Durante la excavación del Monte Sión, en Jerusalén, los arqueólogos de la IAA han sacado a la luz un fragmento de porcelana china del siglo XVI con una bella inscripción en su base.

Callejon del Monte Sion
El Monte Sión en Jerusalén es uno de los yacimientos más importantes de Israel, un lugar donde los arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) y del Instituto Alemán de Arqueología Protestante (GPIA) han estado excavando durante tres años en busca de evidencias históricas.
Fue precisamente durante el verano pasado cuando las excavaciones que está llevando a cabo el equipo dirigido por el arqueólogo alemán Dieter Vieweger sacaron a la luz un fragmento de porcelana que a día de hoy aún tiene intrigados a los investigadores.

Todo comenzó cuando Michael Chernin, un arqueólogo de la IAA, vio un objeto que asomaba entre la arena precisamente cuando el equipo de arqueólogos se disponía a empezar las excavaciones en uno de los puntos del yacimiento que data de la época del Segundo Templo y del período bizantino.

Intrigado por lo que había descubierto, Chernin lo cogió con cuidado y tras limpiarlo se dio cuenta de que se trataba del fragmento de un tazón chino de la dinastía Ming datado en el siglo XVI y con una poética inscripción en mandarín.
Intrigado por lo que había encontrado, Michael Chernin se puso en contacto con la especialista en cerámica Anna de Vincenz para que le diera su opinión. Nada más tener el fragmento en sus manos, De Vincenz confirmó de inmediato que el fragmento de porcelana era de origen chino. Para descifrar el texto, el equipo recurrió a la investigadora de la Universidad Hebrea de Jerusalén Jingchao Chen, quien tradujo la frase grabada:
Para siempre guardaremos la primavera eterna
Pero ¿cómo pudo llegar una porcelana china hasta Israel? Quizá tendríamos que buscar la respuesta en la antigua Ruta de la Seda, cuando en el siglo XVI mercaderes del Lejano Oriente mantenían relaciones comerciales con las tierras gobernadas por el Imperio otomano (y viceversa), entre ellas Israel. De hecho, los registros históricos hacen referencia al menos a veinte delegaciones otomanas que visitaron la corte imperial de Pekín entre los siglos XV y XVII.
¿Y que tiene de especial este fragmento de porcelana? Aunque se han encontrado porcelanas chinas en Israel, esta es la primera vez que aparece una con una inscripción. Ha declarado el director de la IAA Eli Escusido:
Es un recordatorio tangible de lo conectado que estaba el mundo, incluso siglos atrás. Este mensaje poético en chino, encontrado en un lugar tan inesperado, añade un nuevo capítulo a la historia de Jerusalén
Y es que, de hecho, el término hebreo para China, Sin se encuentra en el Tanaj (los veinticuatro libros sagrados canónicos del judaísmo), concretamente en el libro de Isaías 49:12:
He aquí, estos vendrán de lejos; y he aquí, estos del norte y del occidente, y estos de la tierra de Sinim.
Aunque no hay evidencias concluyentes que vinculen el término bíblico de la tierra de Sinim geográficamente con China, las relaciones comerciales que se produjeron a través de la Ruta de la Seda hacen plausible que los comerciantes de Oriente, incluidas regiones de lo que ahora es China, llegaran hasta aquellas lejanas tierras con todo tipo de objetos e ideas nuevas.
