El cuadro preferido de los finlandeses, el país más feliz del mundo

La polémica y tétrica pintura de Hugo Simberg, tesoro nacional del país más feliz del mundo

El pintor simbolista, uno de los más prestigiosos de Finlandia, muestra los claroscuros entre tradición y modernidad.

En 2006, el museo de Arte Ateneum de Helsinki pregunta a través de una encuesta a los ciudadanos finlandeses cuál de los más de 4.000 cuadros de la pinacoteca es su favorito.

El ángel herido (1903), del pintor simbolista Hugo Simberg (Finlandia, 1873-1917) es el elegido, erigiéndose con el título de cuadro nacional de Finlandia.

Una angelical niña con una venda alrededor de sus ojos y con las alas ensangrentadas es portada por dos jóvenes en una camilla.

Los colores sombríos de los muchachos contrastan con el halo de luz que emana de ese pequeño ángel femenino.

En su momento, la elección de la pintura de Simberg, que se exhibe por primera vez en 1903 en la exposición de otoño del Ateneo, coge por sorpresa a todo el mundo, incluida a la directora del museo en aquel momento, Maija Tanninen-Mattila.

Es cierto que la gente, los paisajes y las criaturas místicas de la campiña finlandesa son algunos de los protagonistas de la obra de Simberg, pero este siempre plantea su obra desde un punto de vista sombrío, inquietante, en el que la muerte parece ensombrecer el lienzo.

Por eso, nadie entiende como este cuadro tan ambiguo puede atraer tanto a los finlandeses sin tener, a simple vista, ningún símbolo de la identidad nacional del país, siempre considerado como el más feliz del mundo.

Estos aseguran que uno de los motivos que les incita a elegir esta pintura, y no alguna de los maestros más clásicos y luminosos como Albert Edelfelt o Akseli Gallen-Kallela, ambos mentores de Simberg, es precisamente por la melancolía que transmite el paisaje.

A pesar de que el pintor jamás quiere dar su propia interpretación del cuadro para no condicionar a sus espectadores, se sabe que, tras la muerte de su madre en 1897, sufre una grave crisis nerviosa que acaba derivando en una meningitis que le postra en cama durante mucho tiempo.

Tras su salida del hospital, pinta El ángel herido, convirtiéndose en un símbolo de su fortaleza y recuperación.

Es su pintura favorita, de la que esta más orgulloso y también la más exitosa. Él mismo se sorprende de la grata acogida que tiene la obra entre los círculos artísticos de la época.

Cuenta el pintor a su hermana Blenda en una carta.

Gallen (Akseli Gallen Kallela) está tan emocionado que apenas puedo tomarle en serio. Sus primeras palabras fueron los mayores halagos a mi trabajo. Dice que irradia paz y armonía como ninguna otra obra de la exposición. Incluso (Albert) Edelfelt me dijo cosas bonitas.

Entre 1905 y 1906, Simberg es recomendado por Edelfelt y Gallen-Kallela para decorar el interior de la catedral luterana de Tampere, conocida como la iglesia de San Juan y diseñada por Lars Sonck.

Para ello, hace una nueva versión de El ángel herido, esta vez no al óleo sino en fresco, e incluyó detalles que hacen referencia a la ciudad.

En el fondo del paisaje se pueden apreciar unas grandes chimeneas que homenajean al principal núcleo industrial de la época, ya que Tampere, en ese momento, es una especie de Mánchester a la finlandesa.

Simberg también trae otra de sus grandes obras, El jardín de la muerte (1896), a la catedral de Tampere en formato fresco. Esta obra es quizá aún más tétrica que El ángel herido, ya que representa a la muerte de forma literal a través de unos esqueletos.

Pero lejos de mostrarlos como seres aterradores, los dibuja como figuras benévolas que cuidan armoniosamente de un jardín, cuyas flores podrían ser perfectamente las almas humanas.

Los techos de la catedral también están decorados con otra de las obras de Simberg, Los niños enredados.

Una obra panorámica que representa a una serie de pequeños ángeles desnudos que se encuentran enredados en una especie de corona de espino. Sin embargo, la obra que puede acaparar más la atención es La serpiente, ubicada en el lugar más importante de la iglesia, su cúpula.

Símbolo de tentación y pecado, la serpiente rodeada de las alas de un ángel es la obra de la catedral más controvertida del pintor.

Aunque no es la única, mucho antes de que Simberg terminase de pintar Los niños enredados, ya corre por Tampere rumores que asociaban al pintor con la pederastia y se sugiere cubrir con hojas de higuera la obra antes de que el resultado final sea visto.

A pesar de que continua con su trabajo, la presión mediática y las críticas afectan a la salud mental y física del pintor.

Aunque Simberg no tiene ningún interés, ni tampoco orden explícita, de ceñirse al simbolismo cristiano tradicional.

Las pinturas de la catedral estan ligadas a temas personales de su obra, dejándose llevar por un simbolismo más onírico y místico, que reflexiona sobre la humanidad, la tristeza, la pérdida de la inocencia y la muerte.

Y sin respetar las exigencias estereotípicas de las pinturas religiosas, e incluso llegando a provocar controversia —muchas de sus obras estan firmadas con Anno mundi (el año del mundo) en lugar de Anno domini (año del Señor)—.

Ese distanciamiento de los valores religiosos le causa problemas con los miembros del clero, que estan a punto de tirar por la borda todo su trabajo en la catedral.

Tiene de su lado a gran parte de la élite artística finlandesa, que considera que la experiencia religiosa y artística debían tener el mismo valor.

Los cuadros de Simberg crearon un debate social en el que no solo se disputó la permanencia de la obra en la catedral, sino también la relevancia de los valores conservadores sobre los que se había cimentado la sociedad finlandesa.

Un siglo después, ese debate entre la modernidad y la tradición parece superado, pero sigue arraigado en sus costumbres y tradiciones, demostrando que Finlandia es, sin duda, un país de claroscuros.