyo ideario se extiende progresivamente por todo el mundo.

Estas ideas que ya están en la primera Carta Magna Inglesa, y la revolución burguesa inglesa que es 100 años antes que la francesa queda plasmada también en la Declaración de Independencia Americana de 1776 y la Revolución Francesa de 1789.

Con los precedentes del XVIII, el siglo XIX, es casi obligatorio que sea una época de cambios que afectan a todos los ámbitos de la vida.

La Revolución Industrial es el agente principal para este cambio tan profundo en el concepto tradicional de la arquitectura que hasta entonces se limita a la construcción de unos prototipos, bien de carácter sagrado como las iglesias o bien de carácter profano como los palacios y las villas, interviniendo solo circunstancialmente en el diseño de las ciudades. La tradición clásica imponía el sistema de ordenes clásico, cuyo uso y significación no se limitan a la elección de un determinado modelo de columnas u ornamentación.

La Revolución industrial supone la existencia de nuevos materiales como el hierro o el cristal que permiten construcciones más ambiciosas y más iluminadas, pero además produce un gran desarrollo de las urbes, por un lado por la progresiva afluencia de campesinos y porque se produce un incremento demográfico, gracias al desarrollo económico y técnico y científico.

El nuevo tipo de ciudad fabril plantea necesidades muy diferentes del modelo urbano tradicional, lo que supone el replanteamiento de su diseño, sus necesidades y su planificación.

La Revolución Industrial que se extiende desde Reino Unido a toda Europa y a EEUU, crea una nueva clase de asalariados y propietarios que ganan su jornal en una fábrica, cada vez más numerosas.

La máquina de vapor creada por Watts en 1785 y cuya masiva difusión en las nuevas salas de máquinas y plantas metalúrgicas encuentra con gran rapidez el correspondiente marco arquitectónico, se convierte en el símbolo de la progresiva mecanización del mundo.

El ferrocarril es el segundo símbolo no menos importante de la nueva época.

Todo ello tiene consecuencias en la arquitectura, pues para salvar los valles y los túneles hay que construir túneles y gigantescos puentes de piedra o de hierro, y no pasa mucho tiempo sin que se construyan estaciones cada vez mayores, edificios con características monumentales que, dada la necesidad de espacios amplios, se suelen erigir en la periferia urbana.

Pero no solo es el progreso técnico sino las nuevas formas de gobierno democrático lo que encuentra su reflejo en la arquitectura del siglo XIX y así se construyen parlamentos, ayuntamientos, que reflejan una nueva conciencia ciudadana.

Esta nueva conciencia también se refleja en la construcción de museos. Mientras en las grandes urbes como Paris, Londres o Bruselas emergen los primeros grandes almacenes y pasajes, calles comerciales cubiertas, que vienen a representar el pujante mundo comercial del siglo XIX.

Incluso aunque en el XIX la arquitectura sufre un cambio radical y aparecen problemas nuevos, la mayor parte de la arquitectura de esta época se caracteriza por la representación de la nueva clase social en ascenso que copia a la nobleza a la que poco a poco va sustituyendo en sus funciones de soporte del Estado.

Los arquitectos del XIX no están muy seguros en que estilo erigir los edificios, porque los desafíos son diferentes, dado que el público que los demanda también lo es.

De hecho la búsqueda de un estudio arquitectónico adecuado y con validez general es una de las características más importantes del siglo XIX y de los primeros años del XX.

Los estados se dedican a hacer una investigación arqueológica de las tradiciones arquitectónicas de cada lugar, dado que en esta misma época emerge el nacionalismo y no es casualidad que Prusia muestre gran interés en la primera mitad del XIX en el neogótico, creyendo que las raíces del gótico están en Alemania hasta que se descubrió que estaban en Francia en la Edad Media.

Hay que subrayar que en 1800 no solo se inicia el estudio científico de los restos arquitectónicos de épocas pasadas, sino que se adopta una nueva manera de respeto frente a estos vestigios y se realizan restauraciones para conservarlos, llega el momento de preservar los monumentos nacionales.

La arquitectura sufre las crisis del clasicismo y tiene que variar de materiales, técnicas y tipos de edificio y hasta el papel que tiene asignado tradicionalmente en la sociedad.

Con cambios tan profundos la figura del arquitecto como técnico entra en crisis y es de destacar que la figura del arquitecto también entra en crisis.

Hay que subrayar que su formación tradicional es muy similar a la del artista plástico, pintor o escultor, y tienen además una formación académica común con la única peculiaridad de estudiar el tratado clásico de arquitectura de Vitrubio, que era el tratado canónico de arquitectura clásica, y toda la serie de tratados renacentistas que se escribieron y dibujaron como glosa y complemento de aquel.

Las nuevas demandas sociales acaecidas por las profundas transformaciones al comienzo de nuestra época implican otro tipo de formación y de respuesta profesional, por lo que al no poder conseguirla tiene que encontrar su respuesta en el ingeniero civil.

Las escuelas de ingenieros civiles se desarrollan a mitad del siglo XVIII y primer tercio del XIX, en función de las demandas sociales de cada país.

Por lo que son los ingenieros los que afrontan las demandas de las construcciones de la revolución industrial, lo que significa que no solo conocen las posibilidades de los nuevos materiales industriales sino también la nueva tipología constructiva (las estaciones de ferrocarril, los puentes de hierro, las fábricas etc).

Estos ingenieros casi acaban con la profesión de arquitecto si esta no hubiera reformado sus estudios y creado escuelas especiales.

El arquitecto anterior solo tenia demanda de hacer una vivienda suntuosa o pública pero no la de construir viviendas para trabajadores, o intervenir en una nueva urbanización de la ciudad, o en la construcción artesanal por lo que ahora la propia filosofía de la profesión cambia, porque los retos son otros diferentes porque hay una revolución demográfica y la construcción de vivienda popular se termina convirtiendo en la primera ocupación del arquitecto.

Esta circunstancia influye en la evolución de estilos arquitectónicos.

Hasta la primera mitad del siglo XIX hay un paralelismo entre la evolución estilística de la arquitectura y el resto de las artes con un estilo neoclásico o clásico-romántico, neogótico que termina en múltiples resurrecciones del pasado que se constituye en un pastiche.

Desde finales del XIX y principios del XX a la par del desarrollo de las vanguardias históricas, emerge un estilo moderno, al margen de cualquier referencia formal del pasado (por suerte), que recibe el nombre de estilo internacional (que es como decir nada), que es el que prevalece durante todo el siglo XX.

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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