Equipo de caza de 6.500 años en una cueva de Texas

Lo que inicialmente pudo haber parecido un simple equipo de cazador guardado para su uso posterior, ahora se considera una ventana al pasado.  Este singular descubrimiento tendrá un impacto duradero en la investigación arqueológica en Norteamérica durante los próximos años.

The San Esteban Rockshelter in west Texas. Credit: University of Kansas Geological Survey.

Hallazgo arqueológico en el accidentado terreno del oeste de Texas está transformando la comprensión de los habitantes prehistóricos de la región. En las profundidades del sistema de cuevas del Refugio Rocoso de San Esteban, han descubierto un kit de caza bien conservado, que se cree tiene aproximadamente 6.500 años de antigüedad. Este descubrimiento se considera uno de los sistemas de armas intactos más antiguos jamás encontrados en Norteamérica.

La excavación fue realizada por un equipo del Centro de Estudios Big Bend (CBBS) en colaboración con el Fondo de Investigación Arqueológica Odyssey de la Universidad de Kansas. Si bien se ha teorizado durante mucho tiempo que las antiguas sociedades de cazadores-recolectores de la zona utilizaban herramientas de caza basadas en átlatl, el descubrimiento de este escondite completo e intacto permite a los científicos pasar de la especulación a una reconstrucción vívida de estas tecnologías tempranas.

Entre los artefactos significativos recuperados se encuentran seis astiles con puntas de piedra, que se utilizaban para conectar dardos a un átlatl, una palanca para lanzar lanzas. Además, se encontraron cuatro astiles de madera dura, probablemente destinados a la administración de veneno, junto con cuatro extremos de dardo dañados y un raro bumerán de vuelo recto. También se recuperó un átlatl parcial, aunque un extremo de su mango se había deteriorado con el tiempo.

Devin Pettigrew, experto en armas y profesor adjunto de CBBS, señaló:

También nos falta el extremo proximal del mango del átlatl, pero sabemos lo suficiente sobre este tipo como para reconstruir su posible aspecto.

El estado de conservación de estas antiguas herramientas de caza de los nativos americanos es excepcional, sobre todo considerando su antigüedad. La mayoría de los hallazgos arqueológicos de esta época están fragmentados, lo que dificulta las reconstrucciones completas. Sin embargo, este descubrimiento permitió a los investigadores reconstruir casi todo el sistema de armas, lo que les permitió visualizar cómo funcionaban estos componentes en situaciones reales de caza.

Más allá del armamento, el hallazgo proporcionó información sobre la vida de las personas que habitaron la región. Los arqueólogos descubrieron una piel de berrendo doblada y curtida que aún conservaba su pelo original, junto con heces humanas, evidencia que añade un contexto singularmente humano al hallazgo. La piel, con agujeros espaciados en los bordes, sugiere que estaba atada a un marco para suavizarla, lo que refleja técnicas conocidas de las tradiciones indígenas de las llanuras.

El momento del descubrimiento dejó un profundo impacto en el equipo de excavación. Expresó Pettigrew:

Simplemente nos sentamos allí y la contemplamos con asombro. Es un momento histórico. Es como sostener unos guantes de cocina que alguien puso sobre el fregadero después de lavar los platos. Alguien dobló esa piel y la colocó justo encima de esta roca, y nadie la tocó durante 6000 años.

La disposición de las culatas de dardos rotas y la ubicación deliberada de las partes del arma sugieren que el escondite pudo haber tenido un significado simbólico o espiritual.

Interpretaciones como esta, basadas en culturas más recientes, son más difíciles cuanto más se retrocede en el tiempo.

 La posibilidad de que esto fuera más que un simple escondite utilitario profundiza nuestra comprensión de las formas de vida prehistóricas.

Louie Bond, de la revista Texas Parks and Wildlife, explicó los aspectos técnicos de los artefactos: Los extremos de los dardos encajaban en el espolón del átlatl; el dardo se flexionaba al lanzarse para mantener un vuelo recto. Los ejes delanteros encajaban en casquillos o fundas en el extremo del eje principal del dardo.

Esta construcción permitía a los antiguos cazadores maximizar la potencia y la precisión, aumentando sus posibilidades de éxito en el desafiante entorno del antiguo Texas.

Estos conocimientos técnicos no solo profundizan nuestra comprensión de la ingeniería prehistórica, sino que también ilustran cómo los primeros pueblos interactuaban con su ecosistema: rastreando, apuntando y cazando animales mayores con herramientas complejas y reutilizables.

Center for Big Bend Studies

Texas Parks & Wildlife Magazine

Cover Image Credit: Robert Greeson- Center for Big Bend Studies

By oguz kayra5 April 2025

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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