Descifran el código genético escitas

Un equipo internacional de científicos ha logrado descifrar el código genético de los escitas, quizá uno de los pueblos más fascinantes y enigmáticos de la antigüedad conocido por su destreza en la guerra a caballo y su influencia en las culturas de Europa y Asia.

El estudio, publicado en Science Advances, analizó el ADN de 131 individuos que vivieron en la región conocida como la Gran Escitia —desde el norte del Mar Negro hasta el río Don— entre la Edad del Bronce y la Edad del Hierro (desde el siglo VIII a.C. hasta el siglo III d.C.).

Los escitas fueron un pueblo nómada que dominó las estepas euroasiáticas durante siglos. Según cuenta el historiador griego Heródoto eran expertos jinetes, temidos guerreros y tenían una sociedad muy jerarquizada. Su cultura se caracterizaba por la construcción de tumbas monumentales (kurganes), los adornos de oro en estilo animalístico y una dieta basada en la carne y los productos lácteos.

A pesar de su importancia histórica su origen siempre ha sido un misterio, con algunas teorías señalando que provenían de Asia Central, mientras que otras defendían que habían surgido de poblaciones locales de Europa del Este. Este nuevo estudio genético resuelve por fin el enigma.

La investigación demuestra que los escitas no eran un grupo homogéneo sino una mezcla de diferentes poblaciones que se fusionaron en las estepas. Sus ancestros principales provenían de grupos de la Edad del Bronce asociados a las culturas de la estepa europea, como la Srubnaya y la Catacumba, con contribuciones menores de poblaciones de Siberia y Asia Oriental.

Señala el estudio:

Los escitas europeos no tenían el ancestro siberiano como su principal sustrato genético, a diferencia de las tribus nómadas más orientales.

Esto revela que aunque compartían una cultura similar con otros pueblos nómadas de Eurasia eran sin embargo genéticamente distintos.

Los investigadores encontraron que los primeros escitas (siglos VII-V a.C.) tenían un perfil genético más cercano a poblaciones del sur, como Anatolia (actual Turquía), mientras que los escitas posteriores (siglos IV-III a.C.) mostraban más afinidad con grupos del norte de Europa. Esto indica que hubo oleadas migratorias que cambiaron su composición genética con el tiempo.

El estudio también analizó los restos de individuos de alto estatus enterrados con joyas de oro y armas elaboradas. En una tumba de la región del Don Medio se encontró a una mujer con un tocado ceremonial de oro, probablemente una sacerdotisa, y a un hombre con evidencias de obesidad y diabetes, quizás un líder religioso o político.

Destaca que muchos de estos escitas de élite pertenecían a un mismo clan familiar, con fuertes lazos de parentesco. 

Todos los hombres de la familia pertenecían al mismo linaje paterno (R1a1a), lo que refuerza la idea de una sociedad patriarcal, explica la investigación.

Además, se detectaron altos niveles de endogamia (matrimonios entre familiares cercanos), una práctica común en otras culturas antiguas para mantener el poder dentro de un linaje.

Los escitas eran principalmente pastores nómadas, y su dieta —rica en carne y lácteos— dejó huella en sus genes. El estudio encontró una mutación en el gen ALDOB, asociada a la intolerancia a la fructosa, que era común entre ellos. Esta variante genética puede ser peligrosa si se consumen frutas o miel, pero inofensiva en una dieta basada en proteínas animales.

Destaca el artículo:

Esta antigua mutación ‘escita’ se ha extendido por Eurasia occidental y se ha convertido en la causa genética más prevalente de intolerancia a la fructosa en las poblaciones europeas actuales.

Es decir, muchos europeos modernos podrían llevar un pequeño legado genético de los escitas sin saberlo.

Hacia el siglo III a.C. los escitas desaparecieron de la historia desplazados por otros pueblos como los sármatas. Durante mucho tiempo se pensó que fueron exterminados, pero el estudio genético sugiere que su herencia pervivió en poblaciones medievales y modernas de Europa del Este y el Báltico. Aclara la investigación:

A diferencia de lo que se creía, no hay una continuidad genética directa entre los escitas y los sármatas.

Sin embargo, su ADN sigue presente en grupos como los lituanos, estonios y rusos del noroeste.

El estudio pone de manifiesto el origen diverso de los escitas, pero desafía la hipótesis de que compartían una identidad genética única. 

Resume el equipo científico:

Los escitas eran un pueblo culturalmente conectado, pero genéticamente heterogéneo. Su legado perdura no solo en los libros de historia, sino también en los genes de millones de personas hoy.

Tatiana V. Andreeva et al., Genetic history of Scythia. Sci.Adv.11, eads8179(2025). DOI:10.1126/sciadv.ads8179

Brujula Verde

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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