Nueva informacion sobre el Huei Tzompantli de Tecnochitilan

La visión del Huei Tzompantli provocó un profundo horror y asombro en los primeros españoles que lo vieron, una reacción que se ha documentado en las crónicas de la época. Cronistas como Bernal Díaz del Castillo y Andrés de Tapia describieron la estructura con detalle, relatando su asombro ante la inmensa cantidad de cráneos humanos.

Bernal Díaz del Castillo, en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España:

vi un osario con tantos rimeros de calaveras de muertos, que se podían bien contar. Había más de cien mil cráneos en filas ordenadas y otros huesos en vigas, una cifra que, aunque probablemente exagerada, refleja el impacto visual que tuvo en él.

Andrés de Tapia también dio una descripción vívida:

La estructura tenía muchas cabezas de muertos pegadas con cal, e los dientes hacia fuera.

Él y otro conquistador, Gonzalo de Umbría, intentaron contarlas, estimando que solo en una de las plataformas había 136,000 cabezas, sin incluir las de las torres.

Estas descripciones muestran que la visión del tzompantli, un monumento que tenía un significado religioso y político para los mexicas, era interpretada por los españoles como un espectáculo de terror y crueldad, una evidencia que, para ellos, justificaba la intervención y la necesidad de «civilizar» a la población. El reciente hallazgo arqueológico de la torre de cráneos ha corroborado punto por punto las descripciones de estos cronistas, confirmando el horror que sintieron al ver el monumento.

Hace diez años el Programa de Arqueología Urbana (PAU) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrió, en las profundidades del Centro Histórico de la capital mexicana, uno de los hallazgos más macabros y reveladores de la cultura mexica: el Huei Tzompantli de Tenochtitlán, una estructura compuesta por cráneos humanos que hoy sigue siendo objeto de investigaciones sin precedentes, centradas en descifrar la identidad de quienes formaron parte de este ritual.

Aunque las excavaciones en el predio de la calle Guatemala No. 24 concluyeron hace tiempo, el trabajo de gabinete continúa a través de análisis de antropología física y otras disciplinas científicas. Una muestra de 214 cráneos, previamente limpiados, estabilizados y restaurados, está siendo examinada en la ceramoteca del Museo del Templo Mayor (MTM), bajo la supervisión de expertos del INAH y con apoyo de laboratorios especializados de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

Dos proyectos paralelos buscan desentrañar los misterios que aún guardan estos restos. El primero consiste en el análisis de isótopos estables de Carbono (C), Oxígeno (O) y Estroncio (Sr), presentes en los primeros molares de los cráneos que conservan estas piezas dentales.

Explica el antropólogo físico Jorge Gómez-Valdés, coordinador del equipo de investigación.

 Estos elementos son absorbidos por el cuerpo a través de la alimentación y el agua, quedando registrados en huesos y dientes. Como el primer molar se forma en los primeros seis años de vida, podemos determinar el lugar de origen de estos individuos,

Las muestras de 83 cráneos ya fueron enviadas a la Universidad de Georgia, en Estados Unidos, para su estudio, financiado por la Secretaría de Cultura. Los resultados, cuya tutela permanecerá en manos del Proyecto Huei Tzompantli, podrían revelar la procedencia geográfica de las víctimas y también su cronología dentro del periodo mexica.

El segundo proyecto, aún más ambicioso, se centra en el análisis de ADN antiguo. Las muestras óseas serán procesadas en el Laboratorio de Genética de la ENAH y posteriormente enviadas al Instituto Max Planck (IMP) en Alemania, especializado en paleogenómica. El convenio entre el INAH y el IMP permitirá contar con la participación del bioquímico mexicano Rodrigo Barquera, egresado de la ENAH, quien colaborará junto con el antropólogo físico Víctor Acuña.

Mientras los análisis avanzan, la estructura original del tzompantli, compuesta por cráneos ensamblados, sigue bajo vigilancia. Especialistas en conservación del MTM y antropólogos físicos monitorean su estado para evitar deterioros y planear su preservación a largo plazo.

Reconocen Raúl Barrera Rodríguez, director del PAU, y Lorena Vázquez Vallín, jefa de campo del proyecto:

Abordar esta estructura fue una tarea titánica.

 A diferencia de osarios europeos, donde los cráneos decoran muros. En el Huei Tzompantli son parte integral del sistema constructivo. El equipo comenzó retirando alrededor de 11,000 fragmentos desprendidos antes de estudiar los cráneos completos.

De los 214 cráneos analizados hasta ahora, se ha determinado que el 46.3% perteneció a individuos masculinos, el 37.4% a femeninos, y el resto no ha podido ser identificado debido a que están incompletos o porque corresponden a infantes. Los estudios genéticos podrían precisar estos datos.

Uno de los enigmas que persisten es cómo se mantenían unidas las mandíbulas a los cráneos en la estructura, dado que los tejidos blandos eran removidos durante su preparación ritual. Además, los cráneos infantiles no presentan perforaciones en los parietales, probablemente porque un tratamiento similar los habría destruido.

Para los investigadores:

 el Huei Tzompantli no solo era un símbolo de poder, sino un espacio sagrado que requería de especialistas para su mantenimientoLa preservación excepcional de los cráneos, sin alteraciones por fauna o factores ambientales, sugiere que los mexicas cuidaban meticulosamente este edificio, afirma Gómez-Valdés.

Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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