Vengo de Bellas Artes y de Filología que es también una Bella Arte, y quizás tengo la mirada colonizada, el caso es que al ser fabuladora, estoy acostumbrada a concebir mundos posibles.
Eso es una profesión, aunque no lo aparente, dependiendo de los soportes, se le puede llamar de mil maneras, pero el ser solo es uno, y quien esta detrás es la esencia y quien decide la composición de ese universo (añadiría la contención).
Pero me sorprende que, en la calle, la selva de información, lejos de hacer buscar la excelencia en las personas, genera una trivialización no ya del conocimiento que tiene rigor, sino de la realidad que debería tenerlo también.
Así la mayoría de las personas novelizan su vida con ligereza, y se dejan pisar en ocasiones su biografía con excusas absurdas, donde deberían ser más mirados, porque aunque la identidad sea una impostura, al final el personaje se integra, y banalizarlo lo pisotea.
No entro en que con la edad el cerebro es menos plástico, y la capacidad de reinvención mengua, pero parece todo una continua huida, como si encontrar la armonía no entrara en los planes.
Así se forja una realidad de mentiras piadosas, que al final termina siendo una tela de araña falsa donde también la emoción queda atrapada, pero las mentiras continuan y con ella el personaje de cartón piedra, que al final es una falla.
Por eso cuando veo algo, ya sea una pintura, un relato, da igual el soporte, incluso una sonrisa, por pequeña que sea, pero que sea genuina, me sorprende y da paz de espíritu, al sospechar que no todo esta perdido, y que la vida continua.
Porque entre otras me saca del tedio, de la previsibilidad de lo cotidiano, que no es poca y me invita a tener fe de carbonera, y a pensar que lo bueno está por llegar.

Muy bonito y profundo comentario. Gracias por traernos un toque de realidad.
Felicidades!
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Bonica eres, dejas un rastro de luz y estrellas por donde pasas.
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