En esa primera Edad del Hierro, hay un primer florecimiento de ciudadelas amuralladas que llevan a cabo una gran explotación agrícola por el sistema de riego y la arboricultura. En los valles y sobre todo en las cuencas lacustres de los lagos Van, Urmia y Sevan empiezan a formarse unas entidades políticas con reyes de nombres hurritas.

A mediados del siglo IX a.C., estas entidades políticas disgregadas se unifican en el reino de Urartu.

En las cordilleras de Anatolia Este, en la Edad del Hierro entre los siglos IX y VI a.C., emerge este reino que resiste a una de las mayores potencias de su tiempo: Urartu, conocido como Reino de Van.

A pesar de su geografía hostil, vasallos rebeldes y la constante presión del Imperio Asirio, consiguen sobrevivir y prosperar.

Una publicación reciente en Tarih Dergisi, Turkish Journal of History narra estrategias y tácticas que permiten a este reino enfrentarse a gigantes como Asiria y expandir su influencia.

Dominan el arte de la guerra rápida, según prueban inscripciones reales que describen cómo conquistaron decenas de ciudades y fortalezas en un solo día. En ellas el rey Sardur II afirma haber capturado 14 fortalezas y 80 ciudades en 24 horas con una táctica similar al blitzkrieg moderno, lo que les permitía minimizar costos y desgaste, aprovechando la sorpresa y la velocidad.

Lo consiguen con ataques coordinados (dividían sus fuerzas para atacar múltiples objetivos simultáneamente); por rendición sin lucha (ciudades pequeñas se sometían al ver el poderío urartiano); o mediante superioridad militar (combinaban infantería ligera, carros y arqueros para arrasar las defensas).

Contra enemigos más poderosos como Asiria los urartianos evitan el combate frontal y, en lugar de ello, debilitaban a sus rivales aislando aliados y cortando suministros. Un ejemplo de esto fue la campaña del rey Sardur contra Melitea (Militia), la ciudad más fuerte de la región. En lugar de asediarla directamente, conquistó primero a sus aliados, dejándola vulnerable.

Esta táctica fabiana, teorizada siglos después por el famoso Sun Tzu y luego por Basil Liddell Hart, ya era practicada por los urartianos con notable éxito.
Llamada así por el general romano Qinto Flavio Máximo, la estrategia consistía en evitar batallas decisivas, desgastando al rival con pequeñas escaramuzas y retiradas tácticas. Los urartianos la usan contra Asiria cuando el rey Arame abandona su capital, Arsašku, ante el avance asirio, refugiándose en montañas inexpugnables. Después, hostigaban al ejército asirio en terrenos difíciles, donde su superioridad numérica no era efectiva.
La geografía montañosa de Urartu era perfecta para emboscadas. Un texto asirio describe cómo el rey Rusa I atrapó a tropas asirias en un paso estrecho, aniquilándolas. Por ello los asirios, conscientes del riesgo, adoptaron formaciones abiertas para evitar ser cercados, pero aun así, los urartianos seguían siendo impredecibles.
Otra de las tácticas urartianas, aunque más peligrosa, eran las incursiones nocturnas. Se sabe de un gobernador urartiano llamado Andaria que intentó capturar ciudades asirias de noche, pero fue descubierto y decapitado.
Montañas, ríos y pasos estrechos eran los aliados naturales de Urartu. En una ocasión el rey Rusa I usó el monte Uaush para frenar el avance asirio, aunque finalmente fue derrotado por Sargón II. El Éufrates también marcaba fronteras estratégicas, conteniendo las ambiciones asirias hacia el oeste.
Pero los urartianos no solo luchaban; también manipulaban políticamente a sus rivales. Incitaban a vasallos asirios a rebelarse, como hizo Rusa I con Ullusunu de Mannea. Después, ofrecían clemencia a los reyes derrotados que se sometían, evitando así guerras prolongadas.
Urartu demostró que la inteligencia militar podía compensar la inferioridad numérica. Desde el blitzkrieg hasta la guerra de desgaste, sus tácticas anticiparon conceptos que se atribuyen a civilizaciones posteriores. Aunque su historia fue eclipsada por Asiria, su legado estratégico merece un lugar en los anales de la guerra antigua.
Como concluyen los autores del estudio:
los urartianos fueron estrategas de clase mundial, comparables a cualquier potencia de su tiempo. Su secreto fue adaptarse al terreno, innovar en la batalla y convertir cada debilidad en una oportunidad.
Süleyman Çiğdem, Murat Kılıç, The Urartian Army on the Battlefield: Strategy and Tactics. Turkish Journal of History, Issue 85 (2025). DOI:10.26650/iutd.1496808
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