Para alguien nacido en un desierto a escasas millas de África con un clima subtropical, el frio y todo lo que de él se deriva como calefacciones, abrigos pesados y todo el día at home, me horroriza.
Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.
Y siempre habrá un sol también
un sol verdugo y amigo
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.
Los hoteles de alta montaña agobian, con tanta madera y tela y menús pesados. Siempre que he estado en uno de ellos he pensado lo bien que estaria en el Caribe en una hamaca con un zumo de frutas leyendo un libro o dejándome morir de gusto por un sol abrasador y unas aguas trasparentes llenas de corales y tiburones.
Esquiar me parece otro horror, tirarse por precipicios llenos de gente, con nieve que se desprende cuando quiere, rocas imprevistas, trineos, pocas horas de luz y un ambiente tirolés fingido, no gracias (como las nucleares). Para quien lo quiera.
Un desastre, me salen sabañones por la nariz y las orejas.
He vivido desde Barcelona a Huelva, siempre con el mar cerca y no se que hacer en un sitio frio, me aburro como una ostra, no entiendo el carácter de la gente que también es frio, abomino de las ventanas cerradas, el aire poco ventilado, los días cortos y gente que bebe mucho.
Las calles de la ciudad son láminas de hielo.
Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
Las estrellas tan altas son destellos de hielo.
Helado está también mi corazón,
pero no fue en invierno.
Mi amiga,
mi dulce amiga,
aquella que me amaba,
me dice que ha dejado de quererme.
No recuerdo un invierno tan frío como éste.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, yo no comprendo vivir en un sitio con frío.
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Bonico eres. Es que eres paisano, el frio nos achica.
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muy bonita reflexión
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Gracias
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