Dólmenes

 Los monumentos funerarios de la prehistoria

Dolmen de PoulnabroneEste monumento megalítico se alza en el condado de Clare, en Irlanda, y data del IV milenio a.C. Durante su excavación se hallaron los restos de al menos 33 personas que fueron enterradas allí.Michel Seelen / Adobe Stock

Hace 6.000 años, los hombres del Neolítico empezaron a erigir grandes construcciones en piedra para enterrar a sus muertos. Hoy se las conoce por su nombre en bretón: dolmen, «mesa de piedra»

A finales del siglo XVIII, algunos eruditos franceses se interesaron por unas piedras de gran tamaño que abundaban en el noroeste de Francia, en la región de Bretaña. Eran grandes bloques verticales, a menudo de más de dos metros de altura, con grandes losas horizontales que los cubrían a modo de techo.  A primera vista evocaban la figura de una enorme mesa de piedra. De ahí el nombre que se les dio: dolmen, que en la lengua de la zona, el bretón, significa «mesa (dol) de piedra (men)». 

Uno de los dólmenes de Mané-Kervilor, en Bretaña. Dibujo de Henri Raison du Cleuziou. 1878. RMN-Grand Palais

Los dólmenes son una de las principales manifestaciones de un fenómeno más amplio, el megalitismo. El término megalito (en griego, «piedra grande») hace referencia a las construcciones con grandes bloques de piedra que, en el caso de los dólmenes, se levantaron principalmente entre hace 6.800 y 4.000 años, durante la fase final del Neolítico y en el Calcolítico (la Edad del Cobre). Entre estas construcciones figuran los menhires, bloques verticales que aparecen aislados o en alineamientos como los que se encuentran en Carnac (Bretaña), así como recintos sagrados formados por círculos de piedras, como el célebre henge de Stonehenge. 

Chabola de la hechicera.Este dolmen de corredor, descubierto en 1935, se alza en la localidad alavesa de Elvillar. El nombre procede de la creencia popular de que en el dolmen vivían brujas que celebraban un aquelarre a mediados de agosto.Adobe Stock

Los dólmenes se identifican por la cámara, un espacio interior delimitado por grandes piedras verticales (ortostatos) hincadas en los lados, con una cubierta formada por una o varias losas dispuestas horizontalmente. Hay que tener en cuenta que los dólmenes que vemos hoy son en cierto modo el esqueleto de los antiguos monumentos, puesto que originariamente las estructuras pétreas se cubrían siempre con un túmulo, un montículo artificial hecho con piedras y tierra. Aunque hoy se conservan muchos túmulos de grandes dimensiones, otros han desaparecido, dejando a la vista las piedras que formaban la estructura interna, la cámara.

Dolmen de Newgrange. Este gran sepulcro, construido hacia 3200 a.C., pertenece al conjunto megalítico de Brú na Bóinne, en el noreste de Irlanda. El túmulo circular, con un diámetro de 85 m, cubre una tumba de corredor. Shutterstock

Existen dólmenes en muchas regiones del mundo. En Asia, abundan en Corea del Sur (hay más de 30.000) y se encuentran ejemplos destacados en la India. También se han hallado en Rusia (en la cultura de Maykop), así como en Túnez, Somalia y varios países del Próximo Oriente. Pero los más significativos y de mayor antigüedad son los que se encuentran en la Europa occidental.

Dolmen de Antequera

Los dólmenes se sitúan principalmente en las regiones de la fachada atlántica europea: Dinamarca, el norte de Alemania, la Bretaña francesa, el sur de Gran Bretaña y el norte de la península ibérica, llegando al sur de Portugal y la provincia de Huelva. En la Península se encuentran algunos de los dólmenes más monumentales, como el de Soto de Trigueros (Huelva), la Anta Grande de Zambujeiro o los de Antequera (Málaga). En el ámbito mediterráneo tenemos ejemplos en Italia, en particular en las islas de Cerdeña y Sicilia.

Dolmen de Dombate

Los dólmenes de Europa occidental presentan una gran diversidad de formas, empezando por la de la cámaraDolmen de Dombate misma, que podía ser cuadrangular, circular o pentagonal (de cinco lados). Los más simples estaban compuestos por tres o cuatro piedras verticales que aguantaban una losa horizontal, como el de Sorginetxe en Álava o el de Axeitos en Galicia. Cada bloque de piedra pesaba varias toneladas. Las cubiertas podían alcanzar las 15 toneladas, como sucede con el dolmen de Lanyon Quoit (Cornualles).

Dolmen de Prado de Lacara

Un segundo tipo de dolmen es el de corredor. Se caracteriza por disponer de un pasillo que, a través del túmulo, conducía a la cámara desde el exterior. El corredor se construía con losas verticales que definen el acceso a la cámara, la cual tenía un techo bajo de madera o losas de piedra.

Dolmen de Santa Ines de Bernardos

Algunos dólmenes de corredor llegaron a alcanzar proporciones monumentales. Por ejemplo, el de Newgrange, en el este de Irlanda, está formado por un túmulo circular de 85 metros de diámetro, bajo el que se extiende un corredor de 19 metros de longitud. En Carnac, muchos dólmenes están cubiertos por grandes túmulos de piedra, llamados cairn, que contienen en su interior varios dólmenes. El túmulo del dolmen de Saint-Michel mide 125 metros de largo, 60 de ancho y 10 de altura. 

La Roche aux Fees

Otro modelo es el dolmen de galería, en el que la cámara y el corredor forman un único espacio a modo de largo pasillo de techo plano. A veces, las losas que lo cubrían estaban sostenidas por pilares. Un ejemplo de este tipo de dolmen es el de La Roche-aux-Fées, en Essé (Bretaña), de casi 20 metros de longitud. Existieron también los llamados tolo o tholos (término griego que significa cúpula o cono), en los que la cubierta de la cámara circular es una falsa cúpula realizada mediante aproximación de hiladas o filas de bloques de piedra. 

Dolmen de Bagneux

Los dólmenes han asombrado siempre por el descomunal volumen de trabajo exigido para edificarlos. Gracias a la arqueología experimental, en los últimos años se ha avanzado mucho en el conocimiento del proceso de construcción. Hoy se sabe que los pesados bloques procedían de afloramientos geológicos (formaciones rocosas visibles) usados como canteras, donde se extraían usando mazas, cuñas y percutores y aprovechando fracturas naturales.

Newgrange

En ese mismo lugar se hacía muy posiblemente una primera configuración de los bloques para definir su forma general. Los estudios geológicos muestran que las piedras se obtenían en lugares muy cercanos al de la construcción, pero en algunos casos eran trasladadas desde puntos más alejados; por ejemplo, las del dolmen de Menga (Antequera) fueron transportadas unos dos kilómetros.

Para su traslado, los bloques se colocaban sobre una estructura simple de madera, semejante a un trineo, que se desplazaba sobre troncos usados a modo de rodillos. Personas y animales aportaban la fuerza de tracción. Una vez en el emplazamiento seleccionado, los bloques de piedra eran arrastrados hasta un foso, en el que se colocaban en posición vertical haciéndolos caer de lo alto de una rampa. Luego, la base de los bloques se aseguraba con piedras o tierra prensada. Paralelamente se construía el túmulo; de hecho, el primer nivel de este se usaba como rampa para colocar los bloques verticales.

Transportar y colocar piedras grandes y pesadas, recorriendo a veces distancias considerables, y construir un túmulo implicaba una notable planificación del trabajo. Toda la comunidad debía dedicar el tiempo y el esfuerzo humano necesarios para ejecutar una obra de tanta envergadura. La construcción de dólmenes de corredor o galería requería asimismo una alta capacidad técnica para lograr una construcción estable. 

Por otra parte, la decoración interior que incorporaban muchos dólmenes evidencia una auténtica habilidad artística. En efecto, en numerosas tumbas megalíticas las losas del corredor o la cámara sepulcral están grabadas con formas geométricas que se extienden por todas las superficies. Destacan en este sentido los dólmenes de Newgrange y Gravinis, entre otros. De modo excepcional se encuentra decoración figurativa, con figuras de animales como el bóvido del dolmen de la isla de Gavrinis, en la costa de Bretaña. Aunque es más frecuente el grabado, existen algunos ejemplos de decoración de las losas con pintura, como sucede en el dolmen de Dombate, en Galicia.

En la actualidad sabemos que los dólmenes se usaron como espacios funerarios en los que se enterraba a los miembros de la comunidad. En sus cámaras se han encontrado restos de hombres y mujeres, adultos y niños. Pero eso no significa que fueran un cementerio para todo el grupo. Los esqueletos encontrados en su interior pudieron corresponder a personas relevantes de la comunidad, lo que manifestaría la existencia de una élite, fruto de la desigualdad social que se venía desarrollando en el seno de los últimos grupos cazadores-recolectores y de las primeras comunidades del Neolítico. 

Esto mismo indica el rico ajuar funerario que se ha hallado en algunos dólmenes, como sucede en el Alentejo portugués, donde se han recuperado hachas de piedra, puntas de sílex, recipientes cerámicos, huesos trabajados y decorados con exquisita maestría e incluso placas de piedra profusamente decoradas, los llamados ídolos-placa característicos de la península ibérica. 

Estas construcciones arquitectónicas, que a veces fueron usadas durante centenares de años, implican una voluntad destacada de los grupos humanos para lograr que perdurasen los cuerpos de sus ancestros, una búsqueda de trascendencia temporal de los difuntos. Y son también un reflejo de la relación que mantenían las comunidades neolíticas con el territorio en el que se habían establecido.

Los túmulos implicaban una modificación y «domesticación» del entorno. Durante el Neolítico, las comunidades de agricultores afianzaron su sedentarismo y desarrollaron una vinculación especial con el territorio. Al mismo tiempo, se dio un proceso de crecimiento demográfico y de reforzamiento de la identidad grupal. Una consecuencia de esta evolución fue el empeño por «marcar» el paisaje mediante monumentos que delimitaban el territorio. El espacio así definido no era solo del mundo de los vivos, sino también de los muertos, que reposaban para el futuro acompañando a las generaciones venideras y actuando como mecanismo simbólico de integración social. 

Guía visual de la arquitectura en el mundo antiguo

L. de la Plaza (ed.).

Cátedra, Madrid, 2020.

Ensayo

The megalithic architectures of Europe

Luc Laporte y Chris Scarre.

Oxbow Books, 2022.

https://historia.nationalgeographic.com.es/edicion-impresa/articulos/dolmenes-colosos-prehistoria_22543

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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