
La figura de Al Said es creada en 1100 por Al-Hariri, quien no debe confundirse con al-Wasiti quien 100 años después copia el texto de Al-Hariri y lo ilustra con 99 miniaturas.

Es una narración con un personaje central que se busca la vida a través del ingenio y la elocuencia.

La narración está escrita en saj’, prosa rimada y con ritmo.

Este tipo de relato breve mantiene su independencia una de otro en cuanto a sus contenidos.
Su fin es la diversión entre tertulianos, a pesar de encontrar en ellos un léxico rebuscado para dar vida a una temática original y divertida.

Se extiende por a Persia, Yemen, Irak, Siria, Egipto, Marruecos, y al-Andalus.

Se compone de 50 episodios independientes en los que el personaje granuja, normalmente disfrazado, engaña al narrador para despojarlo de su dinero y meterlo en aprietos o en situaciones vergonzosas e, incluso, violentas.

A pesar de los abusos, el narrador-víctima continúa siguiendo al embaucador, fascinado por su elocuencia…

Con timbales y trompetas, el pícaro de Bagdad, Al-Wasiti



Jinetes celebrando el final del ramadán con banderas, timbales y trompetas.

El colorido del grupo de jinetes y la música permite al pintor reflejar la vitalidad reprimida que se abre paso al mes de ayuno.

El grupo se vuelve hacia el predicador y descubre entre la multitud de fieles a un anciano que les resulta conocido y esta en compañía de una mujer, aunque la mujer nada tiene que hacer en un espacio destinado a hombres.

El narrador se lleva la mano a la boca.

Este gesto expresa asombro y curiosidad.

Las escenas son pintadas en 1237 en Bagdad.

Bagdad es durante varios siglos el centro de poder musulmán que se extiende desde China hasta España.

50 años antes los cruzados son expulsados de Jerusalén.

Paris con 250000 habitantes es la mayor ciudad de Europa, pero Bagdad con 1,5 millones lo es del mundo.
El anciano con barba blanca pone una mano en el hombro de la mujer y con la otra saca un trozo de papel del bolsillo, en el que pide limosna y dice que es ciego y que escribe de memoria.
El narrador reconoce en el a un viejo conocido y le invita a comer junto con su compañera.
Al termino de la comida el anciano pide un poco de agua aromática.

El narrador sale de la habitación para ir a buscarla y cuando vuelve se encuentra que su dos huéspedes se han ido.

El anciano se llama Abu Said y es entre los héroes audaces y las mujeres bellas, una de las figuras mas populares del mundo árabe antiguo.

Es un mendigo itinerante que se gana el sustento con sus pequeños timos y su extraordinaria elocuencia.

En sus narraciones se mezcla la fantasía y la mentira.

Aun cuando se le acusa de falta de verdad, nunca se le sanciona porque sabe entretener a los oyentes.

Tiene diferentes estrategias creativas.

Tiene habilidad para despertar la compasión.

Unas veces se declara ciego y otras dice que ha visto a su hijo, a quien sus harapos es decir su vergüenza le impiden saludar.

Entonces llueven las monedas.

En otros sitios dice que no puede pronuncia la r y fascina a sus oyentes con un largo discurso en el que evita pronunciar esta consonante.

Entonces el funcionario local le ofrece un puesto de trabajo pero Abu Said lo rechaza, porque es preferible un rincón en el establo que el nombramiento para un puesto de honor.

Continua su camino, personificando una vida en libertad y el arte del discurso libre, de la narración, de la capacidad de cautivar a la gente solo con palabras, tan apreciado en Oriente.

La figura de Al Said es creada en 1100 por Al-Hariri, quien no debe confundirse con al-Wasiti quien 100 años después copia el texto de Al-Hariri y lo ilustra con 99 miniaturas.

Del autor se sabe que era funcionario que tenía una plantación de palmeras y que escribe un libro sobre gramática árabe y un libro sobre el uso impropio y los modismos árabes.

Pero lo que da fama son los Maqamat, 50 historias protagonizadas por Abu Said.

Maqamat significa sesión e indica tanto lugar como reunión.
La palabra designa la situación en que actúa el protagonista.

Anteriormente ya existe la figura del mendigo itinerante, pero al-Hariri la reescribe de tal modo que sus Maqamat forman parte de lo mas bello de la lengua árabe.

Y no solo ella, las suras del Coran están versificadas, los soberanos hacen que sus edictos se redacten en verso y el árabe es muy rico en silabas de sonidos finales muy parecidos.
Al-Hariri, no solo destaca en ese campo, descubre constantemente imágenes y comparaciones, hace juego de palabras y desencadena un flujo verbal, que recubre todo el hecho hasta hacerlo irreconocible.

Para ello se apoya en la plurisignificacion de las palabras árabes, difícil de reproducir en lenguas más unívocas.

Los maqamat de al-Hariri adquieren pronto tal popularidad que llega a autorizar personalmente mas de 700 copias.

Muere en 1122.
Se conservan 13 manuscritos ilustrados del Maqamat.

Dos de ellos son del siglo XIII y principios del XIV, uno de los breves periodos en el que el placer de las imágenes es superior a su prohibición
Después algunas de estas obras tienen peor suerte.

Cuando al Wasiti ilustra la historia de Abu Said, la época de esplendor de Bagdad es pasado.

1258 el gobierno capitula ante los mongoles quienes dan muerte a un millón de habitantes, saquean sus casas y lanzan sus bibliotecas al Tigris.

Temerosos de que la cantidad de libros desborde las orillas queman el resto de libros.

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