Sorolla en las Colecciones Reales

Galería de las Colecciones Reales acoge desde mediados de octubre de 2024 hasta febrero de 2025 Sorolla, cien años de modernidad, la gran muestra que clausura el centenario de la muerte del pintor valenciano. La exposición está organizada por Patrimonio Nacional y Light Art Exhibitions en colaboración con el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla. 

En ella se reúnen 77 pinturas representativas de todas las fases de la producción del artista y de sus principales temas. Muchas son de las más importantes y de mayor calidad y alguna de ellas rara vez o nunca se han visto antes en España. El Museo Sorolla, que cerrará temporalmente para su rehabilitación en octubre, trasladará sus obras más emblemáticas a esta exposición.

Las obras proceden de las instituciones que atesoran las mejores colecciones sobre el pintor, además del Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla, la Hispanic Society of America, el Museo del Prado, el Musée d’Orsay, y también de colecciones particulares nacionales e internacionales, entre ellas algunas de Estados Unidos o México.

La exposición, comisariada por Blanca Pons-Sorolla, Consuelo Luca de Tena y Enrique Varela Agüí, destaca la vigencia y modernidad de la obra de Sorolla, manteniendo su actualidad a cien años de su muerte.

La figura de Sorolla ha llegado a nuestros días en plena forma. Hoy día brilla con fuerza, es cada vez más conocida y apreciada, y las publicaciones y las exposiciones sobre su obra se multiplican. Esta muestra, que cierra las celebraciones del Centenario Sorolla, se ha concebido como un homenaje a su pintura, a su calidad, a su belleza y a su intacta capacidad de seducción. 
La exposición reúne obras significativas de todas sus etapas y de los principales temas que abarca su producción, algunas de museos y colecciones extranjeros, y otras de colecciones particulares, y presenta algunas novedades absolutas, como Boulevard de París, obra nunca vista en público hasta ahora y que se creía desaparecida. 
La muestra se organiza en cinco apartados: «Rumbo al éxito», «El mar, siempre nuevo», «Sentir el retrato», «Visión de España», «Del paisaje al jardín».

Autorretrato, Joaquín Sorolla, 1909, Museo Sorolla © Joaquín Cortés
Joaquín Sorolla, Mariano Benlliure, 1919, Museo de la Ciudad, Ayuntamiento de Valencia

Desde sus inicios, Joaquín Sorolla entendió que el éxito en exposiciones y salones era la clave para vivir de su arte. Con una base académica sólida y una excepcional habilidad para la pintura, se propuso conquistar todos los premios posibles. Sus obras, tanto las que retrataban la vida cotidiana como las que denunciaban injusticias sociales, le brindaron un sólido prestigio en el mundo del arte refrendado por numerosas medallas. Su mirada única sobre el costumbrismo también cautivó al público, catapultándolo a la fama.
Su camino hacia el éxito había comenzado en Madrid en 1884 y se fue consolidando con obras emblemáticas como Boulevard de París (1890), Después del baño (1892), ¡Aún dicen que el pescado es caro! y La vuelta de la pesca (1894). En 1900, alcanzó la cima de su carrera al obtener un Grand Prix en la Exposición Universal de París y en 1901 la medalla de honor en Madrid.

Boulevard de París, 1890, Colección particular, ©Archivo BPS
¡Aún dicen que el pescado es caro!, 1894, Museo Nacional del Prado, ©Archivo Fotográfico Museo Nacional del Prado
Los pimientos, 1903, The Hispanic Society of America, ©The Hispanic Society of America
Después del baño, 1892, Colección particular, ©Archivo BPS

El mar, siempre nuevo

Joaquín Sorolla es unánimemente reconocido como el pintor español del mar, que le inspiró para crear algunas de las imágenes más bellas e icónicas.
En sus escenas de mar desarrolló una poética personal valiéndose de todos los recursos de la modernidad puestos al servicio de su ideario plástico. El artista asignó un repertorio de códigos simbólicos a cada espacio geográfico del litoral español plasmado en sus lienzos. Mientras las playas de Valencia fueron escenario de la representación naturalista de un clasicismo ancestral, las transparentes aguas de Jávea fueron laboratorio de experimentaciones compositivas y de color. En el Cantábrico mostró la faceta más social con el despliegue de un repertorio de personajes vestidos a la moda que se exhiben para ser vistos y admirados. 
Todas estas imágenes del litoral español forman ya parte de nuestro imaginario colectivo.

El bote blanco. Jávea, 1905, Colección particular, ©Archivo BPS
Instantánea, Biarritz, 1906, Museo Sorolla, ©José Barea
Chicos en la playa, 1909, Museo Nacional del Prado, ©Archivo Museo Nacional del Prado
El baño del caballo, 1909, Museo Sorolla, ©José Barea
Paseo a la orilla del mar, 1909, Fundación Museo Sorolla, ©Joaquín Cortés
Los contrabandistas, 1919, Colección particular, ©Archivo BPS

El retrato esconde un diálogo mudo entre dos seres humanos. Tan relevante es el que pinta como el que se deja pintar. Descubre una necesidad de significarse individualmente por ambas partes. Vanidad, desde luego. Disimulada o exhibida. Su contemplación invita a sentir dos miradas suspendidas en un instante. Toda emoción es circunstancial. Trae al presente un tiempo efímero y un espacio incierto en el que los personajes posan, así que todo puede cambiar en cualquier momento. Es incómodo, pero dejarse retratar también es una forma de entrega, un reconocimiento del mérito profesional o del afecto. La actitud descuidada desvela un encuentro placentero. Están porque son. Sorolla maneja el artificio con naturalidad. Contemplamos la verdad de un encuentro reservado. La intimidad sugiere autenticidad de sentimientos. No hay que contar. Solo sentir. Callado (pintado) está dicho.

Madre, 1895-1901, Museo Sorolla, ©José Barea
La familia, 1901, Museo de la Ciudad, Ayuntamiento de Valencia
Desnudo de mujer, 1902, Colección particular, ©Archivo BPS
Clotilde sentada en un sofá, 1910, Museo Sorolla
La señora de Ira Nelson Morris y sus hijos, 1911, The Hispanic Society of America, ©The Hispanic Society of America

En 1910, cuando Sorolla se encontraba en el punto álgido de su carrera, recibió de Archer M. Huntington el encargo más importante de su vida: una serie de catorce paneles para la decoración de la biblioteca de la Hispanic Society of America, que hoy se conoce como Visión de España
Ajustándose a los intereses de Huntington y llevado de su impulso regeneracionista de dignificar lo que se estaba perdiendo, Sorolla llenó los 210 metros cuadrados de que dispuso para mostrar al pueblo americano una representación de la vida y la cultura de España en ese momento, la esencia de cada una de sus regiones. Las dos más ampliamente representadas serían Castilla y Andalucía. 
De 1912 a 1919 viajó por toda la Península pintando estudios de «tipos» de gran formato, con sus indumentarias tradicionales y con la luz de cada lugar. En aquellas regiones cuyos trajes no ofrecían una riqueza tan acentuada, incluyó fondos en los que el paisaje cobra mayor importancia, como vemos en Tipos manchegos y Tipos del Roncal.

Tipos de Lagartera o Novia Lagarterana, 1912, Museo Sorolla, ©Joaquín Cortés
Tipos de Salamanca, 1912, Museo Sorolla
Baile en el café Novedades de Sevilla, 1914, Colección Banco Santander, ©Colección Banco Santander

Del paisaje al jardín

Junto a sus visiones del mar, Sorolla pintó numerosos paisajes, primero por su propio valor y después, desde el encargo de la Visión de España, como fondos de sus grandes panoramas humanos. Le atraen los escenarios grandiosos, como el Guadarrama o la Sierra Nevada granadina, pero en espacios más recogidos busca el movimiento en los ríos, los reflejos del agua, las sombras movedizas y los encuadres audaces: la continua variación de la luz bajo el movimiento del sol era, para él, la clave de la vida del paisaje.
Desde 1906, Sorolla experimentó con las luces tamizadas entre el follaje de los jardines, donde empezaría a situar algunos retratos. La Alhambra de Granada y el Alcázar de Sevilla le sedujeron con su mezcla de arquitectura, vegetación y agua. A partir de 1911 empezó a diseñar y plantar su propio jardín, y a pintarlo desde 1916: aquel fue su pedazo íntimo de naturaleza y su edén en sus últimos años. 

Arco y puerta de Santa María, Burgos, 1910, The Hispanic Society of America, ©The Hispanic Society of America
La siesta, 1911, Museo Sorolla
Patio de la casa Sorolla, 1917, Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, ©Colección Carmen Thyssen Bornemisza
Fuente y rosal de la Casa Sorolla, 1918 o 1919, Museo Sorolla

Obras

Imagen sobre: Boulevard de París
Boulevard de ParísJoaquín SorollaMadrid, 1890
Imagen sobre: ¡Aún dicen que el pescado es caro!
¡Aún dicen que el pescado es caro!Joaquín SorollaValencia, 1894
Imagen sobre: Mediodía en la playa de Valencia
Mediodía en la playa de ValenciaJoaquín SorollaValencia, verano de 1904
Imagen sobre: El bote blanco. Jávea
El bote blanco. JáveaJoaquín SorollaJávea, verano de 1905
Imagen sobre: Instantánea, Biarritz
Instantánea, BiarritzJoaquín SorollaBiarritz, verano de 1906
Imagen sobre: Corriendo por la playa. Valencia
Corriendo por la playa. ValenciaJoaquín SorollaValencia, verano de 1908
Imagen sobre: Paseo a la orilla del mar
Paseo a la orilla del marJoaquín SorollaValencia, verano de 1909
Imagen sobre: Playa de Valencia
Playa de ValenciaJoaquín SorollaValencia, verano de 1916
Imagen sobre: Después del baño. La bata rosa
Después del baño. La bata rosaJoaquín SorollaValencia, julio-octubre de 1916
Imagen sobre: Antonio García en su laboratorio
Antonio García en su laboratorioJoaquín SorollaValencia, verano de 1908
Imagen sobre: Joaquín Sorolla García sentado
Joaquín Sorolla García sentadoJoaquín SorollaMadrid, h. 1917
Imagen sobre: Baile en el café Novedades de Sevilla
Baile en el café Novedades de SevillaJoaquín SorollaMadrid, 1914
Imagen sobre: Puente de Alcántara
Puente de AlcántaraJoaquín SorollaToledo, 25 de octubre-4 de noviembre de 1906
Imagen sobre: La Catedral de Burgos
La Catedral de BurgosJoaquín SorollaBurgos, 30 de marzo de 1910
Imagen sobre: La siesta
La siestaJoaquín SorollaSan Sebastián, verano de 1911

Publicado por ilabasmati

Licenciada en Bellas Artes, FilologÍa Hispánica y lIiteratura Inglesa.

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