Comenta Johnson
Hasta ahora, los impactos de esta antigüedad eran prácticamente invisibles para nosotros. Este descubrimiento nos da una nueva pista sobre lo que estaba ocurriendo en la Tierra en sus primeros mil millones de años,.
Explicó Kirkland:
Este tipo de cráteres habrían generado piscinas de agua caliente y entornos ricos en minerales, perfectos para que los primeros microbios encontraran un hogar,. Además, la energía liberada por el impacto pudo haber ayudado a formar los cratones, las enormes masas de tierra que más tarde se convertirían en la base de los continentes…

En el árido Pilbara, en Australia Occidental, yace una huella del pasado que desafía lo que creíamos saber sobre los primeros días de nuestro planeta. Investigadores de la Universidad de Curtin han identificado el cráter de impacto más antiguo jamás descubierto en la Tierra, con una antigüedad de 3.500 millones de años.

Imagina un meteorito del tamaño de una ciudad cayendo a la Tierra a una velocidad vertiginosa. Eso es exactamente lo que ocurrió hace 3.500 millones de años en lo que hoy es el norte de Australia, y ahora, un equipo de científicos de la Curtin University ha descubierto las huellas de este antiguo cataclismo, reescribiendo la historia de nuestro planeta.
El cráter se encuentra en el North Pole Dome, una región de Pilbara, en Australia Occidental. Investigadores de la Escuela de Ciencias Planetarias de la Curtin University y del Geological Survey of Western Australia (GSWA) descubrieron evidencias de este impacto cósmico sin precedentes.
Hasta ahora el crater de Yarrabuba, localizado entre las ciudades de Sandstone y Meekatharra en Australia Occidental, estaba considerado como la estructura de impacto más antigua, con un diámetro estimado entre 30 y 70 kilómetros, y una edad de aproximadamente 2229 millones de años.
Antes de este descubrimiento, el cráter de impacto más antiguo conocido tenía 2.200 millones de años. Ahora sabemos que los meteoritos han estado remodelando la Tierra desde mucho antes de lo que pensábamos, explicó el profesor Tim Johnson, uno de los líderes del estudio.
El equipo encontró pistas de este antiguo impacto en unas estructuras geológicas llamadas shatter cones o conos de impacto. Estas formaciones rocosas solo se producen cuando una fuerza descomunal—como la de un meteorito viajando a 36.000 km/h—golpea la superficie terrestre. Estas señales de impacto se encuentran a unos 40 kilómetros al oeste de Marble Bar, un remoto rincon del oeste australiano.
Este hallazgo, además de romper récords cronológicos, tiene el potencial de transformar nuestra comprensión sobre la formación de la corteza terrestre y la aparición de la vida en el planeta.
Antes de este descubrimiento, el cráter de impacto más antiguo conocido tenía 2.200 millones de años, lo que significa que esta nueva evidencia empuja significativamente hacia atrás la línea de tiempo de los eventos catastróficos que moldearon la Tierra primitiva.
Los científicos llegaron a esta conclusión tras examinar formaciones rocosas en el North Pole Dome, una zona del cratón de Pilbara que preserva algunas de las rocas más antiguas del mundo. Entre estas, encontraron los inconfundibles conos astillados (shatter cones) —estructuras geológicas que solo se generan bajo las inmensas presiones provocadas por un impacto meteórico.
Según el equipo liderado por el profesor Tim Johnson, de la Escuela de Ciencias de la Tierra y Planetarias de Curtin, el impacto se produjo cuando un meteorito, viajando a más de 36.000 km/h, golpeó la superficie terrestre con una fuerza descomunal.
El resultado fue la formación de un cráter de más de 100 kilómetros de diámetro, con una explosión lo suficientemente poderosa como para lanzar fragmentos de roca a lo largo de todo el planeta.
Los datos obtenidos sugieren que impactos de esta magnitud no eran eventos aislados, sino que formaban parte de una serie de colisiones frecuentes en los albores del Sistema Solar. Sin embargo, hasta ahora, la ausencia de cráteres tan antiguos en la Tierra había llevado a los geólogos a subestimar su influencia en la evolución planetaria.
El profesor Chris Kirkland, coautor del estudio, sostiene que este tipo de impactos cósmicos pudieron haber sido clave en la configuración de la corteza terrestre y en la creación de entornos propicios para el surgimiento de la vida. Tras el impacto, la energía liberada habría generado piscinas hidrotermales—ambientes ricos en minerales y calor—que podrían haber facilitado la aparición de microorganismos primitivos.
Además, el evento pudo haber contribuido a procesos geológicos fundamentales, como la formación de los cratones —masas de tierra estables que servirían de base para los futuros continentes. Se cree que la colisión pudo haber favorecido el ascenso de magma desde las profundidades del manto terrestre o incluso haber inducido movimientos tectónicos tempranos al empujar una parte de la corteza terrestre sobre otra.
A pesar de lo revolucionario del hallazgo, los investigadores sostienen que aún queda mucho por descubrir. Si se identifican más cráteres de edades similares, podrían proporcionar nuevas pistas sobre el papel que jugaron los impactos meteóricos en la configuración temprana del planeta.
El estudio también plantea una cuestión fundamental: si impactos de esta magnitud fueron comunes en la Tierra primitiva, ¿cuánto de nuestra historia geológica ha sido borrado por el paso del tiempo? La erosión y la actividad tectónica han eliminado la mayoría de las huellas de estos eventos, pero el descubrimiento en Pilbara demuestra que todavía hay rastros esperando ser encontrados.
Este cráter, testigo silencioso de un pasado lejano, podría ser solo el principio de una serie de descubrimientos que nos obligarán a reescribir la historia de la Tierra y, quizás, incluso la del origen de la vida misma.
El hallazgo del cráter más antiguo del mundo puede reescribir la historia de la Tierra
Kirkland, C.L., Johnson, T.E., Kaempf, J. et al. A Paleoarchaean impact crater in the Pilbara Craton, Western Australia. Nat Commun 16, 2224 (2025). doi.org/10.1038/s41467-025-57558-3
