Pompeya era una ciudad romana en la región de Campania, cerca de Nápoles, Italia. Su historia y fama están esta ligadas a la erupción del Vesubio en el 79 d.C., que la sepultó bajo una gruesa capa de ceniza volcánica y piedra pómez.

Hogaza de pan carbonizada de Pompeya
La ciudad prosperó enormemente gracias a su estratégica ubicación y a la fertilidad del suelo volcánico, lo que la convirtió en un importante centro comercial y agrícola. Su destino comenzó a sellarse con un gran terremoto en el año 62 d.C. La erupción del 79 d.C. enterró la ciudad, conservándola de una manera única.

Mosaico de Pompeya representando comida
No fue hasta 1748 cuando comenzaron las primeras excavaciones. El gran avance arqueológico llegó en 1863, bajo la dirección del arqueólogo italiano Giuseppe Fiorelli, quien desarrolló una técnica innovadora para preservar los cuerpos de las víctimas, rellenando con yeso los huecos dejados por los cuerpos en la ceniza solidificada.
Gracias a esta excepcional conservación, los arqueólogos han podido reconstruir con gran detalle la vida cotidiana en una ciudad romana del siglo I, mostrando sus casas, templos, teatros y la vida de sus habitantes.
Un estudio publicado en la revista Scientific Reports analiza restos orgánicos para reconstruir las prácticas agrícolas, ganaderas y pesqueras de los pompeyanos antes de la erupción del Vesubio.
La erupción del Vesubio en el año 79 d.C. sepultó bajo cenizas y lava la ciudad de Pompeya y también conservó, como en una cápsula del tiempo, detalles minuciosos de la vida cotidiana de sus habitantes. Entre ellos, restos orgánicos –desde huesos de animales hasta semillas carbonizadas– que han permitido a los arqueólogos reconstruir, cómo los pompeyanos gestionaban sus recursos alimenticios.
Ahora un estudio interdisciplinar en la revista Scientific Reports revela nuevos datos sobre las técnicas de cultivo, cría de animales y explotación de recursos marinos que sostenían la dieta de esta población romana.
La investigación, fruto de la colaboración entre el Laboratorio de Investigaciones Aplicadas Annamaria Ciarallo del Parque Arqueológico de Pompeya, el Laboratorio DistaBiF de la Universidad de la Campania Luigi Vanvitelli, y con aportes clave de la Universidad La Sapienza de Roma y el Departamento de Arqueología de la Universidad de York, se basa en el análisis de isótopos de carbono y nitrógeno presentes en los restos orgánicos.
Esta metodología, que examina variaciones atómicas imperceptibles a simple vista, ha permitido descifrar qué comían los habitantes de la ciudad y cómo se cultivaban los alimentos, se criaba el ganado e incluso cómo se aprovechaban los recursos del mar.
Pompeya destaca entre los yacimientos arqueológicos por la excepcional conservación de materiales orgánicos, lo que ha facilitado un análisis detallado de su sistema alimentario. El estudio confirma que la dieta pompeyana era notablemente diversa, con un consumo significativo de cereales y legumbres –base de la alimentación romana–, pero también de proteínas animales, tanto terrestres como marinas.
En el caso de los cerdos, los análisis isotópicos revelaron variaciones significativas en su alimentación, lo que sugiere diferencias en las prácticas de cría: algunos ejemplares fueron alimentados con desechos domésticos o productos agrícolas, mientras que otros pudieron pastar en entornos más naturales. Por otro lado, cabras y ovejas mostraban patrones distintos indicando que su manejo respondía a estrategias diferenciadas, posiblemente orientadas a la producción de lácteos, lana o carne.
Pero quizás uno de los hallazgos más reveladores es la confirmación del papel clave de los recursos acuáticos. Aunque ya se sospechaba gracias a referencias literarias antiguas que los pompeyanos consumían pescado y marisco, el estudio demuestra que este aprovechamiento fue intensivo. Restos de peces, moluscos y crustáceos encontrados en contextos domésticos y comerciales apuntan a una cadena de suministro bien organizada, posiblemente vinculada a la cercana costa del golfo de Nápoles.
Las conclusiones del estudio no se limitan a la dieta humana. El análisis de cultivos como trigo, cebada y lentejas revela que los agricultores pompeyanos empleaban técnicas avanzadas para maximizar su producción, aunque aún queda por determinar si utilizaban abonos o sistemas de rotación de cultivos.
Estos datos son especialmente valiosos para entender cómo una ciudad densamente poblada –se estima que Pompeya albergaba entre 10.000 y 20.000 habitantes– lograba autoabastecerse en un entorno volcánico.
Subraya Gabriel Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya:
La investigación no termina con la excavación. Este estudio demuestra que, incluso en materiales excavados hace décadas, las nuevas tecnologías pueden revelar información revolucionaria. Con un tercio de la ciudad aún por excavar, el potencial es incalculable.
Los hallazgos refuerzan lo expuesto en la exposición L’Altra Pompei celebrada el año pasado en la Palestra Grande del yacimiento, donde ya se adelantaban algunas de estas líneas de investigación. Pero el camino por recorrer es largo. Según Zuchtriegel, el parque seguirá invirtiendo en el estudio de restos humanos y orgánicos, que aún guardan muchos secretos.
Soncin, S., Amoretti, V., Comegna, C. et al. Baseline isotopic variability in plants and animals and implications for the reconstruction of human diet in 1 st century AD Pompeii. Sci Rep 15, 28308 (2025). doi.org/10.1038/s41598-025-12156-7
Brujula Verde
