

El actor australiano alimenta todos los rumores de su ideología.


En 1937 es uno de los actores más admirados de Hollywood.
Irrumpe allí con la misma energía desbordante que los personajes que interpreta en sus películas.

En solo dos años con taquillazos como El capitán Blood (1935) y La carga de la brigada ligera (1936) dirigidas por Michael Curtiz, estaba en la cumbre.
Tenía dinero y estaba casado con una de las mujeres más guapas del mundo (la actriz francesa Lili Damita) pero estaba harto.
De temperamento inquieto y aventurero (antes de llegar a Hollywood con 26 años había sido boxeador, marino mercante, buscador de oro, plantador de tabaco, contrabandista etc) tomo una decisión que dejo perplejo al mundo del cine.
Se fue a la guerra civil española.
La idea no fue suya, lo convenció su íntimo que era un individuo turbio y misterioso que en sus memorias nombra como el Dr Gerrit H Koets, aunque se llamaba Hermann F. Erben.
Este médico naval austriaco, pendenciero y buscavida le causo honda impresión cuando lo conoce en un carguero en Nueva Guinea.
Erben se convierte en un hermano mayor (se llevaban doce años) en su cicerone de los bajos fondos.
Juntos recorren burdeles y fumaderos de opio más afamados de sureste asiático.
Es Erben quien propone ir a la Guerra Civil española como corresponsales.
El actor pasa por un mal momento en su matrimonio y ansia escapar de Hollywood.
Quiere vivir aventuras de verdad sobre el terreno no sobre un plato de cine. Además, se siente escritor frustrado. Siempre ha querido escribir, ser un novelista al estilo Hermingway, por lo que el viaje a España le parece una buena oportunidad para probar su talento.
Gracias a su amistad con Marion Davies, quien convence a su pareja, el magnate de la prensa William Randolph Hearst para que confíe en la competencia periodística del actor, Flynn viaja a España como corresponsal. Erben lo acompaña como fotógrafo.
El actor llega a Barcelona el 29 de marzo de 1937.
Tras ser recibido con todos los honores por la oficina de propaganda que incluso le organizan una velada flamenca, se traslada a Madrid en un coche oficial.
Se aloja en el hotel Gran Vía, puede ver personalmente los bombardeos de la aviación alemana contra el edificio de Telefónica, el centro de comunicaciones del ejercito republicano.
Apenas pasa una semana en España pero su estancia alimenta todo tipo de especualaciones y noticias falsas.
La primera que el actor difunde la noticia de su muerte con el fin de promocionarse.
La segunda que ha traído un millón de dólares, fruto de una colecta en Hollywood, para ayuda a la causa republicana.
Y la tercera publicada tras su muerte por su biógrafo Charles Higham (Errol Flynn: The untold Story, 1980) que el actor colabora con los nazis como espía.
Detrás de todos estos rumores esta Erben.
El medico es quien difunde de que Flynn había muerto, cuando en realidad solo sufre una conmoción por el impacto de un cascote en un bombardeo.
También es quien expande el bulo del dinero.
Según cuenta el actor lo hace a sus espaldas, para que las autoridades españolas les faciliten los desplazamientos y las estancias.
Y en cuanto a la colaboración con los nazis, tras la II Guerra Mundial se sabe que Erben había estado afiliado al partido nazi y que había trabajado como espía para los alemanes.
No se sabe si actúa como tal en la Guerra Civil española, pero si que algunas de las fotografías que hace en España sirven para que la Gestapo identifique a los exiliados antifascistas.
¿Sabía Errol que su amigo era nazi?
Según sus más recientes biógrafos, no hay pruebas de ello. Quizás intuyera sus simpatías hacia el nazismo, pero parece improbable que desconociera su militancia.

Lo que si descartan es que el actor hubiera ido a España con el objetivo de espiar para Hitler.
A Flynn no le mueve la ideología sino la aventura. La promesa de emociones fuertes, diversión y romances. No la de cambiar el mundo con ideales.
Escribe en sus memorias:
El gobierno republicano tenía todas mis simpatías, pero solo por salir de allí me habría ido con cualquiera de los dos bandos.
El principal motivo para ir a la guerra española es que quería escapar a mi mujer.
Aquella aventura española no sale como espera. El tema del millón de dólares y la falsa noticia de su muerte causa gran malestar entre las autoridades republicanas, hasta el punto de que el comisario de propaganda Jaume Miravitlles, llega a enviar un comunicado al sindicato de actores de Hollywood quejándose del comportamiento de la estrella.
Además, el actor apenas puede publicar una crónica.
Hearst se niega a hacerlo porque considera que sus escritos son muy de izquierdas.
Finalmente, gracias a la intermediación de la familia Roosvelt (el actor es amigo de Franklin el hijo mayor del presidente) consigue publicar un artículo en la revista de cine Photoplay.
Regresa a los platos de Hollywood y aumenta aún más su leyenda en la pantalla.
Éxitos extraordinarios como Robín de los bosques (1938) o Murieron con las botas puestas (1941) le convierten en uno de los actores más admirados y mejor pagados del mundo.
Pero la estrella no dura demasiado.
Su encasillamiento como héroe de acción y el daño a su imagen que sufre por el juicio por estupro en 1943 aunque fuera absuelto y su desenfrenado estilo de vida con múltiples adicciones y dispendios económicos y problemas sentimentales, se casa tres veces y mantiene muchas amantes, le pasan factura.
En los 50, prematuramente envejecido, endeudado y enfermo, emprende su última aventura, se marcha a Cuba dispuesto a entrevistarse con el líder de la revolución cubana Fidel Castro.
El respeto como reportero que no puede lograr en España, informar sobre un conflicto bélico.
Con la excusa de rodar una película, la olvidable cinta de aventuras de la serie B Cuban Rebels Girls (1959), el actor viaja a Cuba en plena revolución para escribir sobre ella.
Gracias a sus contactos en la zona (Errol había sido un habitual de los casinos y los proveedores de droga de la Habana) consigue entrevistarse con Castro en su cuartel general de Sierra Maestra.
Publica varias crónicas sobre ese encuentro, en las que alaba al líder cubano calificándolo como una amante de la libertad y la humanidad (Castro todavía no se reconoce públicamente como comunista) e incluso afirma que le da lecciones de oratoria para sus discursos.
También realiza un documental sobre la revolución, Cuban Story (1959) mucho más interesante que la película de ficción por su valor testimonial, aunque solo se estrena en Moscú.
Muere pocos meses después de volver de Cuba. Acuciado por las deudas, ha viajado a Vacouver para negociar la venta de su yate.
El 14 de octubre de 1959 sufre un ataque al corazón. Tiene 50 años.
En el último capítulo de sus memorias escribe una frase en la que resume su vida.
Vivir he vivido muchísimo, como un glotón comiéndome el mundo y no creo que sea ególatra sugerir que pocos de los que han vivido en este siglo hayan tragado mas mundo que yo.
Historia y vida 660.Errol Flynn un actor en la Guerra Civil española