En el país de los nawas emerge los almohades, cohesionados con convicciones religiosas que se aferran a la ortodoxia islámica.

La batalla de las Navas de Tolosa. En el siglo XIX, el pintor Francisco de Paula van Halen recreó el histórico choque en este gran óleo de tintes épicos, que se conserva en el palacio del Senado, en Madrid.Foto: Wikimedia Commons
Su patrón en la fuerza de la fe y en la unicidad divina, en el dogma que no hay más Dios que Alah, una lectura conservadora.

Castillo de Peñafiel. En un siglo y medio, la expansión de León y Castilla llevó las fronteras cristianas desde la cuenca del Duero, donde está Peñafiel, hasta la del Tajo.Foto: iStock
En Timbel, un espacio perdido del Atlas nace el movimiento almohade, hoy sin casi habitantes, de la tribu bereber, Masmuda junto a las Ṣinhāŷa y Zanāta de donde surgen los almohades.

Alfonso VIII de Castilla. Derrotado en Alarcos por los almohades, en 1195, buscó el apoyo de los reinos cristianos y del papado para desquitarse. Pintura al óleo de José María Rodríguez de Losada, Ayuntamiento de león. Foto: Wikimedia Commons
Luchan y vencen a los Almorávides, señores entonces del Magreb y Al-Andalus, malakies, más relajados doctrinalmente.

Puerta del Sol, en Toledo. En junio de 1212, los cruzados partieron de esta ciudad hacia Sierra Morena. Foto: iStock
Con pocos habitantes de un lugar inexistente en el mapa son capaces de generar un imperio aguerrido que geográficamente se expande.

El enemigo musulmán. Los almohades ocuparon al-Andalus en la segunda mitad del siglo XII. Arriba, moneda del califa almohade, Abu Abd Allah Muhammad.
Foto: Wikimedia Commons
Quizás sus recursos estriben en lo abrupto del Atlas, o las difíciles condiciones de acceso están las defensas erigidas por los almohades.

Pedro II de Aragón y su esposa. El rey deseaba mermar el poder musulmán, que desde Valencia y Teruel amenazaba sus dominios. Foto: Wikimedia Commons
Ibn Tumat es el fundador y guía espiritual del movimiento, que una vez seguro en su fortificación decreta la guerra santa contra los Almorávides.

Reales Alcázares. Tras la conquista de Sevilla por Fernando III el Santo, este conjunto de edificios y patios se convirtió en alojamiento real. Arriba, palacio erigido por Pedro I en 1364. Foto: iStock
Timbel, esta en un enclave importante para la comunicación en la zona y los almohades entienden el privilegio para sacarle partido como arma eficaz contra los almorávides.

Cristianos y musulmanes en las Cantigas de Santa Maria.
En 1130 Abdel Mut sucede a Ibn Murat, el nuevo líder se autoproclama califa y con eso une al poder político y militar una autoridad.

Huida del ejercito arabe en Las Cantigas de Santa Maria
Como príncipe de los creyentes goza de autoridad moral para derrocar a los almorávides.

Fernando III El Santo logra la rendicion de Sevilla, capital almohade, en 1248, tras un duro asedio. Arriba, retrato del rey por Bartolomé Esteban Murillo. Wikimedia Commons
Tras guerras de guerrillas en las montañas los almohades se salen a campo abierto conquistando el norte de Marruecos y la región vecina de Oran, pero no consiguen Marrakech, la capital almorávide.

Mezquita del norte de Marruecos donde nacio el imperio almohade.
En Al-Ándalus entran en Sevilla y ciudades como Murcia aprovecha la coyuntura para revelarse contra los almorávides y conseguir la independencia.

La salida de los almorávides a Al-Andalus, propicia la creación de los reinos llamados segundas taifas.

El principal tiene la capital en Murcia, al frente esta Ibn Mardanis, la huerta proporciona recursos a su ejército que conquista el levante.

Ibn Mardanis se convierte en el símbolo de la independencia de Al- Andalus, combate primero a los almorávides y consigue gran prestigio y luego a los almohades.

A la vez que los almohades conquistan Murcia se conquista Marrakesh, todo el territorio de Marruecos está en sus manos.

Años después la ciudad alcanza gran desarrollo, parecido al de la Córdoba califal, los almohades desean que el poder alcanzado se refleje en su capital, por lo que realizan una intensa labor de urbanización en la ciudad.

La urbanización de la ciudad imperial no es posible sin un buen abastecimiento de agua.
Crean getaras o canales subterráneos para proveer a la ciudad de agua procedente de las montañas del Atlas.
Marrakech es una tierra árida donde el agua de las getaras es un preciado tesoro.
Por entonces los jardines no se limitaban a un lugar de recreo, de su huerto salen alimentos que abastecen a la corte.
El Jardín de la Menara es también fruto del urbanismo experimentado por Marrakech en época almohade.
Posee un pabellón con un inmenso estanque que es el espacio de fiestas, de naumaquias, organizadas para conmemorar campañas victoriosas.
En el gran estanque se celebran continuos juegos acuáticos.
Erigen también una gran mezquita, llamada la Quptuvilla, porque a su alrededor se juntan los kubtab, libreros o escribanos.
Fundan ciudades como Rabat, la capital actual de Marruecos que denominan Ribal al Hat o Campo de la Victoria.
Las ultimas luchas los llevan a conquistar Tunez y parte de Libia.
Sevilla después es la capital y es el barrio de Santa Cruz hoy o la judería, donde se reúnen sabios. Su actual aspecto se debe a las obras realizadas por los almohades.
En la catedral se puede ver los restos de lo que los almohades dejan.
La torre forma parte de la mezquita emprendida con Abu Jakud y terminada 12 años después.
Cuando los cristianos conquistan Sevilla la mayor parte construida por el reino musulmán es destruida, pero salvan la Giralda.
Lo mas destacable son los paños decorativos que apelan al agua, que traen los almohades del norte de África que se mezcla con la rica herencia andalusí.
El Patio de los Naranjos de la mezquita almohade también se indulta.
Abu Akub Jusuf decide rehabilitar y mejorar un antiguo acueducto romano, del que se conservan los Caños de Carmona.
La intervención almohade también abarca la reforma de los antiguos reyes taifas de Sevilla, situada en los Reales Alcazares.
La intervención almohade se centra en el Patio de los Yesos, donde se ve la representación de las setcas, que es característico almohade.
La Torre del oro también es erigida por los almohades, y este torreón tiene como misión defender el cuerpo fluvial.
Muy parecida a la Torre del Oro por su forma octogonal, es la Torre de Espantaperros de Badajoz, en el Guadiana, un espacio fronterizo de primer orden.
Por esta razón Abu Jakuz Jusuf, emprende el refuerzo de la antigua alcazaba y las murallas que rodean la ciudad.
Toda esta obra hidráulica no habría sido posible sin las conquistas de las rutas del oro de Sudan.
Las fabricas de moneda de la época emiten dinares con el doble de peso del habitual, lo que afecto a la moneda de oro cristiana que también duplica su valor, por lo que se denomina a partir de entonces, dobla.
Este esplendor se acompaña en Córdoba de grandes figuras intelectuales como Averroes que da a conocer en Occidente a Aristóteles, Maimonides, filósofo y médico, o Ibn Arabi de Murcia, considerado el mas grande místico del Islam, que es sufi, también Ibn Tufail.
En 1269 los almohades son sustituidos por una nueva dinastía, los merinies.
