La fundación Flick llega al Museo del Prado

Felipe IV en Fraga de Velázquez (1644).

Felipe IV se reúne con su bufón trescientos años después

El Museo del Prado inaugura una exposición en la que muestra y relaciona con su colección 9 cuadros de Velázquez, El Greco, Murillo y Goya que pertenecen a la Frick Collection de Nueva York.

De Manhattan al Prado las nueve joyas españolas de la colección Frick vuelven 100 años después

A media altura de la Quinta Avenida, al lado del Central Park, esta en Nueva York la Frick Collection, uno de los museos de arte más importantes de la Gran Manzana. En su interior descansan hasta ahora nueve obras excepcionales de la pintura española, que emigran para llenar las paredes de esta pequeña galería particular.

Los Grecos, Goyas, Velazquez y Murillo adquiridos a principios del siglo XX por el magnate del acero, Henry Clay Frick, guardaban un privilegiado espacio en las estancias de la mansión familiar reconvertida a museo en 1935.

La Frick abre sus puertas en 1935 y se conserva como una mansión de principios del siglo pasado donde las obras están expuestas en muchos casos tal y como el magnate las dispone en su despacho, el comedor y otras estancias.

Integrada por más de un centenar de obras de grandes maestros europeos como Rembrandt, Vermeer, Ingres, Tiziano, Van Dyck, Turner, Monet, Degas o Renoir, además de los españoles, es uno de los pequeños museos más importantes de Estados Unidos.

La renovación integral que mantendrá sus puertas cerradas hasta finales del año que viene permitirá una ampliación del 25% de la exposición actual.

A excepción del retrato que hace Goya al Duque de Osuna (1795), el resto de los cuadros llevan más de cien años sin pisar suelo español. Ahora, con la reforma, estas obras han podido cruzar el charco para exponerse en exclusiva en el Prado.

Nueve obras que son durante tiempo motivo de orgullo para la pintura española lejos de nuestras fronteras pueden ser admiradas en Madrid gracias a un préstamo marcado por unas circunstancias tan excepcionales como irrepetibles.

En el corazón de la excelente colección española del Prado se han instalado temporalmente, desde el 7 de marzo hasta el 2 de julio estas joyas repatriadas. Una sala 16A presidida por La fragua de Goya (1815-20), maravillosa demostración de expresión anatómica que influyó en artistas como Giacometti y que alude directamente a la obra homónima del maestro Velázquez.

A pesar de su presunta idoneidad como parte de la colección personal de un hombre que se hace rico gracias a la industria siderúrgica, la presencia de esta obra que presume de la fuerza y el vigor de los herreros resulta paradójica por la conflictiva relación que mantuvo el magnate con sus empleados.

Autorretrato de Murillo

Los cuadros españoles de la colección Frick, a pesar de no ser mayoría, son adquiridos para ocupar las mejores estancias de la mansión familiar.

No es casualidad que en el retrato que le hace Gerald Kelly, el empresario elija al Felipe IV en Fraga (1644) de Velázquez o al Vincenzo Anastagi (1575) de El Greco para acompañarle de fondo.

El primero, es uno de los cuadros mejor documentados y el segundo es el único retrato de cuerpo entero y a tamaño real que realiza Velazquez.

Otra de las joyas es La expulsión de los mercaderes (1600). Obra muy cotizada a principios del XX gracias a las alabanzas que le dedicó el crítico alemán Julius Meier-Graefe.

Frick compra este cuadro a Aureliano Beruete por 120.000 dólares, no podía permitirme mantener tanto dinero colgado de un clavo, dijo por entonces el artista madrileño.

El Prado acompaña este reencuentro con obras hermanas.

Una selección de nueve pinturas que el Prado se encarga de acompañar con cinco obras hermanas presentes en la colección permanente.

Así, al retrato de Felipe IV de Velázquez añade El Primo (1644), pintados casi a la vez; a las dos de El Greco: La expulsión de los mercaderes y San Jerónimo (1590-1600), las flanquean La anunciación y el Retrato de un médico, respectivamente.

Al Autorretrato de Murillo (1650−55), primera obra comprada por Frick en 1904, le acompaña la efigie que el sevillano hizo de su amigo Nicolás Omazur (1672); mientras que al retrato femenino que hizo Goya en 1824 lo escolta el de Juan Muguiro (1827).

De Diego Velazquez ya se dice en 1644 que es el mayor pintor de España. Ese año es nombrado ayuda de cámara y en febrero acompaña a Felipe IV a la campaña de Cataluña, que tiene como punto culminante el sitio de la ciudad de Lerida, ocupada por las tropas francesas.

En junio, cuando el séquito real se asienta en la localidad aragonesa de Fraga, el artista realiza un singular retrato del rey —el único que pinta entre 1636 y 1654—: lo representa vuelto hacia su derecha, algo muy infrecuente en este tipo de obras, de pie y como militar, que permite un mayor lujo en la indumentaria y un cromatismo más brillante.

Es una obra maestra que ingenió al mismo tiempo y en el mismo lugar que otro de sus lienzos más emblemáticos, el retrato del bufón llamado El Primo. Un estudio publicado en 2012 confirma de hecho que la tela de ambos cuadros es la misma.

explica Javier Portús, jefe de conservación de Pintura Española hasta 1800 del Prado:

La comparación permite entender lo que separaba a un monarca de un bufón y los mecanismos que utiliza un pintor para evidenciar esa diferencia

Si Felipe IV presenta una mirada más elusiva y un rostro más limpio y uniforme, el enano, sentado y que enseña las suelas de los zapatos, mira de frente al espectador, de forma inquisitiva, y se resaltan sus accidentes faciales.

Expulsión de los mercaderes, El Greco (1600)

El retrato de Felipe IV en Fraga abandona las colecciones reales a principios del siglo XVIII con rumbo a la corte de Parma y desde entonces no había vuelto a España. El de El Primo ingresó en la pinacoteca nacional en 1819, aunque tradicionalmente se había identificado con Sebastián de Morra. 

La fragua de Goya (1815-1820)

Ambos lienzos vuelven ahora a enfrentarse en la sala 16 A del edificio Villanueva, como parte de la exposición temporal Obras maestras españolas de la Frick Collection, que se podrá ver hasta el 2 de julio.

Como se desprende del título, esta muestra reúne nueve cuadros de cuatro maestros como El Greco, Velázquez, Murillo y Goya que forman parte de una de las colecciones artísticas más importantes de Nueva York, The Frick Collection, reunida por el magnate del acero Henry Clay Frick (1849-1919).

El palacio neorrenacentista de la emblemática Quinta Avenida, donde se exponen normalmente, se encuentra en restauración para ofrecer un discurso museográfico más moderno y tener un 25% más de espacio expositivo. Desde el Prado señalan que se trata de un préstamo excepcional y único, una ocasión irrepetible. La mayoría de cuadros no se ven en España desde hace más de un siglo.

Tanto Miguel Falomir director de la pinacoteca, como Javier Portús, han destacado durante la presentación la calidad excepcional de las nueve telas.

El Vicenzo Anastagi de El Greco, por ejemplo, es el único retrato independiente, de cuerpo entero, de pie y tamaño natural que ha pervivido del pintor cretense.

Dice el conservador:

Es muy inestable, contraviene las leyes de la perspectiva y se complica abriendo la ventana… Vemos a un personaje que casi se abalanza sobre nosotros.

De Manhattan al Prado: las nueve joyas españolas de la colección Frick vuelven 100 años después (msn.com)

https://www.museodelprado.es/actualidad/exposicion/obras-maestras-espaolas-de-la-frick-collection/b4f700f8-1708-43a0-9f41-f1f8524b53d8

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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