Zippalanda fue una de las ciudades más importantes y sagradas del Imperio hitita. Aunque su nombre era conocido por los arqueólogos a través de tablillas cuneiformes encontradas en la capital hitita, Hattusa, su ubicación exacta fue un misterio durante mucho tiempo.

Los hititas fueron un pueblo indoeuropeo que se estableció en la península de Anatolia, Turquía, y llegó a formar un poderoso imperio durante la Edad del Bronce. Se les recuerda por ser de los primeros en dominar la metalurgia del hierro, lo que les dio una gran ventaja militar y económica. Su ejército era especialmente temido por el uso de carros de guerra.

La capital de su imperio era la impresionante ciudad fortificada de Hattusa. Una de sus contribuciones más significativas a la historia de la diplomacia fue la firma del Tratado de Kadesh con el faraón egipcio Ramsés II, un documento que a menudo se considera el primer tratado de paz registrado. Además, su sistema legal, aunque riguroso, era notablemente menos severo que el de otros pueblos mesopotámicos de la época. A pesar de su poderío, el imperio hitita colapsó alrededor del año 1180 a.C. debido a una serie de invasiones y crisis que afectaron a toda la región.
La última campaña de excavaciones en Usakli Hoyuk, un montículo que se alza en la árida meseta central de Anatolia, ha desenterrado un descubrimiento que podría reescribir aspectos olvidados de la sociedad hitita: los restos de al menos siete niños depositados en lo que los investigadores interpretan como un espacio ritual vinculado a una misteriosa estructura circular.
El hallazgo, realizado por la Misión Arqueológica Italiana en Anatolia Central —dirigida por la Universidad de Pisa en colaboración con instituciones turcas y británicas—, no consiste en enterramientos convencionales.
Los esqueletos, incluido uno casi completo, aparecieron asociados a concentraciones de ceniza, huesos animales y fragmentos cerámicos, sin patrones claros de inhumación.
Explica Anacleto D’Agostino, codirector del proyecto:
No son tumbas en fosa, sino depósitos intencionales. El contexto sugiere un tratamiento diferenciado de los niños en el mundo hitita, algo que las fuentes escritas no detallan.
El yacimiento, que estuvo habitado desde el III milenio a.C., ya había revelado en 2021 la llamada Estructura circular, un anillo de piedra de función desconocida en el Área F, al norte de la ciudadela. Las últimas excavaciones confirmaron su continuación durante siglos: pese a modificaciones en el espacio circundante durante el Bronce Tardío (siglos XIV-XIII a.C.), los hititas —y sus sucesores— respetaron su ubicación.
Opina Valentina Orsi, arqueóloga de la Universidad Koç, Ankara:
Lo relevante es que los restos infantiles aparecieron junto al pavimento exterior de la estructura, Entre ellos destaca un diente en excelente estado, cuyo análisis genético podría revelar datos inéditos sobre la población local.
La disposición recuerda a los tófet fenicios, espacios rituales donde se depositaban infantes, aunque aquí no hay urnas. Podría ser un área consagrada a prácticas relacionadas con la muerte temprana.
Los hititas, una potencia indoeuropea que rivalizó con Egipto y Babilonia entre 1650-1200 a.C., dejaron extensos archivos cuneiformes pero apenas hay menciones a ritos funerarios infantiles.
Apunta Yağmur Heffron, especialista del University College London:
En Oriente Próximo, los niños solían ser sepultados bajo viviendas o en vasijas, pero esto es distinto. Se baraja que la estructura fuese un santuario al Dios de la Tormenta, deidad hitita vinculada a Zippalanda
Además de los infantes, se exhumaron huesos de caballos, asnos y ciervos en fosas cercanas, quizá ofrendas.
Claudia Minniti, zooarqueóloga de la Sapienza de Roma:
En un nivel superior hallamos un caballo completo, restos de banquetes o sacrificios. Los análisis de residuos en cerámica apuntan al consumo de carne y cereales.
Las excavaciones en la ciudadela superior revelaron una secuencia desde la Edad del Hierro (siglos XII-VI a.C.) hasta el período helenístico (siglos IV-I a.C.), con ausencia de ocupación medieval. Bajo capas de pavimentos de cal, aparecieron braseros y muros que sugieren áreas abiertas de reunión.
Señala D’Agostino:
La estructura circular pertenece a una fase anterior, reafirmando su importancia monumental,
En contraste, la terraza baja albergó una necrópolis medieval (siglos XI-XIII d.C.) con tumbas de cista estudiadas por antropólogos turcos. Los análisis de ADN en una familia sepultada allí podrían esclarecer el impacto de la batalla de Mancicerta (1071 d.C.), cuando turcomanos desplazaron al dominio bizantino.
Desde hace años los investigadores relacionan Uşaklı Höyük con Zippalanda, ciudad hitita citada en la tablilla como centro de culto aal dios de la tormenta.
Afirma Heffron:
El hallazgo en 2017 de un fragmento cuneiforme y la monumentalidad del Edificio II —posible templo— refuerzan la hipótesis. El uso de granito, material inusual aquí, indica su relevancia,.
El proyecto, financiado por Italia y Turquía, continuará en 2026 con estudios de paleobotánica y ADN. Cada hueso, cada semilla, nos acerca a la vida cotidiana de quienes habitaron este lugar, concluye D’Agostino. Mientras, los restos de los niños esperan, entre cenizas milenarias, a que la ciencia descifre su silencio.
La Brujula Verde
