Leonor Alvarez de Toledo

Bronzino la retrata. Ataviada en terciopelo de seda, envuelta en perlas que tanto gusta y peinada siempre con ricas redecillas que tejen sus damas de compañía, Leonor Álvarez de Toledo y Osorio marca tendencia en la Florencia del siglo XVI.

Entró en la ciudad vestida de raso, color carmesí recamado por todas partes de oro batido, según describe Pier Francesco Giambullari, el autor de la crónica de los festejos que se organizan para celebrar su llegada. 

Nacida en Alba de Tormes hace 500 años, nieta del segundo duque de Alba de Tormes e hija de Pedro de Toledo, virrey de Nápoles, se casa con 17 años con Cosme de Medici y es la española que más huella dejado en la cuna del Renacimiento cuando alcanza a su fin.

Opina el experto en arte italiano del siglo XVI Bruce Edelstein:

Es un icono de la moda y revoluciona el estilo de vestir de las mujeres de Florencia, introduciendo en la ciudad la moda española

Podría considerarse influencer la época, marcando el estilo de vida de la corte del ducado de la Toscana. Y cumple con creces lo que se esperaba de ella dando a luz a once hijos, aunque solo cuatro logran sobrevivirla. Pero Leonor es mas que las obligaciones patriarcales de su rango.

Dice el historiador Carlo Francini, responsable de la conmemoración del 500 aniversario de la duquesa de la Toscana: 

No es solo la esposa de Cosme, es una mujer muy moderna que participaba del gobierno de la ciudad y del territorio y actuaba como regente cuando el duque sale de Florencia

Cosme, tres años mayor que ella, lleva cinco en el poder cuando se celebra la boda de estado el 14 de mayo de 1539. Procedente de una línea secundaria de los Medici, su fortuna era escasa y con el pacto matrimonial logra que se instale a su lado no solo una mujer de alta cuna que consolida su nuevo estatus y lo convierte en aliado de Carlos I de España, sino también una socia poseedora de grandes riquezas.

Ella le prestó dinero, sabía invertir y le ayuda a hacer su propia fortuna.

Lo que empezó como un matrimonio de conveniencia, deriva en una auténtica relación de pareja

Seguramente había mucha estima entre ellos. Tanto es así que cuando murió Leonor Álvarez de Toledo a los 40 años junto a sus hijos Juan y García, afectados de una malaria contraída en un viaje por la Maremma, un Cosme afligido decide retirarse y poco tiempo después cede el poder al primogénito de la pareja, Francisco.

Fue una mujer muy moderna que participa del gobierno de la ciudad y del territorio

 Leonor, que se rodeó de un numeroso séquito de origen español y favorece la presencia de jesuitas en Florencia, fue una mujer culta, elegante, independiente y poderosa, la describe el director de la Galería de los Uffizi, Eike Schmidt. Y también una gran mecenas enamorada del arte. Son célebres las pinturas que le dedica Bronzino en las que resalta su belleza, sus ojos de color avellana y su fino rostro ovalado. 

Para celebrar el 500 aniversario del nacimiento, el museo le ha dedicado una amplia exposición en el palacio Pitti, visitable hasta el 14 de mayo. En definitiva, una figura clave para la modernidad de la ciudad, concluye Francini, y cuyo legado todavía pervive.

La pareja comenzo residiendo en el palacio de la Via Larga (hoy Medici Riccardi) que manda construir el patriarca de los Medici, Cosme el Viejo. Pero el otro Cosme de esta historia, que pertenecía a una rama secundaria, debía pagar un abultado alquiler a sus parientes propietarios del inmueble. Para ahorrárselo y también para ocupar simbólicamente el lugar de la toma de decisiones de la ciudad, el matrimonio no tarda en instalarse en el Palazzo della Signoria, un lugar menos confortable y cuyo otro nombre, Vecchio, no era casual. 

Leonor manda acondicionar y redecorar sus aposentos, ubicados en el segundo piso, que se conectan a los de su marido a través de una escalera secreta de caracol. Su apartamento consta de diferentes estancias, entre las que destaca la llamada sala verde por el tono de las pinturas, obra de Ridolfo Ghirlandaio. Aunque los frescos de las paredes se han perdido, todavía se conservan los motivos grotescos de la bóveda, habitada por aves y arabescos. 

Desde aquí parte el Corridoio Vasariano que cruza el Ponte Vecchio y une la Signoria con el Palazzo Pitti. También es célebre la capilla privada de la duquesa, una joya manierista de Agnolo Bronzino; así como su dormitorio, con pinturas dedicadas a la sacrificada Penélope y a las aventuras, en todos los sentidos, de su esposo Ulises.

Diez años después de la boda, Leonor decide cruzar el Arno para instalarse al otro lado de la ciudad, no tan insalubre y menos bullicioso. Ella misma compra un palacio que la familia Pitti había empezado a construir un siglo atrás, pero cuyas obras se encontraban encalladas por falta de recursos. La historia es larga y los Medici juegan un papel importante. 

Ambas familias de banqueros rivalizaban y cuando Cosme el Viejo descarta el suntuoso proyecto que le presenta Brunelleschi para el palacio de la Via Larga por ser demasiado ostentoso, el rico Luca Pitti se lo hace suyo con una modificación: quiere que las ventanas sean mayores que la puerta de entrada de la residencia medicea. La cosa solo podía acabar fatal. 

Los Pitti lideran una conjura contra los Medici y estos últimos acabaron arruinándolos como venganza.

Y aquí entra en juego Leonor unos cien años más tarde. Adquiere el inmueble a precio de ganga, 9.000 escudos de oro, amplia el proyecto inicial e instala en los nuevos aposentos a su poblada corte, con enanos incluidos, tan valorados en aquella época. La duquesa tiene por fin un palacio a medida de su estatus que decora con todo lujo de detalles y obras de arte, mucho más fastuoso que el soñado por los Pitti.

Son el gran pulmón ajardinado de Florencia, una visita obligada que cada año acoge más de 800.000 turistas. 45.000 metros cuadrados de árboles, paseos, estatuas y fuentes. Detrás de este magno oasis verde también se encuentra Leonor de Toledo, que quiso condicionar un entorno natural para favorecer la crianza de sus hijos. A la vez, los diferentes espacios que integran los jardines le servían para organizar todo tipo de actividades de ocio. 

El proyecto, encargado inicialmente al arquitecto Niccolò Tribolo, contempla ya desde el inicio la creación de un gran anfiteatro aprovechando la presencia de una cantera justo detrás del palacio.

A lo largo de los años, los sucesivos duques son ampliando y adaptando el espacio a su gusto. Destaca, por ejemplo, la gruta de Buontalenti, que manda crear el primogénito de Leonor, el duque Francisco I.

Leonor no acabó de ser querida por el pueblo florentino. La duquesa proporcionó a Cosme la sangre azul que necesitaba para ser considerado un soberano europeo, además de sellar una buena alianza con los Habsburgo.

Pero la joven noble no llegó sola a la capital de la Toscana, le siguió una destacada corte de españoles que disfrutaban de sus favores. Leonor, muy religiosa, logró que se cediera la antigua sala capitular de Santa Maria Novella como centro neurálgico de culto de su séquito.

Bellamente decorada con frescos medievales de Andrea Di Bonaiuto y conocida actualmente como la capilla de los Españoles, es utilizada incluso como lugar de entierro de sus devotos seguidores, que aportaron nuevos elementos artísticos, como los frescos dedicados a Santiago Apóstol.

 Avanzada a su tiempo: Leonor de Toledo, la española que gobernó la Florencia de los Medici (msn.com)

https://citaclio.blogspot.com/2021/06/leonor-alvarez-de-toledo-la-dama-que-se.html

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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