Un pueblo neolítico de la isla danesa de Bornholm, hace 4900 años creó piedras solares como una ofrenda a la naturaleza para asegurar una buena cosecha tras algún tipo de desastre natural, como una erupción volcánica.

El impacto de las erupciones volcánicas ha afectado a las sociedades humanas, que tomaban la devastadoras manifestaciones de la naturaleza como una señal de la ira divina. El frío, la ausencia de sol y la pérdida de las cosechas fueron algunas de las consecuencias de la acción de los volcanes.

La estructura circular de la zanja XXIV de Vasagård Oeste y los objetos encontrados en los agujeros de poste: piedras grabadas (1, 2 y 5), cerámica (3 y 4) y barro quemado decorado (6 y 7). Crédito: Freerk Oldenburger / John Lee / René Laursen / The National Museum of Denmark / The National Museum of Denmark
Las fuentes históricas griegas y romanas hacen referencia a las repercusiones que, sin saberlo, tuvo una erupción volcánica que se produjo en la remota Alaska en el año 43 a.C. y que liberó una enorme cantidad de azufre a la estratosfera. Aquel desastre medioambiental provocó que durante los años siguientes los países del Mediterráneo se vieran afectados de tal manera que se perdieron casi todas las cosechas, lo que provocó un gran número de hambrunas y enfermedades.
Sin embargo, aunque, evidentemente, no se conservan fuentes escritas, tras analizar diversos núcleos de hielo procedentes de Groenlandia, un grupo de científicos del clima del Instituto Niels Bohr de la Universidad de Copenhague ha podido documentar una erupción parecida a la de Alaska que tuvo lugar hacia el año 2900 a.C., y que pudo tener unas consecuencias similares para las comunidades neolíticas que poblaban el norte de Europa.
Este descubrimiento ha llevado a arqueólogos de la Universidad de Copenhague, del Museo Nacional de Dinamarca y del Museo de Bornholm a publicar un estudio en la revista Antiquity en el que, a raíz del hallazgo, reinterpretan las más de 600 piedras solares que se encontraron en el yacimiento neolítico de Vasagård, en Bornholm (Dinamarca).
Dice Rune Iversen, arqueólogo de la Universidad de Copenhague:
Las llamadas piedras solares son piezas planas de esquisto con patrones grabados y motivos solares. Simbolizaban la fertilidad y probablemente se ofrendaban para garantizar el sol y el crecimiento. Las piedras solares se encontraron en grandes cantidades en el yacimiento de Vasagård Oeste, donde sus antiguos habitantes, hacia 2900 a.C, las depositaron en zanjas que posteriormente cubrieron junto con los restos de banquetes rituales, vasijas de arcilla rotas y objetos de sílex.
Los autores del estudio creen que hay muchas probabilidades de que exista una conexión entre esta erupción volcánica neolítica, los cambios climáticos posteriores y el descubrimiento de estas piedras solares.
Es razonable creer que los pueblos neolíticos de Bornholm querían protegerse de un mayor deterioro del clima ofreciendo piedras solares o tal vez querían mostrar su gratitud porque el Sol había vuelto.
A su vez, durante el mismo período en que las comunidades neolíticas se vieron afectadas por el cambio climático y por las enfermedades, los arqueólogos han documentado también cambios en determinadas tradiciones culturales, cómo por ejemplo la paulatina desaparición de la llamada cultura del vaso campaniforme, que se caracteriza por su singular cerámica y por la construcción de tumbas de pasaje.
Afirma Rune Iversen:
En el recinto rodeado de caminos que hemos excavado en Bornholm, también podemos ver que, después del entierro de las piedras solares, los residentes cambiaron la estructura del asentamiento para sustituir las zanjas donde se enterraban las ofrendas por extensas filas de empalizadas y casas de culto circulares. Aunque no sabemos el motivo podemos sugerir que los dramáticos cambios climáticos jugaron un papel determinante.
Según Lasse Vilien Sørensen, otro de los autores del estudio,
En un contexto europeo, las piedras solares son únicas. Lo más parecido que existe a un culto al Sol similar durante el Neolítico son algunas tumbas en el sur de Escandinavia o estructuras circulares como Stonehenge en Inglaterra. Simplemente es un descubrimiento increíble que demuestra que las ofrendas en honor al astro rey son un fenómeno muy antiguo, que encontramos nuevamente en el sur de Escandinavia durante el desastre climático causado por una erupción volcánica que tuvo lugar en el año 536 d.C.
