Vivo a escasos 4 kilómetros de la ciudad, pero cada día me sorprendo con los paisajes que descubro, la mayoría cortijadas abandonadas con los aljibes intactos. Ultimamente recorro una garganta de un rio seco, una rambla, de un rio que conoció épocas mejores y que muy posiblemente trascurre subterráneo para desembocar en el mar. SomosSigue leyendo «Caminata»
